Juan Burruecos Ruiz, de 84 años, es una de esas personas que, después de haber pasado por buenas y malas etapas en su vida, ahora tan sólo se conforma con un hogar donde vivir: su hogar, su casa de toda la vida. Y allí vive, junto a Carina, una perrita de 3 años que le acompaña a todos lados.
Esta semana les contamos la historia de una de las pocas personas que se ha resistido a dejar su casa del Tercer Callejón de Esparteros, una zona que sufre desde hace 16 años de corrimientos de tierra y cuyas casas acumulan grietas de varios centímetros.
“Esto está llamado a desaparecer, incluso mi casa, veremos a ver lo que pasará”, lamenta Juan. Todo ello, por culpa de filtraciones de agua que llevan a la aparición de grietas con peligro de derrumbe y que ha provocado que uno a uno, todos los vecinos de la zona hayan abandonado sus casas, tapiándolas y esperando una futura solución administrativa.
Todos menos él. Juan, se resigna cuando recuerda su situación: “En esta casa llevo casi 60 años y me crié en una casa cerca de aquí. Cuarenta mil pesetas me costó esta, la eché abajo y la arreglé completamente nueva, yo estoy muy a gusto aquí”.
‘Esta es mi casa, tengo todos los papeles en regla’
Los vecinos se marcharon hace años a un piso de alquiler que gestiona el Consistorio: “A todos les han dado una casa, pero a mí no porque yo dije que no. Esta es mi casa, tengo todos los papeles en regla”.
Pese a resistirse a marcharse a otro lugar y a no reconocer la importancia de las grietas de las casas que tiene a su alrededor, nos enseña su habitación. Allí, junto a una gran cama que compartía con su fallecida esposa, se encuentra una de las grietas más llamativas de su casa: “En mi casa sí hay grietas, hay una en mi habitación, está junto a una casa que está cerrada y que nadie puede ver nada. Lleva unos 7 años y sigue igual, ni se ha puesto más pequeña ni ha crecido”.
Al quedarse en su domicilio de Tercer Callejón de Esparteros, Juan Burruecos tuvo que disminuir una planta del edificio por peligro a un derrumbe: “Este piso tenía otra planta y decían que el piso era muy grande y que se podía caer. Al anterior Alcalde le dije que si no querían dejarlo en pie que lo echasen abajo y que al menos le dejasen una planta baja, que es lo que hoy tengo, todo lo de arriba lo he perdido”.
Por eso, reclama que a él le tendrían que hacer “dos viviendas, una para mí y otra para mi hijastra”, en concepto por las modificaciones sufridas en su casa primigenia, que contaba con dos plantas. Junto a Juan, varias familias esperan una solución para sus viviendas, que está en trámite. Dicho trámite pasa por el acuerdo “tripartito” entre la Junta de Andalucía, el Estado y el Ayuntamiento de Antequera, apoyado por los fondos europeos.
Según lo acordado en un primer momento, los compromisos de las Administraciones son: 343.575 euros por parte del Estado, la Junta aportaría 536.624 euros para la edificación y el Ayuntamiento 316.678 euros para la edificación y 220.000 euros para la reurbanización de la zona de Esparteros.
“Ahora dicen que van a hacer allí abajo, por la Cruz Blanca, donde estaba la cochera de autobuses”, repara Juan, admitiendo que él se iría, “pero me tendrían que poner todo como lo tengo aquí o si no, no me voy”. En el lugar donde se encuentra su domicilio, al igual que el de otros vecinos, sería completamente derruido y reurbanizado, aunque a Juan no le hace mucha gracia esa idea, subrayando que se podría poner “lleno de borrachos durante las noches”.
La resistencia del vecino de Callejón Esparteros
El Tercer Callejón de Esparteros es una de las zonas más afectadas en nuestra ciudad por corrimientos de tierras, que sufren desde aproximadamente el año 2000. Juan Burruecos, es tan sólo un ejemplo de esos mayores que se resisten a dejar su hogar de toda la vida, porque ahí han pasado sus horas y sus días: “Todos diciendo ‘yo me voy, yo me voy’ y un vecino que tenía aquí me preguntó que si me iba y le dije que no, mi casa está arreglada, ni me fui ni me voy”.
Ahora, tan sólo espera que haya una solución para los vecinos que ya no viven junto a él. Juan, ya tiene su solución: seguir el resto de su vida en el Tercer Callejón de Esparteros.
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