Ayer jueves, unos 60 peregrinos partían hacia Sevilla para comenzar el camino de setenta kilómetros que separa la ciudad hispalense de la aldea del Rocío. Un camino que cada año se presenta nuevo, donde se comparten nuevas experiencias con hermanos de siempre y otros que se suman a este peregrinar de devoción y fe.
Juntos esperamos poder concluir en este sábado nuestro peregrinar hacia la aldea. El sueño se habrá cumplido. Todos los preparativos habrán servido para hacer que este peregrinar sea lo más cómodo y fácil posible.
Pero todo ello no tendría sentido sin fe, esa fe que te lleva a no olvidarte de la razón por la que caminamos, del motivo por el que las doce del mediodía se hace tan importante en este peregrinar cuando llega el rezo del ángelus.
De ese momento en el que esperas llegar a la pernocta del viernes para recordar los misterios dolorosos de nuestro Señor, es lugar que se hace capilla improvisada y que nos regala Dios en forma de naturaleza para convertirse en altar improvisado para celebrar el banquete pascual.
Sólo si todo esto se vive podremos decir que no sólo hemos caminado, sino que hemos peregrinado. Quedan escasas horas para ese ansioso Lunes de Pentecostés en el que todos esperamos que el Espíritu Santo rocíe nuestros corazones y nuestras almas para poder retomar todas las fuerzas que son necesarias para construir, en pro de nuestra querida tierra antequerana, los valores y virtudes por los que se debe regir nuestra Hermandad.
Con este día, concluimos un nuevo tiempo de Pascua de Resurrección; ahora la misión es nuestra: debemos llevar el Evangelio a todos los hombres y mujeres que están en nuestro entorno más cercano.
Que el Espíritu Santo os colme de todo tipo de gracias, tanto a los que peregrinan hacia la aldea, a los que nos esperan allí en distintas casas como a los que os quedáis custodiando de nuestro bendito Simpecado, ubicado de modo extraordinario en el altar mayor de nuestra sede parroquial de San Miguel.
¡Y no lo duden! Si quieren estar más cerca de la Señora, acérquense hasta nuestra casa de San Miguel y recen por nosotros ante la imagen de nuestra Madre del Rocío que muestra nuestro Simpecado: los que estamos en la aldea ya rezaremos por todos los que aquí nos esperan. ¡Feliz Romería! ¡Feliz Día de Pentecostés!
Emilio Córdoba