Las penurias económicas marcan las épocas, como la de hace 100 años en Antequera. El mes de diciembre llegó a nuestra ciudad marcado por el frío y por la llegada de mucho más, como pronosticaban desde Francia. Las familias empobrecidas donde la falta de alimento y ropas de abrigo era más que latente, guiaban las obras de caridad de la ciudad.
Esas ayudas, limosnas o aguinaldo, pueden darle el nombre que estimen, se hacían a través de distintas agrupaciones, desde el Ropero Escolar Niño Jesús, a la congregación de San Vicente Paúl, el Asilo del Capitán Moreno, o vías particulares como la que se realizó a los presos aquella Navidad.
Todas esas acciones eran bienvenidas puesto que seguían siendo tiempos de ser pobres, muy pobres. Grandes diferencias que por fortuna, van cambiando, pero no piensen que esto se ha acabado, la pobreza sigue existiendo hoy día.
La Navidad de 1925 en Antequera no ofrecía nada pintoresco. La Nochebuena se vivía en familia con la asistencia posterior a las misas del Gallo en los distintos templos de la ciudad y de la Nochevieja, se nombraba poco, al menos, en las páginas de nuestro periódico.
En la edición del 29 de noviembre se publica ese pronóstico meteorológico: “El próximo invierno hará un frío que sólo se conoce cada 186 años. Según la Prensa francesa, M. Bigourdin ha presentado en la Academia de Ciencias de París una nota del abate Gabriel sobre la aplicación a la Meteorología del ciclo lunisolar de setecientos cuarenta y cuatro años. Este trabajo tiende a hacer descansar la previsión a largo plazo sobre una base astronómica. La duración, relativamente corta, de las observaciones meteorológicas, no permite actualmente una comprobación completa de las nuevas hipótesis. Sin embargo se ha comprobado que la periodicidad, no sólo de los setecientos cuarenta y cuatro años, sino aun de trescientos setenta y dos y aun general-mente, la de ciento ochenta y seis años, se aplica con aproximación de un año a la serie de grandes inviernos y de grandes veranos. Así, el gran invierno de 1895 corresponde a los terribles inviernos de 1709 y de 1524. Aun teniendo en cuenta un margen de incertidumbre, el abate Gabriel considera probable que en 1926 vuelva el invierno largo y riguroso que corresponde a los de 1740 y 1554”. Una previsión, que si nos animamos podríamos repasar la historia para saber si se cumplió o no.
Atendiendo a esas temperaturas no todo el mundo podía contar con telas, ropas de abrigo y mantas, por lo que las actividades caritativas iban encaminadas a abastecer a las familias.
Aguinaldo a los soldados
Cruz Roja era uno de los principales organismos para llegar a distintas partes de nuestro país, y Antequera contaba con una asamblea local que se unía a aquellas directivas que marcaba la organización para España.
Desde Antequera se sumaron a “El aguinaldo del soldado” aportando desde nuestra ciudad para comenzar 250 pesetas a los que sumaron “14 pares de calzoncillos, tres pañuelos, dos chalecos de bayona, dos camisetas y cuatro pares de calcetines”. Aportando además las aportaciones del Círculo Recreativo (100 pesetas), Círculo “La Peña” (50), Sindicato Católico Agrícola (50), Mariano Sansebastián Cabrera (25) y Antonio Gallardo Pozo (5). En total 480 pesetas.
Ropero Escolar del Niño Jesús
El 14 de diciembre de 1925 a las tres y media de la tarde en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Antequera se procedió al reparto entre los escolares de ropas de abrigo, acto perteneciente al Ropero Escolar del Niño Jesús.
Recibían estas prendas los alumnos de ambos sexos de los centros públicos de primera enseñanza de Antequera. Presidieron el acto el alcalde Carlos Moreno, el vicario José Moyano, el juez de instrucción Mariano Lacamba y los comandantes Ismael Silva y Francisco Cortés.
Antes de comenzar la entrega de ropas y de una rifa de una mantelería, el profesor y secretario de la Junta del Ropero, Antonio Muñoz Rama leyó las cuentas del año. Resaltamos las mismas porque desde el 1 de diciembre de 1924 al 30 de noviembre de 1925 el Ropero había recibido 2.349,31 pesetas; habiendo gastado exactamente esa cantidad en compra de telas en las tiendas de Rojas, Navarro, Pino, Berdún y León.
