viernes 22 noviembre 2024
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Si la cabeza de mi bebé no es redondita… (I)

Se llama “Plagiocefalia” y es una alteración que afecta a la forma de la cabeza. En el recién nacido, los huesos del cráneo son muy flexibles y pueden deformarse en función de la posición de descanso y de la acción del peso de la cabeza. 
Hasta hace poco, se pensaba que la plagiocefalia sólo era un problema de naturaleza estética. Sin embargo, un estudio publicado por el Dr. Matthew Speltz en la revista Pedatrics ha demostrado que las capacidades motoras y cognitivas de los bebés afectados por este problema están diez y cinco puntos por debajo de lo esperable. Y es que, cuando el cráneo se deforma, también el cerebro se moldea, hecho que podría explicar los datos obtenidos en este estudio. 
La investigaciones demuestran que, a los cuatro meses de vida, la plagiocefalia está presente en el 20 por ciento de los bebés, aunque su incidencia tiende a disminuir con el paso de los años. La Academia Americana de Pediatría aconseja tratar este problema a partir de esta edad y mediante ortesis craneal, puesto que las técnicas de reposición no aseguran una auténtica mejoría. La presencia de una pequeña deformación craneal al nacer no significa que el bebé vaya a desarrollar una plagiocefalia permanente con seguridad, aunque las plagiocefalias de causa intrauterina también se presentan al nacer. Por este motivo, hay que informar al pediatra, que hará el diagnóstico diferencial entre los dos procesos e informará a los papás de cómo actuar.
Cómo se reconoce
La anomalía puede detectarse observando la cabecita del bebé desde arriba. Desde esta perspectiva visual, es posible descubrir zonas aplastadas, generalmente, en la zona posterior (occipital), ya sea a la derecha o a la izquierda, coincidiendo con la parte que el pequeño suele apoyar en la cuna con mayor frecuencia. Asimismo, se puede observar una especie de prominencia compensatoria en la zona frontal. En algunos casos, se nota que una oreja está situada más hacia atrás que la otra.
Las posibles causas
Ante todo, es preciso distinguir entre una falta de regularidad craneal, ya presente al nacer, producida por un aplastamiento prolongado de la cabeza del recién nacido durante el embarazo –en caso de desproporción pélvico-cefálica, encajamiento prolongado, embarazo múltiple, por ejemplo– y las deformidades temporales producidas por el propio mecanismo del parto. El uso del fórceps y ventosas en partos complicados provoca irregularidades craneales en el niño, pero no son permanentes. Cuando la causa de la deformación es prenatal, no es posible prevenirla, si bien las ecografías o las resonancias realizadas durante el embarazo pueden ayudar a diagnosticarla antes del nacimiento. 
La plagiocefalia posicional se instaura, habitualmente, desde la edad más temprana del recién nacido, y está relacionada con el mantenimiento de la cabeza siempre en una misma posición. Este tipo de plagiocefalia craneal, una vez desarrollada, no se corrige de modo espontáneo. En consecuencia, hay que intervenir a tiempo.
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