La Real Feria de Agosto del año 2000 sirvió para mostrar que cambiar sus fechas, no benefició a la misma. Para hacerlas coincidir con sus días marcados por los monarcas, 20, 21 y 22 de agosto; se cambiaron en nuestra ciudad su celebración comenzando el jueves 17 de agosto y terminando el martes 22, siendo el lunes 21, festivo local.
De jueves a domingo, fueron días aceptables y con bastante presencia de público en sus distintas actividades, pero los dos últimos días, 21 y 22, fue nula la presencia de antequeranos y más aún, de visitantes. Al año siguiente, se volvió a apostar por terminar dicha festividad en fin de semana, algo que se ha mantenido hasta la fecha.
Nuestro resumen de dicha feria mostró lo que fueron esas fiestas, donde se evidenciaba un cambio, que llegaría pocos años después.
Nuestro actual director, Antonio J. Guerrero firmaba esta apreciación de las fiestas: “Se precisa un gran plan de choque, así como acelerar las nuevas instalaciones, ya que el real actual se ha quedado chico y obsoleto. Parecer mayoritario de la gente del desacierto de las fechas de este año, de jueves a martes y el lunes como fiesta local. La Feria ha de terminar en un día festivo, y no en uno laborable, así como dejar a ser posible, el fin de semana para los últimos días, siempre y cuando respetando las fechas tradicionales y no coincidiendo con las de la capital. La noche del lunes y el martes fueron pésimos días de concurrencia, tanto en la feria de día como la de noche. Como resultado, más que una gran feria de agosto, ha sido una buena feria de primavera”.
Comenzó la Feria con el pregón y nombramiento de regidora en la noche del jueves 17, que recayeron en Óscar Orzábal y Socorro Luque Luque, respectivamente. Contaron además con concierto previo ofrecido por Ángel Sanzo y Rosa Miranda que recibieron ovaciones por los presentes, que conocieron asombrados la maestría de la voz de la soprano, acompañada por el ya más que conocido y premiado, pianista.
El argentino basó su relato en cómo su esposa y él “conocieron la existencia de Antequera, cómo llegaron hasta aquí, y cómo fueron acogidos por los antequeranos todos. Magistral el Pregón, sentido y hecho con el corazón y, por tanto, dotado de esa belleza sencilla y sublime de lo que se hace con agrado y con deseo; verbo elegante con ese dulce acento argentino y exposición de cómo nos ven a Antequera y a los antequeranos, personas de tan fina sensibilidad. Por eso, insistimos, no hubo halagos gratuitos, que se hubieran”, escribió del acto Ángel Guerrero. Al finalizar el mismo, se procedió a la inauguración del alumbrado extraordinario con cabalgata.
Las actuaciones del año 2000
En aquellos años el auge de los coros rocieros se hizo notar, y con ellos, contaron con su habitual encuentro, el quinto. Participaron entonces los coros: “Rebujito, Santa María La Mayor, Amiflor, Romeros de Cartaojal, Aromas de las Cañas de Cañadas de Pareja y Los Remedios de Antequera”.
Junto a los coros, el XIII Festival de Verdiales con la presencia de las pandas: Santón Pitar, estilo montes; Primera de Comares, estilo comares; y de estilo Almogía, Las tres hermanas de Campanillas; Peña El Torcal de La Higuera; Azahar de Villanueva de Algaidas y Panda de Verdiales de La Joya.
Citas tradicionales en Feria que siempre atraían público, así como la actuación del grupo Azucena y también la Exhibición de Enganches que se vivía en el coso taurino y por las calles de la ciudad.
Como actuaciones que brillaron en aquella Feria, están la de Siempre Así, que realizaron tras el encuentro de coros rocieros y la de Tam Tam Go!, en el resurgir del grupo que tuvieron aquel verano del año 2000 con “Atrapados en la red”. Los hermanos Campillo ofrecieron un gran directo que sorprendió a muchos, y como nota negativa, era la época en que las sillas ante las actuaciones se quedaban, a pesar de que fueran conciertos para la juventud, lo cual les molestaba a ellos y a los mayores que las ocupaban.
Completaron el cartel de conciertos El Barrio y José Manuel Soto, ambos flojos, unos porque les falló el sonido y otro, porque tuvo que lidiar con la desidia del último día de feria, siendo martes. La nota destacada para cerrar estos festejos, los 16 minutos de fuegos artificiales con los que se contó.
Los toros y la ópera Don Juan de Távora
La mejor venta de entradas que contó la Plaza de Toros en aquella Feria, fue para el “Don Juan en los ruedos” de Salvador Távora, anunciado como una corrida andaluza a la usanza del siglo XIX.
Una ópera nada corriente con rejones y faena con Javier Conde, Ángel Peralta, Álvaro Montes y Javier Puerta, acompañados por el baile y la Banda de las Tres Caídas de Triana en los sones. Una gran noche “con el público exaltado en sus ovaciones de despedida”.
En cuanto a las corridas, la goyesca celebrada el día 18 con Morante de la Puebla que se iba a torear de noche al Puerto de Santa María y se notó su prisa; José María Manzanares que se llevó una oreja, y Julio Aparicio quien sustituyó a El Cordobés, saliendo a hombros con dos orejas. Al día siguiente, Finito de Córdoba, Víctor Puerto y Javier Conde tomaron el relevo, llevándose los premios los primeros, aunque Finito, renunció a salir a hombros. Y los rejoneadores, en la última a las 22 horas, Álvaro Montes, y Diego Ventura y González Porras, que salieron a hombros.
El comienzo del fin de las casetas de noche
La Feria de Mediodía estaba en su máximo apogeo, y los bares próximos vivían grandes tardes con la fiesta; por contra, el detrimento iba cayendo en la noche y más, cuando en las dos últimas jornadas se sufrió el calendario elegido.
Seguía siendo referente la Caseta de Santa Eufemia, con sus puntazos dando ambiente sin freno a la calle Calzada, donde Manolo Bar, Maruja Limón, La Gua Gua y el Madrona, acompañaron en la fiesta, y Caseta El Patio de jóvenes entusiastas. Se sumaban también las casetas de Estudiantes en su patio, Arriba en la hoy Academia de Antequera, Dolores, Consuelo y Abajo tenían sus casetas en los bajos de Fernández Viagas; el Rescate en calle Trasierras; el Rocío en los Salones de Pura P. Vale y el Rincón Cubano de la Juventud en Calle Purgatorio.
La fiesta se prolongaba hasta la noche, lo que hizo ya entonces mermar la afluencia, sobre todo, de la juventud a las casetas nocturnas. La Airosa, Los de Arriba, El Mayor Dolor, y Er Botío, “rivalizaron en buen servicio, en abundancia de platos de cocina y buenas bebidas, en ambiente y decoración” y las de juventud tenían la marcha en La Madriguera, el PGB, el Tikitón y el Aguaero. “De nuevo se notó una menor presencia de gente. Los mayores tienen como alternativa las terrazas de verano (sin polvo ni ruidos excesivos), y los más jóvenes se ponen a tono antes en la Glorieta”, comenzaba el botellón que terminó por lastrar las noches de Feria de Antequera.