Una Virgen bella, señorial, de siglos de historia, que ha padecido los avatares históricos (recordemos por ejemplo el irreparable daño ocasionado por la invasión francesa) y que aún se mantiene majestuosa en su camarín. Fue en 1989 cuando un grupo de parroquianos decidimos retomar la procesión que antiguamente y con otra imagen se venía haciendo por parte de los padres carmelitas para que la Virgen recorriera su barrio.
Cabe destacar algunas peculiaridades que desde ese momento suceden. La primera es que el Hermano Mayor era distinto cada año para brindar a diversas personas el privilegio de serlo. La segunda, el importe del exorno floral (antes y ahora)es el fruto de la colecta que se recauda entre los vecinos del barrio y la parroquia. Y la tercera, la ayuda que prestan otras parroquias, cofradías… para que la procesión sea posible…
Me gustaría destacar el año que procesionó desde Santa María por encontrarse El Carmen en obras, con algunos recelos por parte de la Cofradía de la Soledad, la cual no había procesionado ese año por el mismo motivo. Y sobre todo me gustaría destacar los momentos como cuando la Virgen es acercada a casa de personas enfermas o impedidas de su barrio para así darles un poco de alegría e intentar aliviar su carga.
La Virgen del Carmen, patrona de los marineros, encargada de velar por las almas del purgatorio que imploran su salvación, advocación que sirve de nombre a tantas y tantas mujeres, auxilio del que espera entregar su último aliento en este mundo de manera tranquila. Ella, que desde hace siglos preside la monumental iglesia, y ha acogido todas las plegarias de cuantos a Ella se acercan, la misma que gozó de un gran ajuar (basta con ver su grabado del siglo XVIII), donde se presenta con rostrillo, corona, San Simón Stock a sus pies, y 16 ángeles que le faltan a su peana, recoge ahora el amor de su barrio, de su parroquia, de un grupo de jóvenes cofrades que se afanan por engalanar las calles por las que pasa. Ella, en una parroquia medio cerrada, oyendo el murmullo del río de la Villa bajo sus pies, nos otorgue a todos lo que tanto deseamos. Flos Carmeli, Ora Pro Nobis.
José Antonio Narbona Galindo