“Cuarenta días caminando… ¡Cuaresma!… hacia la Pascua de Jesús. La comunidad te anima a celebrar un nuevo cambio en tu vida”.
Pasa el tiempo más deprisa de lo que pudiésemos imaginar. Es un querer aprovecharlo y escaparse de tus manos. Miles de fechas, encuentros, reuniones y celebraciones inundan este tiempo que vivimos. ¿Sabemos qué está pasando?
La Cuaresma no es un tiempo más “de paso”: es un alto en el camino, un “pararse, reflexionar y cambiar”, un “dar sentido a nuestras vidas”. Cuarenta fueron los días que Jesús se retiró al desierto para orar y ayunar. Allí sufrió –como todo ser humano– de las tentaciones, de todo aquello que no nos hace ser mejores en nuestro día a día. Es ahí donde debemos vivir este tiempo pensando en el signo de la reconciliación –el que les escribe, el primero–. ¿Por qué tenemos tanto miedo a reconocer nuestros fallos? ¿Tan caro cuesta pedir perdón?
Recordemos que estamos en el Año de la Misericordia y tenemos la gran suerte de que tenemos un Dios “todo-amoroso”, que no quiere para nosotros otra cosa más que nuestra felicidad. Y ahí nos encontramos con la gran suerte de la reconciliación con todo y con todos a los que hemos fallado pero que, en definitiva, se convierte en una reconciliación con nosotros mismos: así nos lo demuestra nuestro corazón a la hora de latir. ¡Qué bien se siente uno estando en paz! Y esa paz llegará muy pronto.
Ya estamos a mitad de camino. Unos cuentan los días que faltan para sacar a sus sagrados titulares, otros los días que les faltan para coger las ansiadas vacaciones de Semana Santa. Pero el verdadero cristiano debe contar los días para celebrar el Triduo Pascual y, en especial, esa Resurrección que acabará con el color morado que entristece nuestros altares y ambones, recubriéndolo de un blanco celestial, que nos transmitirá alegría, paz y el sentirnos inundados de la felicidad del Amor de Cristo Resucitado.
¿Qué más necesita alguien para ser feliz que volver a ver al “amigo que nunca falla” de nuevo contigo, cuando lo creías perdido? ¡Reconciliaros con vuestros “amigos perdidos”!; es más, reconciliaros con vuestros enemigos, porque ésa es la verdadera resurrección que Cristo quiere para nuestras vidas. Ése es el cambio de sentido que el quiere que demos en nuestra rutina diaria.
Pon tu reloj en marcha. La cuenta atrás para la felicidad de la Resurrección está muy cerca. ¡Que no se te acabe el tiempo ni se te pare el reloj! Recarga baterías y ponte las pilas para recibir la gracia de la misericordia de un Dios que nos perdona y nos regala una nueva oportunidad de vivir mejor con los demás y contigo mismo.
Emilio Córdoba