Antes de comenzar, ¡feliz tiempo de Resurrección! Seguimos en este tiempo de alegría por la vuelta a la vida de nuestro Señor, coincidiendo ya con el inicio del mes de mayo.La primavera se ha terminado de instalar, con temperaturas quizás ya más de verano. Los campos verdes comienzan a amarillear y se alternan con un paisaje de amapolas, lirios, romero… y multitud de plantas y flores silvestres que nos anuncian la estación del año. Es el mes de las flores y, por tanto, el mes de nuestra Madre, María. Mes que dedicamos a Ella, muy especialmente en los centros escolares religiosos.
Y también es el mes que dedicamos a nuestro Patrón, el Señor de la Salud y de las Aguas. El pasado fin de semana ya fue ubicado en el altar mayor de su templo de San Juan, donde ya comienzan a llegar los peregrinos para realizar la novena ante Él. A Él nos encomendamos, como viene siendo tradicional, en este mes primaveral, de temperaturas altas y de resultantes campos florecidos, para que bendiga nuestros campos con esa agua tan necesaria para nuestro subsistir, que tan falta nos hace. Con la mente puesta en María y nuestras oraciones dirigidas a nuestro Señor de la Salud y de las Aguas, comenzamos la tercera semana del tiempo de Pascua, donde el evangelio de Juan nos relata la tercera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles, en una escena donde los apóstoles también son bendecidos al poder recoger el pescado que, sin la presencia del Resucitado, no hubieran logrado.
En este evangelio amplio pasaje, hay una escena de suma curiosidad, donde Jesús pregunta hasta tres veces a Pedro si le quiere y a él le hace el encargo de dirigir a su Iglesia, como primer representante suyo en la tierra. Es, por tanto, la escena donde comienza el patriarcado de nuestra Iglesia actual, al ser Pedro el primer Papa de la Iglesia.Pidamos, pues, en nuestras oraciones por la misión de nuestro Papa Francisco, para que sea continuador de cuidar del rebaño de la Iglesia de Jesús en la tierra, que sepa guiarnos fielmente al mensaje del evangelio y, sobre todo, que su mano sobre nosotros sirva para dirigirnos con la pastoral de la que está necesitada nuestra vida en común con Cristo.