Un pequeño y recoleto espacio llega hasta nosotros en medio del trajín del día a día de calle Cantareros, entre el ruido de coches y de las personas que continuamente tienen su paso por esta céntrica calle, emerge silenciosa la Plazuelilla de los Remedios, que invita a sentarnos con tranquilidad en uno de sus bancos.
Conocer la historia de este pequeño espacio para el descanso de turistas y vecinos es curiosa. Pertenecía esta plazuelilla al Convento de los Franciscanos de los Remedios, de hecho, la parte trasera de la iglesia con su ábside nos saluda en nuestra parada. Aquí, se encontraba el cementerio de los frailes que el poeta Baltasar Martínez Durán cuenta en su libro.
Cabe mención aparte este poeta granadino que vino a vivir a Antequera con su familia en una de las casas que se construirían aquí en el siglo XIX tras la Desamortización. Queda un recuerdo para dicho poeta en este espacio en un pequeño azulejo situado en el lateral de la oficina de viajes que da inicio a la plazuelilla.
Permítanme imaginar al poeta crecer aquí y tras su marcha a Madrid volver a Antequera donde seguiría desarrollando su vida como poeta, periodista y también político, ya que formó parte en 1868 de la Junta Revolucionaria de Antequera.
Entre esas casas, sigue estando la entrada trasera y lateral de la iglesia de los Remedios –hoy cerrada–, tramo por el que accedía el Conde de Colchado hasta el interior del templo, junto a la Virgen del Tránsito. Esta pequeña entrada, también está unida a la vida de la Beata Madre Carmen, lugar por el que accedía a diario para asistir a la eucaristía matinal.
Estado actual de la plazuelilla
Volviendo al estado actual de la plaza, sería con la Alcaldía de Jesús Romero cuando se recupera tal y como está. Se inauguró el 28 de febrero de 1997 tras las obras del PER con valor por casi 8 millones de pesetas. Acondicionando la misma con enlucido del suelo a base de piedras, limpieza del ábside de la iglesia, plantación de árboles, colocación de bancos y farolas y de una fuente en el centro de mármol rojo realizada por el artista antequerano Antonio García Herrero.
La plazuelilla acoge dos viviendas en la misma y dos comercios en sus extremos, uno de viajes como decimos y otra de moda infantil.
Antes de dejar nuestro descanso, el poeta que aquí creció nos habla de Antequera: “¡Cuántas veces, sentado en la ribera del Manzanares, recordé con llanto la vega deliciosa de Antequera; y el Guadalborce que la da su encanto!
Recordé mis amigos y mis glorias; y al tender hacia el cielo la mirada. Sentí el alma rendida y dilatada, con el peso feliz de mis memorias; y de mi infancia los alegres años”.