Hoy celebramos la exaltación de la Santa Cruz, la victoria de Cristo sobre la muerte. Una victoria que no fue ganada con guerras o espadas, sino con la mejor defensa que puede tener un cristiano, el Amor. Hoy, nuestros ojos tienen que clavarse en los ojos del crucificado, y qué mejor que fijarse en los ojos de nuestro Patrón el Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas. Un Cristo que desde lo alto de Antequera, todos los días del año alza sus brazos a toda nuestra ciudad para derramar su gracia y bendición. Jesús, alzado en la cruz vela por nuestras vidas, y seguirá velando todos nuestros pasos por el gran amor que nos tiene el Padre.
La cruz es señal, escudo y estandarte del cristiano, en ella murió el Salvador y por ella encontramos la vida en la Resurrección. Por eso, siempre que rezamos o celebramos los sacramentos, hacemos la señal de la Santa Cruz. Es más, desde los inicios del cristianismo, la cruz ha estado visible y patente en todos los altares donde se celebraba la Eucaristía hasta nuestros días, presente en los hogares, colegios y centros públicos, hasta tal punto de llevarla consigo todos los cristianos. La cruz con el crucificado nos enseña a amar y a entregarnos a los hermanos, hasta el punto de dar la vida por los demás.
En el evangelio de hoy, encontramos el paralelismo entre el báculo de Moisés y la Cruz de Jesucristo. Al igual que Moisés elevaba el báculo para abrir el mar Rojo o la serpiente para curar a su pueblo, Dios eleva a su Hijo en la Cruz, no solo para curar las dolencias del género humano, sino para salvar y dar una vida plena a toda la humanidad caída por la discordia y el pecado.
Así, Jesús es elevado hoy en nuestros altares y en la vida de los cristianos, para que todos los que se fijan en él puedan obtener la felicidad que presenta el evangelio. Dios, no nos ha enviado a su Hijo para condenar o hacer que el hombre sufra; al contrario, Dios nos dio a su Hijo para que tengamos una vida plena, donde experimentemos el amor del Padre con nosotros, y con los hermanos.
En estos días en que Antequera entona himnos de gloria a Santa Eufemia, los hijos de esta ciudad estamos llamados a vivir como el Evangelio nos pide, siendo fuertes en la lucha con los leones que el mundo nos da, venciendo victoriosos como Santa Eufemia, muriendo en la cruz si hace falta como tantos cristianos que hoy son perseguidos a causa de su fe, y todo por Amor.