Como cristianos, hemos comenzado un año más nuestro tiempo de Cuaresma, un tiempo de perdón y de conversión, que nos prepara para la celebración de la Pascua. Un tiempo en que vamos a renovar nuestra voluntad de seguir a Jesús, para poder vivir, con toda riqueza e intensidad la nueva vida de la Resurrección. Un tiempo en que para nosotros los cofrades, significa aumentar nuestra presencia aún más en nuestras parroquias, a nuestro compromiso como cofrades cristianos, añadimos nuestros actos cuaresmales. Actos en los que nos preparamos para vivir nuestras estaciones de penitencia y celebrar la gran alegría la Resurrección.
Cada acto es una oración, una manera de ponernos delante de Dios y abandonarnos en su mano, reconociendo nuestras debilidades y sabiendo que la fuerza nos viene de Él que nos da en cada momento lo que necesitamos, aunque no siempre sea lo que nosotros creemos necesitar. Un rato de silencio, de mirar al interior de nosotros mismos, la capacidad de encontrar un momento íntimo de encuentro con Dios a través de la oración. Un tiempo de recogimiento y de silencio, que alcanza su cima y su meta en la celebración de la Eucaristía. Es también momento de estrechar lazos entre nosotros, compartiendo momentos de celebración cofrade y de convivencia. De compartir experiencias y de vivir juntos nuestro ser cofrades.
Trabajo y oración, camino de la Resurrección
Son días de mucho trabajo de poner todo a punto, para nuestros cultos y para nuestras estaciones de penitencia, de preparar todos nuestros enseres para que luzcan lo mejor posible, de disfrutar de nuestra vocación de cristianos cofrades. Cada acto lleva consigo un montón de trabajo, de preparación, de buscar ideas, de reuniones, de malos ratos cuando algo falla, pero también de risas, de momentos vividos, de oración compartida, de alegrías y de satisfacción ante cada nuevo reto superado. Y sobretodo, para nosotros, vivir la cuaresma, es una forma intima, personal y profunda de prepararnos, para vivir el triduo pascual y celebrar la alegría de la Resurrección.
No dudes nunca de que intentamos disfrutar y vivir plenamente nuestra estación de penitencia, en ellas demostramos con orgullo nuestro ser cristianos y cofrades, pero no olvides que hasta llegar a ese momento, hemos vivido, muchos días de vivencias, de preparación y oración. Que ser cofrades para nosotros es mucho más que lo que un simple espectador, pueda ver desde la acera cuando hacemos nuestra estación de penitencia. Es vivir plenamente nuestro compromiso cristiano desde nuestro ser cofrade.
Coqui Bracho del Río
