De la Casa Blanca nos vamos a Londres. Tres años han pasado de la primera entrega Objetivo: La Casa Blanca dirigida por Antoine Fuqua, pero en esta ocasión solo repiten los tres protagonistas, y el director pasa a ser Babak Najafi, aunque con algún largometraje en su filmografía, como Snabba cash II, ha dirigido más en televisión, series como Banshee. Como guionistas también repiten Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt.
El guion no es muy complicado, los malos se presentan como los malos desde el primer momento, Aamir Barkawi (Alon Aboutboul), con algunos infiltrados en el funeral como policías, por ejemplo, así que los protagonistas no pueden fiarse de nadie en el terreno y se encontrarán con mil obstáculos por el camino, si a eso le sumamos el reloj que se muestra en pantalla en algunas ocasiones, y los planos y movimientos de cámara, parece que estuviéramos viendo al mismísimo Jack Bauer.
Tampoco hay que buscar la lógica de algunas escenas, donde las explosiones son las protagonistas, y no afectan a todos por igual, pero por otro lado, es lo bueno, la acción de la vieja escuela. En definitiva, el filme supera a la primera entrega y se sostiene por las numerosas escenas de acción y por unas espectaculares persecuciones por las calles de Londres (la mayoría rodadas en Bulgaria).
Tras el fallecimiento del primer ministro británico en extrañas circunstancias, todos los líderes mundiales se reúnen para su funeral. Pero existen planes para que el acto, que cuenta con la mayor seguridad del planeta, sea una oportunidad para acabar con los mandatarios y sembrar el caos en todo el mundo. El presidente de los Estados Unidos y sus colaboradores del Servicio Secreto son los únicos capaces de evitar la tragedia.