domingo 24 noviembre 2024
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Espacios acústicos para la Música en Antequera

 
 
La música estuvo presente en mi vida antes que la arquitectura. Ella me ha acompañado siempre y continúa siendo una de mis grandes aficiones. La música es en mi opinión uno de los mayores placeres de los que el ser humano puede disfrutar.
Por suerte, y también por desgracia, tengo el don de tener un oído muy sensible, aunque no culto y educado, como el de muchos amigos músicos que tengo. Por supuesto, no sé distinguir entre un fa y un la, o entre un sostenido y un bemol, pero sí puedo hablar de frecuencias, presión acústica, brillo y calidez, tiempos de reverberación, etcétera.

Muchas de las cualidades de un sonido van a depender de la fuente de emisión: la potencia, la frecuencia, la divergencia…; pero además estarán condicionadas por el espacio que rodea a dicha fuente e, inevitablemente, por la situación del oyente en cuanto a distancia y posición en el espacio.

La percepción de la música se realiza a través de una correcta y feliz combinación entre el sonido directo y el sonido reflejado. El primero es el que proviene directamente de la fuente emisora sin que colisione con ningún obstáculo, y el segundo es el que nos devuelven las paredes, el suelo, el techo o cualquier otro elemento lo suficientemente grande como para reflejar un sonido sin llegar a absorberlo totalmente. Recuerdo la sensación de ‘falta de sonido’ las primeras veces que le pedíamos a mi hija tocar el violonchelo en un exterior muy abierto, y era precisamente porque faltaba el sonido reflejado.

Si nos imaginamos este sonido reflejado viajando a cámara lenta (recordemos que el sonido se desplaza a una velocidad de unos 340 m/s), podemos entender mejor que éste nos llegará con cierto retraso respecto al sonido directo, debido a que su recorrido es mayor. Al tiempo que tarda en llegarnos el sonido reflejado, o la suma de sonidos reflejados, lo llamamos tiempo de reverberación. Cada tipo de música se asocia a un tiempo de reverberación. Por ejemplo, un instrumento solista necesita un tiempo más corto, de en torno a 1 segundo, mientras que la música coral requiere hasta 2,3 segundos.

 

Hay que recordar que todo espacio que se destine a la música no amplificada electrónicamente necesita una concha acústica adecuada, cuya finalidad es potenciar correctamente ese sonido reflejado. La concha acústica debe poseer una serie de superficies con unas características determinadas que no alteren la coloratura del sonido.

Lógicamente, el sonido directo necesita estar visible al espectador, por lo que se estima adecuada una tarima de entre 80 centímetros y 1 metro por encima de la zona de butacas. Si el público es infantil, es más necesario aún que los músicos sean visibles, lo cual ayudará a mantener la atención de los más pequeños.

Por último, tenemos que apuntar que todo espacio escénico necesita un eficaz aislamiento de los ruidos molestos que provengan del exterior o de las propias instalaciones.
Aplicación en los espacios de Antequera

Una vez apuntados algunos parámetros relacionados con la acústica de los espacios destinados a la música, me gustaría hacer el difícil intento de valorar aquellos lugares de Antequera que se suelen destinar a la interpretación de música sin amplificar.

Iglesia San Juan de Dios: De propiedad municipal y con programaciones interesantes durante casi todo el año. Los músicos se suelen situar en el mismo plano que el público. Apenas hay efecto concha y la nave transversal dispersa casi todo el sonido reflejado. Tiene un gran pasillo central propenso a distracciones y que reduce el aforo, unos bancos insufribles y un escasísimo aislamiento del exterior. Todo ello hace que este espacio sea uno de los menos adecuados para instrumentos solistas o pequeñas formaciones. Desaconsejable para actuaciones infantiles.

Teatro Torcal: De propiedad municipal. Concebido en su última remodelación como cine, presenta una acústica adecuada sólo para este fin. Aunque tiene una capacidad para algo más de 400 espectadores sentados, posee un buen aislamiento respecto al exterior y la tarima es visible desde todas las butacas, el material absorbente que reviste su interior hace que no sea idóneo para la música no amplificada, y aún menos para la música coral. Se encuentra pendiente de una sustanciosa remodelación para recuperar sus características acústicas originales.

Iglesia San Agustín: Propiedad de la Iglesia. Los músicos se suelen colocar frente al altar o rodeando éste si se trata de un gran coro. Al estar elevado y no contar con nave en cruz, la acústica mejora sustancialmente sin llegar a ser excelente. Una elevada difracción produce una falta de percepción de la presión sonora a partir de en los bancos de la mitad hacia atrás.

Iglesia San Francisco: Propiedad de la Iglesia. Los músicos se colocan al nivel del público. Las naves laterales dispersan el sonido reflejado. El pasillo central es muy ancho. El resultado, una vez más, es que se sufre de una mala acústica sentado. No apta para actividades infantiles.

Salón de actos de la Antigua Casa de la Cultura y sede del Conservatorio Elemental de Música: Tiene una tarima elevada y paredes paralelas. Las dimensiones son adecuadas para pequeñas formaciones. En vez de concha acústica, cuenta con unas cortinas muy absorbentes que anulan el sonido reflejado. 

Templete del Paseo Real: Tras su última remodelación, en la que se ha añadido una barandilla de cristal que evita que el sonido directo llegue al espectador, junto con la falta de una concha acústica, hacen que este espacio se haya convertido en un lugar nada adecuado para la música. Más información, edición impresa sábado 18 de junio de 2016 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción).
 
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