La presencia en el Corpus tuvo paréntesis por criterios del clero, entre otros, como en 1927 cuando se dejó de procesionar a la Santa junto al Corpus. El vicario arcipreste José Moyano Sánchez justifica la decisión: “Desde que tomé el cargo y vi la forma en que se celebraba la procesión del Corpus… pensé, no sólo darle a la ceremonia mayor esplendor, sino cumplir lo que dispone la Ley con respecto al culto del Señor Sacramentado; pues así como cuando el Rey está presente se excusa el saludo a los inferiores, así también debe suspenderse todo otro culto ante la Real Presencia de la Hostia Consagrada… En cuanto a la Patrona de Antequera, haré gestiones cerca del Ayuntamiento para que se saque en procesión, bien en su día, o en el domingo más próximo, como se hace en Málaga”.
Ese mismo año, se celebra la función votiva
“costeada por el Excelentísimo Ayuntamiento”. Al haberse suspendido su procesión en el Corpus, se estudia hacerla el día 16 de septiembre para próximos años. Se pide la creación de una hermandad, ya que al dejar de salir en el Corpus, se deja de organizar su procesión.En 1928, Santa Eufemia vuelve a trasladarse para el Corpus Christi, pero para recibir culto en la Octava en San Sebastián, pero sin salir en la procesión. Regresó a su templo en la procesión de la Octava el 14 de junio, saliendo desde la iglesia mayor y pasando por calles Lucena y San Pedro. Sería el inicio de su presencia como Altar.
Y llegan los años difíciles, en 1934, el vicario Nicolás Lanzas García, pide en la función del día 16, que los devotos costeen la misma, ya que la situación política lleva al Ayuntamiento a desentenderse de ella. En 1935, acude una orquesta, dirigida por Juan García Mármol, organista oficial de la Iglesia Mayor (abuelo del actual director de la Coral María Inmaculada, Ángel García Acedo). La Guerra no suspende la función votiva del 16En 1936, la función votiva se traslada a San Sebastián, ya que las monjas tuvieron que salir del convento unas dos semanas por la Guerra Civil.
“Se llevaron a la imagen de Santa Eufemia a San Sebastián, ya que las monjas estaban salvarguardadas en diferentes casas de acogida, pero a la hora del día 16, se reunieron todas en San Sebastián para rendir culto a la Patrona. Las religiosas estaban vestidas de seglares, por precaución, y era Madre Superiora Madre Trinidad de San Francisco”, recogen desde el Convento.
En 1937, se recupera la fiesta de la Santa con todo su esplendor. El jueves, 16 de septiembre, fiesta local, el Ayuntamiento salió bajo mazas y con el Pendón
“de la Casa Consistorial, presidiéndolo el comandante militar, don Andrés Arcas Lynn, que iba acompañado por el alcalde don León Checa Palma. Llevaba el Pendón de la ciudad el teniente de alcalde don José Herrera Rosales”.
Detrás marchaba la Banda municipal y una falange de cadetes, mandada por el camarada Casaus Bonilla. Al llegar a la comitiva ante la iglesia Mayor, se le incorporó el Clero de la Colegial y Parroquias de esta ciudad, presidido por el vicario arcipreste Rafael Corrales Guerrero, quien portó la casulla de Santa Eufemia del siglo XV, quien contó con los diáconos Juan Ramos y Pedro Pozo, el que luego fue párroco de San Isidro e impulsor de los monumentos al Corazón de Jesús y de María.