El fatal desenlace llegó a su casa casi a la hora que tenía que haber vuelto de su turno.
“Quien soñó ser mecánico y bombero, vivió con pasión por su familia, sus compañeros y su trabajo” terminaba la vida terrenal que empezó un 28 de agosto de 1971. Y empezaba la celestial que demostraba que para ser héroe, no hay que tener capa, hay que ser solo un apasionado por su vida y trabajo en el que no le importe salvar a los demás, aunque le cueste la suya.
A partir de ahí, su muerte pasó a ser noticia de los medios de comunicación con muestras de condolencia. Estas páginas dejan por escrito cómo se convirtió en héroe un padre, un bombero, un antequerano que lo dio todo por los demás. Un orgullo para sus compañeros, pero sobre todo, para su familia.