Siguiendo con las recomendaciones respecto a la higiene postural, nos encontramos en la etapa de las actividades extraescolares.
Las actividades físico-deportivas son en principio beneficiosas, sobre todo en estos tiempos en que el ocio infantil invita cada vez menos al movimiento. Con el ejercicio, los niños desarrollan la musculatura conforme crecen, de forma más o menos equilibrada dependiendo del gesto deportivo. Así, la natación ocupa los primeros puestos en cuanto a ejercicios recomendados, junto al atletismo –sobre todo la carrera, al ser bilateral–, la danza, el baloncesto, la mayoría de las artes marciales y el voley. Los deportes de raqueta, al ser unilaterales, la gimnasia rítmica y el hockey, ocupan la cola en la lista.
Para los niños que eligen la música, es conveniente destacar la importancia de las correcciones posturales precoces, desde el primer contacto con el instrumento. Los vicios posturales adquiridos desde un primer momento son muy difíciles de corregir a posteriori.
Y, por supuesto, para el niño tampoco está nada mal subirse de vez en cuando a algún árbol, jugar a “la llevas” y a la comba.
Con el estudio inauguramos el concepto de “la bola de cristal”. Nos referimos con ello al hecho de que empezamos a centrar nuestra zona de observación y actuación preferente en la pequeña zona donde clásicamente las brujas disponen su bola de cristal. Es ahí delante donde dirigimos la vista, tecleamos el ordenador, tomamos apuntes, escribimos, leemos, es ahí hacia donde van cayendo la cabeza y los hombros, y es ahí en definitiva donde más adelante se van a centrar las horas de actividad laboral. La pequeña flexión cervical mantenida, la anterioridad de la cabeza, la caída de los hombros hacia delante y posterior acortamiento de los músculos pectorales, la flexión dorsal con tendencia a la cifosis –la chepa–, el acortamiento y posterior debilitamiento de la zona abdominal, y algún que otro componente más, van configurando el llamado hábito asténico, que es el desequilibrio postural más frecuente.
También con el estudio empieza a tomar importancia la ergonomía. La adaptación del entorno –altura y disposición de la silla, mesa, teclado, monitor–debe permitir la realización de forma cómoda de las actividades, en este caso el estudio, de forma prolongada y sin sobrecargar a nivel músculo-articular. Son muchas las recomendaciones al respecto, y algunas de las principales con respecto a la posición sentada son:
– Mantén los pies en el suelo o, si no llegas, en un reposapiés. No cruces las piernas ni te sientes sobre un tobillo. Los pies deben estar por delante de las rodillas. Las rodillas deben quedar en o por debajo del nivel de las caderas.
– Ajusta el respaldo de tu silla para sostener la zona baja y media de la espalda o utiliza un apoyo para la espalda. Y, aunque resulte redundante, apoya la espalda en el apoyo destinado para ello; si no las regulaciones son inútiles.
– Relaja los hombros y mantén los antebrazos paralelos al suelo. Los reposabrazos son recomendables, siempre que no supongan un estorbo para la actividad a realizar.
– Evita sentarte en la misma posición durante espacios prolongados de tiempo.
Con los años llega el mundo laboral, y con él los gestos repetitivos, los mantenimientos prolongados de diferentes posturas y las cargas de objetos pesados. Ya hablaremos de cómo vigilar la postura en esas situaciones más adelante.