Año 1925, hace 100 años Antequera se disponía a vivir sus días de feria, preparando y engalanando sus rincones para lucir para propios y foráneos. Una ciudad que esperaba estos días para aprovechar el momento y así, ver enriquecidos los bolsillos para comerciantes, ganaderos con su feria de Mercado, y tantos otros establecimientos que sin duda, se preparaban para la Feria de Agosto.
Cuatro días concentrados, del jueves 20 al domingo 23 de agosto donde la actividad se desarrolló desde el Paseo de Alfonso XIII a la Plaza de Toros, concluyendo días después con las becerradas y verbenas que organizaba el Círculo Mercantil, en dicho año, a beneficio de la Gota de Leche que abrió ocho meses antes.
No se organizaban en aquellos años las Ferias con mucha antelación, ya que normalmente, se repetían los programas con los conciertos de música, las corridas de toros, las verbenas y algunas actividades deportivas.
No por ello, siempre traían alguna sorpresa, pero las comisiones de festejos no eran permanentes en el Ayuntamiento, sino que cambiaban con los meses y años, lejos de lo establecido en nuestra actual época.
La Junta de Festejos de dicho año se decidió que estuviera formada, en sesión del 31 de julio de 1925 por “los señores Rojas Pérez, Cuadra Blázquez, Blázquez Pareja, Lora Pareja, Pérez de Guzmán, Berdún Adalid y los directores de los periódicos locales”. Aquí nuestra edición, dos días después, publicaba en sus páginas la negativa a participar en dicha Junta: “El periodista verdadero (buen ejemplo de ello nos lo dan los maestros del periodismo) no debe salirse de su misión, sin renunciar a serlo, para aceptar cargos, puestos y prebendas que le muestren como interesado en lo que defiende o ataca, posponiendo sus miras particulares al interés público. Es, pues, criterio de los que actualmente escriben en EL SOL DE ANTEQUERA no tomar parte, ni aceptar cargos de entidades, comisiones o juntas cuya labor haya de ser objeto, una vez rematada, del comentario periodístico”. Nuestro director entonces, Francisco Muñoz Burgos, declinó el ofrecimiento; no sabemos si aceptó finalmente, Manuel León Sorzano, el director del periódico ‘La Verdad’ en funcionamiento entonces.
Dicho todo esto, con dos semanas por delante, nos podemos hacer una idea de lo complejo de organizar la cita, pero ya se informaba de los fuegos artificiales que abrieron la Feria en plena calle Infante don Fernando, hasta para terminarla, “en la glorieta (futuro parque de los Escritores)”, recogía nuestro semanario.
No faltaron en la Feria para su inauguración la música con Diana –participó junto a la Banda de Música de Antequera, la Banda del Regimiento de Extremadura que estaba de guarnición en Algeciras– y apertura del mercado de ganado. Éste no fue como el de otras ocasiones en cuanto a asistencia: “La concurrencia de ganados no fue tan numerosa como en otras ocasiones, pero ha sido importante, como no podía menos de ser, dada la fama de nuestro mercado. Los precios han sido elevados, a pesar de lo cual ha habido abundantes transacciones”.
Hubo presencia como era habitual en las ferias de entonces fuegos japoneses, fantoches, cucañas y elevación de globos y no tanta presencia de “los puestos de baratijas de feria, como siempre, y escasos los recreos y espectáculos en el real, pues sólo ha habido dos circos, dos viejas ‘serenas’ y dos norias…” recogía nuestro periódico en la edición del mismo domingo 23 de agosto donde señalaba la gran quema de fuegos artificiales para el final, donde se añadió en el centro del Paseo una “batalla de flores, confetti y serpentinas”, antes de la traca final.
La Plaza de Toros copó la atención
El segundo día de feria se celebró la corrida de toros esperada con Ignacio Sánchez Mejías y Pepe Belmonte, y dos novillos para el rejoneador Antonio Cañero que “atrajo personal de los pueblos comarcanos y gran número de las capitales vecinas también, lo que dio un contingente de automóviles extraordinario”.
Fue una gran noche donde Sánchez Mejías cortó dos orejas y rabo al mismo murlaco, Pepe Belmonte estuvo mal, y el rejoneador que toreó a sus adversarios en quinta y sexta posición, que fue aplaudido.
De esa corrida, añade también el cronista: “Se llena la plaza, no digo de bote en bote porque ignoro lo que quiere decir esta expresión, pero sí que rebosa gente por todas partes, y que estamos, como sardinas en banasta. ¡Vaya negocio para la empresa y vaya pesetas que se van volando de Antequera! Está todo vendido y algo más también…”. Y así narra la faena última de Sánchez Mejías que inició “con tres pases sentado en el estribo, que se aplauden, varios más de rodillas, vuelve a la carga haciéndole tomar la muleta cogido a los pitones, dos de rodillas y dos monumentales molinetes en las mismas agujas, varios pases más y se vuelve de espaldas al toro con gran valentía y tranquilidad, vuelve a pasarlo y por la cara del toro le quita las banderillas. (Ovación.) Se perfila junto a la barrera y entrando recto coloca en todo lo alto media superior, descabellando al primero. (Ovación enorme, orejas, rabo y vuelta al ruedo).”
En Plaza, además hubo una novillada más al día siguiente, el día 22 para Borujito y Platerito, que no fue muy acertada en premios.
Como le decimos una Feria, donde el Paseo y la Plaza, la Plaza y el Paseo, fueron el centro de una fiesta que siguió siendo reclamo de forasteros y antequeranos.