sábado 25 octubre 2025
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Madre María de los Ángeles, la Superiora de Santa Eufemia en el Sexto Centenario, parte al Cielo

Este viernes 24 de octubre, San Pedro había pedido a San Francisco de Paula y a Santa Eufemia, que le relevaran durante unos minutos en las puertas del Cielo. El fundador de los Mínimos y la Patrona de Antequera estaban expectantes por saber quién llegaría tras su paso por la tierra. Alguna persona muy bondadosa y relacionada con ellos tendría que ser al recibir tal encargo del santo padre.

Se trataba de una humilde religiosa de León, con el hábito ruán de las Mínimas, las manos vacías de bienes materiales y el corazón lleno de 81 años de entrega a los demás, con la huella por las diferentes comunidades que el Señor le encomendó. En Antequera se la recuerda como la Madre Superiora del Sexto Centenario de Santa Eufemia. Se trata de Madre María de los Ángeles Álvarez Robles, quien forma parte ya de la vida nueva, como estará tomando nota Madre del Socorro, esa religiosa en camino de santidad.

Una religiosa que creció en Santa Colomba de Curueño donde pastoreaba los rebaños de su familia y, casualidades del destino, conoció de niña a Sor Victoria, otra joven leonesa que recibió la llamada de las religiosas contemplativas de las Mínimas y tras su paso por Antequera, hoy está en Archidona.

Con María de los Ángeles entendimos por qué a algunas religiosas se las llama «madre». Ella tenía ese don, esa gratitud de acogerte… como quien te dio la vida. Con ella se cumplía lo de tener tres madres: la del Cielo, la de la tierra y la de un convento. Su sonrisa, sus consejos espirituales, sus ejemplos de pobreza, sus testimonios, su preocupación porque te fuera bien, su implicación con el lugar donde estaba le creaba una aurea de santidad, de persona bondadosa y fiel a Cristo.

Formó parte del pregón a tres voces del Sexto Centenario de Santa Eufemia como Patrona de Antequera, junto a los recordados Juan Manuel Moreno y Ángel Guerrero. Se nos quedaron grabadas sus palabras de fe y pasión de aquella mágica tarde en su convento de Antequera. «Recordar este hecho histórico y religioso tiene que significar para nosotros imitar y actualizar la fe cristiana, la valentía y el amor de Dios a nuestra Ciudad de todos aquellos hermanos nuestros antequeranos que nos legaron un patrimonio y riqueza espiritual impresionante y que hoy son parte de nuestra historia y cultura».

Si es verdad «que todas las Mínimas vivimos un mismo estilo de vida bajo la Regla de San Francisco de Paula, cada Comunidad tiene su peculiaridad y es el caso concreto de estas Mínimas de Antequera, somos conscientes de nuestra misión de “cuidar a la Patrona Santa Eufemia, virgen y mártir,”, como nos pidió el señor Diocesano y señores del Ayuntamiento de Antequera en 1601, y al mismo tiempo le pedimos nuevas vocaciones mínimas para continuar esta misión y ser intercesoras de esta Ciudad ante su santa Patrona».

Ella se entusiasmaba de lo que la ciudad vivió en 2010: restauración de la fachada del templo, inicio de las misas a las 11 de la mañana los domingos, apertura de la iglesia los sábados, fusión con la Hermandad, vinculación y lazos de unión con toda la ciudad que fue a peregrinar al convento de Santa Eufemia y de las Mínimas. Quien estuvo con ella, guarda un recuerdo, un momento, un consejo, una sonrisa y un abrazo… de madre.

Se emocionó al ver llegar al Señor del Mayor Dolor el Miércoles Santo o el Nazareno de la Sangre de madrugada en su vía crucis, como al Señor Caído de su barrio de Santiago, entre otros momentos destacados que nos legó el 2010. Porque como dijo entonces: «Agradecer la acogida que Antequera me ha ofrecido desde que fui trasladada a este lugar, y desde ese momento, me siento una más de los antequeranos que trabajan para que nuestra ciudad sea cada vez más cristiana, más bella y próspera». Incluso le dieron simbólicamente un escudo de la ciudad para que llevara en su recuerdo.

Fue trasladada a Valls en Tarragona, casualidades de la vida, próxima a Poblet, donde está enterrado el Infante don Fernando «el de Antequera». Allí recibía cartas, llamadas, mensajes y felicitaciones en su santo, su cumpleaños, en Santa Eufemia y tras Adviento y Cuaresma. Hablabas con ella y era como si estuviera al otro lado del torno para abrirte la puerta de la iglesia… Los misterios de la fe. Allí tenía a toda su comunidad pendiente y entre ellas a Sor Teresia.

Son muchos los que la seguiremos queriendo y sentimos su pérdida (alguna misa se le promoverá). Recordamos momentos íntimos en la salud y en la enfermedad. Sus últimas palabras con nosotros fueron el reciente día de Santa Eufemia: «Os estoy acompañando con mi recuerdo, amor y oración. Un abrazo muy grande».

Ya descansas arriba, en el Cielo, estarás con tu familia que te vio crecer, la que sacrificaste para rezar por nosotros. Dale un abrazo y un beso fuerte a quienes tú sabes y a quienes tú te encuentres. Sigue rezando para que haya vocaciones de religiosas, de madres, familias y de devotos de su santa de Antequera.

¡Hasta siempre, Madre! Tras recibir la llamada del óbito, fuimos a ver la foto que le dejaste a Santa Eufemia a sus pies cuando marchaste. Con el paso de los años se seguirán recordando a Santa Eufemia, al Infante, a San Francisco de Paula y a las «madres» Mínimas que nos legaron ese espíritu del «Cháritas». (No podré olvidar la esperanza que me diste aquel 16 de junio de 2011… al final se cumplió como bien sabes).

Y como habrás hecho al llegar a tu nueva celda monacal, allí te aguardaban Sor Mercedes, Sor Salud, Sor Carmen y Sor Teresita, entre otras muchas, quienes te habrán llevado al coro bajo y habréis rezado todas juntas: «¡Si Antequera Por Su Amor… por Patrona te venera, Eufemia dale a Antequera, consuelo, ayuda y favor…!».

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