viernes 22 noviembre 2024
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Adiós a una figura auténtica del Flamenco: Juan Hatero

 
 
Tenía 79 años y nació en Huétor Tájar. Contrajo matrimonio con 19 años y tuvo seis hijos. A los 28, se fue a Alemania para ahorrar y poder comprarse una casa. Volvió con 40 años y cumplió su sueño en Villanueva de Algaidas, donde vivió hasta que se vino a Antequera para montar un conocido bar en la Avenida de la Legión, haciendo esquina con Picadero.

En una entrevista muy íntima, se confesaba “autodidacta”, y las primeras letras las aprendió de un tío suyo. Leía novelas del Oeste y de Corín Tellado, para luego aficionarse por la poesía popular, pero demostrando ya un profundo sentimiento: Federico, Machado, Rafael de León, Campoamor, Gabriel y Galán… le fueron forjando su pasión por el Folclore.

Nos contaba que la afición al Flamenco le vino de sus abuelos, cuyos toques de guitarra “se me fueron metiendo en la cabeza. Mi padre también cantaba y mi hermano Rafael… y a mí me encantaba, pero cantar no era lo mío, así que sólo lo hacía en reuniones de amigos y eso. Pero eso sí, estudiar, estudié mucho, empezando por los clásicos Tomás Pavón, La Niña de los Peines, Manuel Torre, Mojama… (que fue el primer cantaor que cantó por bulerías a compás), hasta terminar en los Antonio Mairena, “Fosforito”, José Menese”. En cuanto a los antequeranos, señalaba a Rafael España, José Chamizo, Luis Perdiguero…
 
No ocultaba sus críticas a “Camarón” –y a sus imitadores “que se quedaban con sus defectos, no con sus virtudes”, y reconocía que le gustaban Estrella Morente y “El Arcángel”, “pero cuando no hacen cosas raras, sólo cuando cantan por derecho, porque estos dos artistas saben lo que cantan”. Cuando su hijo, nuestro llorado Juan Casillas, empezó a cantar, “se bebía los discos de Fosforito y Menese, pero yo le decía que tenía que escuchar todos los discos que pudiera, para tener un estilo propio, y no copiar ni parecerse a nadie. Y creo que lo consiguió”. Consiguió que se le dedicara un memorial y el concurso que, precisamente, hoy llega a su final anual.
 
Sus muchos conocimientos, le hicieron figura reconocida en los más selectos ambientes del Flamenco –en Málaga le respetaban y consideraban— lo que le valió muchas conferencias, charlas, presentaciones de espectáculos, y numerosas distinciones. 
Amaba Antequera y hoy Antequera llora su adiós… ¡Hasta siempre, maestro! Nos dejó Juan Hatero Marfil.
 
 
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