jueves 14 noviembre 2024
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500 años celebran Los Carmelitas de llegar a Antequera en 1513

 
 
Como toda familia, Los Carmelitas tienen una historia y su historia con Antequera comenzó hace 500 años. Para quienes no lo sepan, recordaremos sus orígenes. La Orden Carmelita nace en las laderas del Monte Carmelo, en Palestina, a principios del siglo XIII. Era el tiempo de la Cruzadas y un grupo de aquellos soldados se da cuenta de que Dios no puede aceptar las armas, la lucha, la guerra, y al llegar a Palestina dejan las armas y prometen quedarse a vivir en Tierra Santa de por vida. Al llegar al Monte Carmelo, quedan impresionados sobre todo por el espíritu del profeta Elías tan arraigado en aquel lugar. 

 
Allí van a encontrar lo que necesitaban: silencio y tranquilidad para encontrarse con Dios. Comienzan a vivir en pequeñas cuevas excavadas por ellos mismos en las rocas. Su lema de vida era “vivir en obsequio de Jesucristo a imitación del profeta Elías y la Virgen María”. Más tarde, los árabes los expulsan y con mucho dolor regresan cada uno a su país, pero esto permitió que se extendiera la Orden Carmelita por toda Europa.
En cuanto a su presencia en Antequera, según consta en los archivos de esta ciudad, los primeros frailes en llegar fueron Fray Juan Ortega y Fray Agustín. Comenzaron a buscar sitio para fundar el convento y el Cabildo les concedió una ermita llamada de San Sebastián, hoy desaparecida, que estaba situada en la calle Fresca, llegando a Antequera el día 19 de octubre de 1513. El Cabildo puso como condición que en menos de un año, los carmelitas, comenzaran a levantar su propio convento de lo que da fe Alonso Torres, escribano público, siendo testigos Rodrigo Bonilla, Juan Ramos y el juez Pedro Narváez. Quienes concedieron la licencia para la edificación del convento fueron Pedro de Narváez, Íñigo de Arroyo, Rodrigo de Narváez y Francisco Chirino, regidores de la Ciudad, asignándoseles el sitio mayor y mejor que se pudo, donde se encuentra hoy la iglesia del Carmen, entonces extramuros de la ciudad… 
 
 
 
Al principio no tuvo patrono fundador, pero después se declararon como tales “los señores de Rojas”. Entre cuatro de éstos, levantaron la Capilla Mayor, procediendo a colocar los cimientos del Convento, pero se paró la obra, estando así por más de cuarenta años, hasta que Jerónimo Mathías Rojas, mandó en su testamento que, de sus bienes y de sus rentas, se acabase con toda perfección. Encargó esta misión a su esposa, María de Rojas Padilla, advirtiendo que era su voluntad que, si faltara su esposa, no pudieran sus herederos tomar posesión de la herencia si las obras no hubieran estado terminadas, determinación que expresó la generosidad de su ánimo y su profunda devoción a la Virgen del Carmen. 
Esto hizo que en vida de su esposa se dieran por terminadas las obras y  que Antequera pueda disfrutar de unos de los más bellos templos que se levantaron en toda Andalucía. El retablo de pino rojo que embellece la Iglesia, hace de la misma un marco incomparable en belleza y armonía.
La construcción del Convento se hizo de manera muy regular, con dos claustros muy adecuados, el Alto y Bajo; con una escalera muy espaciosa y suave… Y el coro con una sillería primorosa. La sacristía muy espaciosa y bien provista de ornamentos y piezas de plata labrada para el culto divino. 
Para su inauguración se celebró en Antequera en el año 1633 un capítulo provincial de los Carmelitas. Varios capítulos provinciales se celebraron a lo largo de la historia en esta casa, dos de ellos fueron presididos por los reverendos padres Generales de la Orden, ambos españoles… 
La observancia de la regla carmelita y el buen orden de la vida de sus frailes han hecho que sean muy queridos en Antequera. Pero en el año 1836, Mendizábal llevó a cabo una desamortización brutal: no sólo quitó sus bienes a la Iglesia para sacarlos a subasta, y así tener liquidez, sino que expulsó de España a todas las órdenes religiosas. Con mucha pena, también los carmelitas se tuvieron que marchar. El convento, sus bienes, su huerta, que llegaba hasta la Ribera, fueron subastados… El resultado ya lo sabemos: el convento despareció. 
Regreso en 1939 para crear una escuela
 
Pero en el año 1939, vuelven los Carmelitas a Antequera, para hacerse cargo de una pequeña escuela que había en la iglesia del Carmen. Como aquélla se hacía pequeña por el número de alumnos, se compró una casa en la Cuesta Barbacanas, actualmente vivienda de los padres Carmelitas, donde se impartirían clases hasta no hace mucho. En 1947, el padre Dionisio Nogales, ante la demanda de muchos padres antequeranos de tener un colegio de Enseñanza Media para sus hijos, adquirió la Casa Palacio de los Marqueses de la Peña de los Enamorados, que es el actual colegio. 
 
En el año 1999 el “Colegio Nuestra Señora del Carmen” hizo una serie de reformas necesarias para poder satisfacer las necesidades de sus 675 alumnos terminando las obras como hoy esos casi setecientos alumnos tienen la suerte de disfrutarlo…
 
Ahora, en el año 2013, la comunidad carmelita, la ciudad, festejan los 500 años de la primera llegada de los religiosos a la ciudad.
 
Los Carmelitas, ejemplo de formación cristiana y cultural a generaciones de jóvenes antequeranos 
 
El pasado día 16 de septiembre, festividad de nuestra Patrona, el Ayuntamiento de Antequera otorgaba una de sus más altas distinciones a los padres Carmelitas de Antequera. Más que merecida, sin duda, no sólo por su antigüedad, sumamente destacable, sino por su extraordinaria labor pastoral y docente, que les llevó a ser, desde hace muchos años, punto de referencia en la formación docente y moral de buenos antequeranos, muchos de ellos convertidos en grandísimos profesionales, en figuras en diversas materias de la vida, siempre con el “sello” que los Carmelitas, saben imprimir a sus alumnos, de rectitud, respeto, tolerancia y amor a Antequera. 
 
Es parte del fruto que conocemos hoy de la labor carmelita en nuestra Ciudad, pero es que si nos remontamos a cuatro siglos atrás, lograron enriquecer el patrimonio religioso-cultural antequerano con una de sus joyas más preciadas, ese triunfo del barroco que es la iglesia del Carmen, en torno a la cual creció uno de los barrios más grandes y destacados de la Ciudad.
 
Los Carmelitas, no se limitan a formar cristianamente a sus alumnos, como deseaban la enorme cantidad de padres que –según recogemos en nuestro periódico de principio de los años 40— querían una educación de este tipo para sus hijos, sino que los educan culturalmente, cívicamente, al máximo nivel como requieren las circunstancias de nuestro tiempo. 
 
Desde aquí, nos sumamos a las felicitaciones que estarán recibiendo, y que las próximas generaciones vean, vivan los próximos centenarios de presencia en Antequera. 
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