Mensaje de las lecturas
· Primera Lectura: Números 11,25-29.
· Salmo responsorial: Salmos, 18. R.- Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
· Segunda lectura, Santiago 5, 1-6.
· Evangelio: Marcos 9,38-43.45.47-48.
Inicio de las Pastorales y Catequesis
Queridos hermanos: En nuestra cultura, este mes de septiembre que estamos terminando, tiene mucho de fin o de comienzo. Muchas cosas importantes no comienzan o terminan el primero de enero, sino están asociadas al final del verano. Así el comienzo de los colegios, o el inicio del año agrícola tienen mucho de inicio en una nueva etapa de la vida.
Y también lo es para nuestra vida de fe. Es verdad que el Señor no se ha ido de vacaciones, pero los cambios de hábitos del verano también afectan a nuestra relación con Dios. Pero la vuelta a la normalidad, esa que acompaña al curso escolar, también influye: comienzo de los cursos pastorales, de las catequesis.
En esta nueva etapa, en este curso pastoral, hay un hito que va brillando con luz propia, y que nos va a acompañar desde el día de la Inmaculada Concepción de María Santísima: es el Jubileo de la Misericordia.
Ha sido convocado por el Papa Francisco para recordar el medio siglo de la clausura del Concilio Vaticano II. Como nos indica su nombre, estamos convocados a ser testigos de uno de los grandes dones que Dios nos hace, de una de las expresiones más importantes de su amor.
Ser hijos de Dios quiere decir que debemos vivir siendo misericordiosos, aunque para ello debamos de cambiar nuestras actitudes vitales y de vida, incluso a nivel religioso, como nos pide Jesús hoy en el Evangelio. Lo hace con una nueva enseñanza a sus discípulos.
A veces hemos pecado en nuestra Iglesia de creer que tenemos la exclusiva de la salvación. Es cierto que recibimos del Señor la tarea de seguir adelante con la buena noticia de la salvación. Pero al “campo” de la salvación no se le pueden poner puertas que lo limiten. Como tampoco se puede limitar el amor de Dios, como a veces parece,
Porque Dios quiere estar presente en el corazón y en la vida de todas las personas a través de su amor. Jesús anuncia el nacimiento del reino de Dios, basado en la justicia y la paz. Este deseo no es algo exclusivo del cristianismo. También en nuestros días hay muchas personas que trabajan contra el mal y la injusticia de nuestra sociedad y, aunque, no son expresamente cristianos, muchos tienen actitudes más comprometidas con la humanidad que nosotros.
Así se comprende lo que Jesús pronuncia sus palabras contra la intolerancia que sólo permite el reconocimiento a aquellos que se inscriben oficialmente en la Iglesia, algo muy lejano de la misericordia, uno de los pilares de nuestra fe.
Por eso todo lo que dice Jesús, todas sus denuncias delante de sus discípulos van por este camino, a los que les pide que no le impidan actuar a nadie que sume en este camino del Reino, aunque “oficialmente” no sea de los nuestros.
Es más, su discurso viene a decirnos que nuestra tarea no debe ser impedir a nadie sumar, sino que nosotros debemos procurar el actuar bien, debemos ser interrogantes para los demás con nuestra vida en clave de fe.
Desde el principio la actuación de los cristianos ha llamado la atención del resto de los ciudadanos. Aunque ahora me parece que no por lo que debería ser (o como en los medios de comunicación apenas hay noticias positivas sobre la Iglesia, igual esa es la imagen que se proyecta, aunque no se ajuste a la realidad).
Ojalá el Señor nos ayude a ser testigos y testimonio de la Buena Noticia. Feliz y santo domingo a todos.
padre Juan Manuel Ortiz Palomo