Vive una auténtica euforia el Balonmano Torcal Antequera, por su histórico triunfo en Barcelona. No se exagera: histórico, porque hacía más de dos años que el Barcelona no perdía en su cancha, y lo ha hecho un equipo sin tanto renombre, con un presupuesto exageradamente inferior al de los catalanes, pero con algo que ha caracterizado, desde sus primeros partidos al balonmano antequerano: la garra, la furia, el venirse arriba en las dificultades, el crecerse ante los grandes.
O sea, lo que pasó en el Joan Gamper barcelonista ante la sorpresa de su entrenador que no se podía creer, que lo que no habían conseguido otros equipos “más grandes” lo consiguiera el Antequera.
El resultado, es uno más de la serie de grandes resultados, de partidos épicos de los jugadores antequeranos. Y todo empezó en diciembre de 1958…
Bueno, en realidad, había empezado mucho antes, cuando profesores del Instituto como Antonio Serrano Lima y Teodoro García Gutiérrez, forzados por las dimensiones del patio el Instituto Pedro Espinosa se vieron obligados a hacer jugar a sus alumnos a Balonmano.
La rapidez del juego, la abundancia de goles, las jugadas preciosistas de los mejores especialistas que enseguida surgieron, hizo que el bello deporte del Balonmano –nacido en Alemania como un “fútbol para mujeres” que jugaban con las manos el balón para no dañarse las piernas, pero enseguida “adoptado” por los hombres– se jugara en muchos centros antequeranos, de los que los dos citados profesores y el recordado padre Juventino en el Colegio Seráfico de Capuchinos, se encargaron de ir haciendo selecciones, que confluyeron en el Club Balonmano Torcal de Antequera, como representante del balonmano antequerano en competiciones fuera de la ciudad, tanto a nivel provincial como regional.
Lo que empezó siendo un juego para niños o jóvenes interesó a los antequeranos, y ante ese hecho, el 8 de diciembre de 1958, se organizó un partido en la Plaza de Toros. Para poderlo celebrar, se llevaron las porterías que había en el Hogar de la Juventud; don José de la Fuente regaló el yeso para pintar el campo –40 metros por 20–; se abrieron las puertas y al principio –como recoge la foto– fueron entrando espectadores que aumentaron hasta casi llenar el coso taurino, a medida que se oía, desde el Paseo y alrededores de la Plaza, corear los goles, los aplausos o el silbato del árbitro.
Justo allí echaría a andar “a lo grande” el Balonmano en Antequera, con campeonatos locales y equipos surgidos en Colegios, Instituto y Capuchinos, y la anécdota, de que para que, por ejemplo La Salle no derrotara a Capuchinos, esos equipos tomaban nombres como Rayo, Juventud, Torcal, Huracán y otros por el estilo.
Pues ahí, cuando celebramos el éxito del equipo actual, queda la primera foto del primer partido “serio”, de donde partió todo lo que ha seguido…
