Éste de Antequera, barroco del siglo XVIII y con una de las implantaciones más peculiares de la provincia debido a la pérdida y ocupación ajena de parte de su parcela primitiva, presentaba en 1990 un estado de ruina casi completo en sus dos cuerpos exteriores, la gran Nave y la casa del Mayordomo, los más antiguos –del año 1733– y de mayor presencia urbana, apenas manteniendo el primero su semisótano de tres bóvedas, y el segundo, la fachada y la sólida caja fuerte. El tercer cuerpo, la Panera, interior y más tardío, conservaba íntegra su geometría abovedada, si bien con humedades y menoscabos constructivos. Era el único estrictamente recuperable.
Por otro lado, la pérdida de tejados y coberturas primigenios en los cuerpos arruinados, el análisis geométrico y constructivo de sus restos, con peculiares anomalías, refuerzos y añadidos en sus trazas, junto a las escuetas informaciones de los documentos históricos conocidos –obviando lógicamente las contingencias habidas por la desatención y abandono de sus últimas décadas–, manifestaban patologías históricas, especialmente en la gran Nave, síntomas de una crónica incapacidad estructural para resolver con solvencia tanto los empujes de techumbres y cargas del material almacenado como la sustentación de la propia construcción.
Como resultado de la intervención, los documentos se archivan en la gran Nave y la Panera. En la planta baja de la casa del Mayordomo están los despachos y permanece la caja fuerte, ahora como soporte central; y en su planta alta, la sala de investigadores se asoma a la Panera a la manera de coro alto. Bajo la gran Nave, un recinto hipóstilo acomoda instalaciones y servicios, disponiéndose el resto como desahogo. En el exterior se reconsideran los tejados, en particular el de la casa del Mayordomo que actúa ahora como gozne, y se restituye la gran cornisa de piedra. El gran lucernario es el rotundo extremo de un eje que engarza discretamente los tres cuerpos…