Firmaba esas cuentas, la tesorera, Mercedez Rodríguez. Se repartieron “vestidos y blusas, en cantidad de unos seiscientos” terminando el acto con reparto de café, dulces y coñac.
Nuestro periódico refleja lo que para todos era un sentir, que tan encomiable labor no tuviera más reflejo público y resonancia transformada en ayuda: “Lástima grande que fundación tan altruista no se vea ayudada económicamente en la medida que requiere la alta finalidad que persigue, pues el ideal sería que este reparto de prendas fuera más frecuente y abundante en ropas interiores, que especialmente en esta estación proporcionara a los niños necesitados el abrigo de que en general carecen. Y lástima que el acto confortador de estos repartos no se haga más público, para estímulo y ejemplo, y con asistencia de cuantas personas pudientes sienten amor acendrado por la infancia y gustan de practicar la caridad, que en Antequera cuenta con buenos paladines, sobre todo entre las damas”.

Conferencia de San Vicente de Paúl
En el día de Navidad, la Conferencia de San Vicente de Paúl en sus locales de la iglesia de Santa Clara procedió al reparto de “Pascuas entre los pobres de la benéfica obra”.
Fueron 36 lotes compuestos por “mantas, bayetas y muselinas en abundancia” a lo que se sumó un bono de tres pesetas “con el que podían adquirirse comestibles”.
Cabe destacar fuera de estas actividades benéficas, que la ciudad vivía la Navidad. Uno de los puntos importantes que se disfrutaban para todos los públicos era el programa de conciertos de la Banda de Música que ofrecía en el Paseo de Alfonso XIII. Esta actividad comenzaba en el día de la Inmaculada, pero este año debido al mal tiempo, se había tenido que suspender.
No por ello, dejaron de hacerlo y centraron las actuaciones los días 25, 27 y 28 de diciembre celebrándose en el mismo lugar de dos a cuatro de la tarde. Para los dos últimos días interpretaron entre distintas piezas “Saludo a Antequera”, por Millán; “La viuda alegre”, por Franz Lehar.“¡Es la alegría que pasa!”, por Beneyto; “La toma de Alhucemas»”, por Rivera o el fado de las zarzuela “Las Meninas”.
El día de Reyes en el Asilo del Capitán Moreno
Como era habitual en el Hospital de San Juan de Dios en la tarde del día de Reyes se entregaban regalos a los huérfanos de la ciudad. En este 6 de enero, ya de 1926, se repartieron prendas entre 120 párvulos inscritos de las escuelas graduadas de Antequera, recogidos por este Asilo.
Contaron con reparto de meriendas a base de “roscas, huevos, chorizos, pan de higo, mantecados y alfajores” además de cortes para prendas de abrigo y baberos. Se lamentó que el reparto no pudiera ser mayor y al no alcanzar los juguetes para niño, se decidió comprar un “tragabolas y otros objetos que servirán de recreo a todos”.
Dicho día también, como recoge en una carta dirigida al director de nuestro semanario, hubo obsequio para los presos de la cárcel del partido. Y para que constara el agradecimiento por ello, hicieron llegar la carta. En ella reflejan que el día de Reyes, “don Luis Moreno Rivera, cuyo señor les remitió un esportón de mantecados”. Dando las gracias de este modo al caballero por tan noble gesto.
Por otro lado, el año 1925 se cerró en Antequera con 1.184 nacimientos y 663 defunciones, así como 190 matrimonios; según los datos que se recogían del partido judicial de Antequera y que publicaba nuestro periódico en la primera edición de 1926.
Así pasó la Navidad de hace 100 años que analizamos en profundidad, porque nada de aquella época ahora nos resulta tan habitual. Pero hay algo que se mantiene en el paso de los años, ahora tanto tiempo después, los antequeranos seguimos siendo generosos con aquellos que más lo necesitan.
Eso no cambia, y deseamos que siga así por mucho tiempo más. Quizá dentro de cien años nos lean y hagan el mismo análisis de la época que nosotros.





