El Papa Francisco nos anima a hacer oración: “Qué lindo es rezar. Acérquense a Él. Dios es bueno”. Y nos pregunta: “¿Yo le quito tiempo al sueño, le quito tiempo a la radio, a la televisión, a las revistas, para rezar?”
Quizá tendríamos que quitar un poco de tiempo a nuestro sueño, a la radio, a la televisión, a las revistas o al ordenador. Y dedicar un poco más de tiempo a Dios en nuestra oración. Para estar cerca de Dios necesitamos hacer oración, necesitamos rezar.
Un sacerdote amigo me contó en una ocasión: “En el colegio donde trabajo es muy frecuente que los chicos entren al oratorio a saludar al Señor. Son visitas muy cortas, pero, sin duda, deben serle muy gratas al Señor que está en el sagrario”.
“Durante varios días observé que uno de los chicos de Primero de ESO entraba más veces de lo acostumbrado. Se quedaba unos segundos de rodillas junto a la puerta, miraba muy fijamente al sagrario y se marchaba.
“La curiosidad me venció y le pregunté los motivos de sus frecuentes visitas”. “Van a operar a mi padre del estómago, y vengo a pedirle al Señor que todo salga bien”. “Me olvidé del asunto. Pasaron unos días. Mientras estaba en la sacristía, después de haber celebrado la Santa Misa, aquel chaval se me plantó delante con un brillo especialmente alegre en sus ojos”.
“Éste es mi padre, me dijo, y la sonrisa le llegó de oreja a oreja”. “Apreté la mano de su padre y le dí mi enhorabuena. Miré al muchacho y entre los dos cruzamos una sonrisa igualmente cómplice”. “Aquel chico había conocido la bondad y el poder de Jesucristo; le había pedido con confianza y repetidamente al Señor por la úlcera de su padre y le dio gracias por el asunto resuelto”. “¡Bonito!, ¿verdad? Es bonito porque es verdad.”
La Beata Teresa de Calcuta manifiesta sin ninguna duda: “Sin oración, yo no podría trabajar ni siquiera media hora. La oración nos da fuerza, nos sostiene, nos ayuda y nos proporciona toda la alegría para realizar la tarea necesaria. Empezamos el día con las oraciones y la Misa y lo terminamos con una hora de adoración a Jesús. Para actuar de continuo y dar de continuo se necesitan las gracias de Dios: sin ellas, nos sería imposible vivir”.
Si confías en el Señor y en el poder de la oración podrás superar todos los sentimientos de duda, temor y soledad que suelen sentir las personas. Orar es fecundo. Hay que rezar mucho.
No se puede dejar la oración porque Dios existe. Pero rezar no es cuestión de técnica, sino de amor. ¿Cómo se aprende a rezar? Rezando. ¿Cómo se habla con Dios? Hablando. Y eso exige esfuerzo, lucha y entrega. Es decir, exige amar.
Cuando tengo un problema o algo que me preocupa, pido oraciones. ¿Podéis rezar por mí? Y me quedo muy tranquilo y muy agradecido. Porque me están ayudando de manera real y eficaz.
Rezar sirve. Hacer oración es útil. La oración no es una anestesia para que no duela, como se hace con un moribundo con muchos dolores.La oración no es un engaño para quitarse de encima a alguien que te dice que tiene un problema.
Quizá pedimos a Dios, y nos quejamos porque no nos oye. Pienso que muchas veces somos nosotros quienes no le escuchamos. Quizá la respuesta de Dios es: No dejes de rezar pase lo que pase. Es necesario hacer oración y no dejar de hacer oración.
Decía el Santo Cura de Ars: “Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal”.LA ORACIÓN ES VERDAD.
padre José María Valero