lunes 11 agosto 2025
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Antonio Ordóñez llega a la Plaza de Antequera como novillero en 1950

Del sábado 19 al jueves 24 de agosto de 1950 se celebró la Real Feria de Agosto de Antequera de hace 75 años. Se seguía haciendo coincidir los festejos con las fechas marcadas por los monarcas que la hicieron dos veces Real, luego con el pasar de los años, se cambiarían a días más ventajosos para la ciudad.

Aquella feria tuvo un invitado que no se esperaba: el viento, la lluvia y la tormenta que privó a la ciudad de contar con más presencia de visitantes, especialmente en los primeros días. A pesar de ello, fueron seis jornadas con fiestas a lo grande, donde “la gente se ha divertido a gusto, y ya es bastante…” concluía como resumen de Feria nuestro periódico.

En los últimos años no se había contado con fenómenos meteorológicos adversos tan fuertes como el viento en esa feria “con esa violencia arrolladora con que se presentó el primer día, con acompañamiento de tormenta eléctrica y chaparrones”. Fue un “visitante molestísimo que todo lo desluce, y perjudica en general a todos los espectáculos, recreos y festejos. El público, naturalmente, se retrae, ante el azote del aire, y como además, la tormenta, que descargó en fuertes aguaceros en la noche del domingo, produciendo apagones en el alumbrado, siguió rondando el lunes y martes, fue sin duda motivo de que desistieran del viaje muchos forasteros, que, especialmente, de los pueblos del contorno, son habituales concurrentes a nuestra feria”.

Los más afectados, por un lado la iluminación, que se había preparado desde la plaza de San Sebastián pasando por calle Infante, Alameda hasta el Paseo Real, que en los primeros días, no pudo funcionar de forma adecuada. Y los dos circos que se instalaron que tuvieron que suspender sus funciones del “domingo y lunes; por cierto que en uno de ellos, al principio de una función y lleno de público, el aire se llevó el toldo y al caer uno de los palos que lo sostenían, lesionó a una mujer”.

Siguiendo con las actividades festivas, “el ferial no ha estado tan lleno como otras veces, de aparatos y casetas, pero las que había sólo el tercer día pudieron hacer negocio”, debido al temporal. Pero se disfrutaron de las actividades como una fiesta infantil en el Paseo que consistió “en la elevación de globos y hubo de dividirse en tres tardes consecutivas”. La Caseta oficial y en el Parque, hubo baile y música, donde la banda contó “con una animadora que con bella voz interpretaba la canción moderna, como ahora es uso en estas agrupaciones musicales”, clara referencia al estilo que se fue imponiendo con el tiempo.

Galas Andaluzas y la Orquesta Sinfónica

Dos espectáculos resaltan sobre todos los demás en aquella feria de 1950. Por un lado, la celebrada el martes 22 de agosto a las 11 y media de la noche.

Lleno “de bote en bote” recalca nuestro periódico para esa función folklórica que tuvo varias partes con 25 artistas en el ruedo y dos novilleros, José Rodríguez ‘El Coriano’ y Francisco Antequera, figuras del toreo cómico, “Los Paradistas Terrestres de la Raspa y La Niña de Hielo”, así como la presentación de “Galas Andaluzas” con Banda de Música y “dirigida por su animadora Carmina Triana”.

La Orquesta Sinfónica de Málaga, dirigida por Gutiérrez de la Puente, fue el otro espectáculo en la Caseta Municipal interpretando el siguiente programa “obertura de Rienzi, de Wagner y la suit Peer Gyny, de Grieg, constituyendo la primera parte del concierto. La segunda estuvo compuesta de «En las estepas del Asia central», de Borodine; «Tánger» (serenata), de González Palomares; intermedio de «Goyescas», de Granados; «Homenaje a la Tempranica», de Rodrigo; Preludio de «La Revoltosa», de Chapí y como regalo, la danza fantástica de Turina, «Orgía»”.

El debut de Antonio Ordóñez en Antequera

La Plaza de Toros no contó con el lleno esperado para la corrida de novillos, es más fue “poco más que mediana, cosa que no se había visto en ferias recientes”.

Fueron los novilleros Antonio Chaves Flores, Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez, saliendo los dos primeros a hombros “paseándolos entre aclamaciones por las calles, hasta sus respectivos alojamientos”. Destacamos el debut de Ordóñez, que en su segundo brindó “a su padre Niño de la Palma, que requerido por el público salió al ruedo mientras se abrazaban padre e hijo”, un prolegómeno de lo que sucedería en 1951…

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