Llega el deseado verano para algunos, especialmente para los escolares, profesores y para cualquier trabajador que espera un poco de respiro y algo de descanso disfrutando del sol. San Juan nos anuncia la llegada del verano, en la noche del 23 al 24 de junio. Dice el refrán popular que “El Niño alarga y San Juan acorta”. Pero, ¿hasta qué punto es realmente cierto esto?
No voy a meterme en debates sobre la autenticidad del refrán –no soy nadie para hacerlo–, pero sí es cierto que este refrán puede tener la lectura que se quiera hacer de él. La noche más corta del año es la noche de San Juan, ciertamente, y con esta festividad poco a poco los días comienzan a acortarse algo más hasta llegar al día de la Natividad del Señor. Con ello se nos regala una gran oportunidad: durante el verano, los días son más largos –podemos aprovechar más el tiempo– y, por eso, nuestras oportunidades para hacer cosas se multiplican.
Este verano habrá tiempo de viajar, descansar, disfrutar de la familia y de las tradicionales barbacoas con amigos, los más jóvenes de participar en la JMJ de Cracovia, otros para ir de campamento… Pero no hay que olvidar que, con un poquito de organización, tendremos tiempo para todo. Incluso para no olvidarnos de quien no se olvida de nosotros: ¡Jesús nos sigue esperando en los templos cada domingo!
Total, que “en tiempos de melones, que sean cortos los sermones”… media horilla no nos va a causar ninguna molestia. ¿Verdad? ¡ Y aún más sabiendo la frescura que Dios nos regala dentro de los templos!
En definitiva, –y me permito el atrevimiento de ser algo creativo en el refranero popular–, que
EN TIEMPOS DE MELONES,
SAN JUAN ALARGA
LAS POSIBILIDADES DEL DIA,
MIENTRAS EL SEÑOR JESÚS
ACORTA LOS SERMONES
DE LOS PASTORES DE SU VIÑA.
Y ahora, te pregunto… ¿San Juan alarga o acorta?
Emilio Córdoba