domingo 7 diciembre 2025
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Preparad el camino al Señor: II Semana de Adviento

En el Evangelio de este segundo domingo de Adviento resuena la invitación de Juan Bautista: «¡Convertíos porque el reino de los cielos está cerca!». Con estas palabras Jesús dará inicio a su misión en Galilea; y tal será también el anuncio que deberán llevar los discípulos en su primera experiencia misionera.

El evangelista Mateo quiere así presentar a Juan como el que prepara el camino a Cristo que viene, y a los discípulos como los continuadores de la predicación de Jesús. Se trata del mismo anuncio alegre: ¡viene el Reino de Dios, es más, está cerca, está en medio de nosotros! Esta palabra es muy importante: «el Reino de Dios está en medio de vosotros», dice Jesús. Y Juan anuncia lo que Jesús luego dirá: «El Reino de Dios ha venido, ha llegado, está en medio de vosotros». Este es el mensaje central de toda misión cristiana. Cuando un misionero va, un cristiano va a anunciar a Jesús, no va a hacer proselitismo como si fuera un hincha que busca más seguidores para su equipo. No, va simplemente a anunciar: «¡El Reino de Dios está en medio de vosotros!». Y así el misionero prepara el camino a Jesús, que encuentra a su pueblo.

¿Pero qué es este Reino de Dios?, nosotros pensamos enseguida en algo que se refiere al más allá: la vida eterna. Cierto, esto es verdad, el Reino de Dios se extenderá sin fin más allá de la vida terrena, pero la buena noticia que Jesús nos trae y que Juan anticipa, es que el Reino de Dios no tenemos que esperarlo en el futuro: está ya presente y podemos experimentarlo desde ahora. Dios viene a establecer su señorío en la historia, en nuestra vida de cada día. La condición para entrar a formar parte de este Reino es cumplir un cambio en nuestra vida, es decir, convertirnos. Convertirnos cada día, dar un paso adelante cada día…

Se trata de dejar los caminos, cómodos pero engañosos, de los ídolos de este mundo: el éxito a toda costa, el poder a costa de los más débiles, la sed de riquezas, el placer a cualquier precio. Y de abrir sin embargo el camino al Señor que viene: Él no nos quita nuestra libertad, sino que nos da la verdadera felicidad. En este tiempo de Adviento, dejémonos guiar por la mano del Bautista: “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”. Nosotros preparamos el camino del Señor y allanamos sus senderos cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes, cuando con sinceridad y confianza confesamos nuestros pecados en el sacramento de la penitencia.

En este sacramento experimentamos en nuestro corazón la cercanía del reino de Dios y su salvación. La salvación de Dios es trabajo de un amor más grande que nuestro pecado; solamente el amor de Dios puede cancelar el pecado y liberar del mal, y solamente el amor de Dios puede orientarnos sobre el camino del bien. Que la Inmaculada Virgen María nos ayude a prepararnos al encuentro con este Amor.

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