Continuamos esta semana analizando el dolor que puede hacernos pensar que sufrimos un problema cardíaco, cuando en realidad es una contractura de la musculatura intercostal y pectoral; aquí, en este ámbito, en los dolores del pecho a causa de contracturas y espasmos musculares, es donde vamos actuar como fisioterapeutas.
¿Qué es una contractura muscular?
La contractura muscular consiste en la contracción persistente e involuntaria de un músculo.
La contractura aparece esencialmente cuando se exige al músculo un trabajo superior al que puede realizar, ya sea intenso y puntual –por ejemplo, un esfuerzo excesivo– o mantenido y menos intenso –por ejemplo, soportar unas horas una postura inadecuada–.
Eso mismo ocurre cuando falta potencia a la musculatura y se le exige que realice esfuerzos que exceden su capacidad.
La contractura muscular causa dolor por varios mecanismos:
– La contractura de un músculo activa directamente los nervios del dolor que están en él, desencadenando dolor de espalda.
– Además, el músculo contracturado puede comprimir la arteria, disminuyendo su riego sanguíneo. En esa situación se forma un círculo vicioso porque el músculo con menos riego tiende a contracturarse más fácilmente y, además, la falta de sangre activa más los nervios del dolor.
Ante una contractura muscular, nosotros como fisioterapeutas trabajamos manualmente con el objetivo de disminuir el espasmo y contracción mantenida en el tiempo de dicho músculo, con masoterapia descontracturante, valorando la movilidad articular de los anclajes de dicha musculatura, es decir, su origen e inserción, trabajando la flexibilidad, estiramientos tanto pasivos como activos, punción seca, electroanalgesia, electroestimulación, técnicas de inducción miofascial, termoterapia, crioterapia…
Según cada caso y según la causa de dicha contractura, tras una exhaustiva exploración, optaremos por una técnica u otra porque no tratamos síntomas y zonas, tratamos a personas en su globalidad.