viernes 22 noviembre 2024
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Juan Alcaide de la Vega: ‘Paseos por Antequera’

Hoy celebramos los 30 años de la presentación de un libro cuya publicación había tenido lugar unos días antes, según consta en una de sus páginas: “Este libro se acabó de imprimir en los talleres de Gráficas San Rafael de Antequera, el día 26 de diciembre de 1988, festividad de san Esteban, bajo el cuidado del maestro impresor José González Cobos. Laus Deo.” Se presentó el 27 de enero de 1989, según se lee en el Semanario “El Sol de Antequera”. Los que tuvimos la suerte de ser obsequiados con un ejemplar, nos encontramos con que dentro del libro llevaba una tarjera que decía así: 

Patrocinio Gómez González           

Diciembre, 1988- Enero 1989

Viuda de Juan M. Gómez Serrano

“Después de toda una vida de esfuerzo dedicada al trabajo, he aprendido que las únicas cosas por las cuales merece la pena luchar son las espirituales, que son las que nos satisfacen plenamente.Hoy con el nacimiento de este libro, ‘Paseos por Antequera’, editado en memoria de mi esposo, mi familia y yo sentimos un inmenso orgullo al reconocerle en sus cualidades y en su amor por Antequera.Espero que cuando Vd. (es).lea (n) este ejemplar que le enviamos, lo conserve en un lugar destacado de su biblioteca y que de alguna forma le(s) sirva para compartir con nosotros la ilusión que nos hace desarrollar nuestra labor.Reciba, míos y de toda mi familia, nuestros mejores deseos de felicidad y ventura”. Firmado: Patro Gómez.

Cuando uno se enfrenta a la lectura de este libro, difícil de encontrar porque se distribuyó, como regalo, como acabo de decir, tras su presentación,  no sabe si se enfrenta a la lectura de una guía turística de la ciudad de Antequera, a la lectura de un libro de historia de Antequera, a la lectura de una recopilación de leyendas y anécdotas de Antequera, a la lectura de sendas o rutas para recorrer, como se suele decir hoy, Antequera y sus alrededores, a la contemplación de unas maravillosas fotografías y buenos dibujos de Antequera, a los sentimientos amorosos de varias personas amigas hacia su ciudad, Antequera, o, simplemente se enfrenta a la lectura de un buen libro de literatura, porque todo esto, y más, se puede aplicar al libro del que hoy celebramos su 30 aniversario. 

El autor del libro fue nuestro querido y admirado amigo Juan Alcaide de la Vega, pero el que “aparece”, aunque no figure así, pero sí lo reconocen muchos antequeranos, como mentor o alma mater del mismo, fue, sin duda alguna, Juan Manuel Gómez Serrano y luego su familia que, una vez fallecido, decidió editarlo con el patrocinio de Almacenes Gómez Serrano S.A. bajo la responsabilidad y cuidado de su viuda, Patrocinio Gómez González, mujer humilde, que supo hacerse cargo de la labor empresarial después de muerto su esposo y que gustaba supervisar los servicios y  saludar a las clientas, siempre con una sonrisa en sus labios.

Del autor literario del libro, poco nuevo puedo decir, ya que todos los presentes o muchos, me habéis oído cuando le he presentado varios de sus libros, o antes de sus conferencias, o en la Revista de Estudios Antequeranos en los que he publicado algo sobre él, o habéis leído u oído leerla, porque sólo la poseen la familia y la leí en el homenaje a los 50 años de “Mi ciudad”, la carta que le escribí tras su repentina muerte, dirigida a “Un su amigo”, como hizo Fernando de Rojas con la Celestina. Además, la mayoría de los aquí presentes lo conoció muy bien en vida y sabéis que Juan, en palabras suyas, nos decía algo muy importante que le caracterizaba y defendía: Su espiritualidad que, curiosamente, son las mismas palabras con que patrocinio Gómez, Viuda de J. Manuel Gómez Serrano, recogía al comienzo de su tarjeta y que acabo de leer. Y los textos de este libro, así como sus fotografías y dibujos encajan perfectamente dentro de esa espiritualidad que le gustaba.

Me gusta leer y resaltar de Juan Alcaide de la Vega, el autorretrato literario que se hizo cuando contempló, por primera vez, el retrato que el pintor  Felipe le hizo:“Desde que te tengo, erguido, mirándome, en la habitación que hay enfrente de aquella en la que trabajo, tengo una sensación extraña. Yo soy yo, sí, con un nombre, unos años vividos,  al que le han ocurrido unos determinados avatares, con unos gestos, unas señales de identidad por las que resulta reconocido por los demás.” Juan Alcaide de la Vega, abogado y escritor, nació en Antequera, en el año 1930 y en ella creció hasta que  cursó los estudios de Derecho en la Universidad de Granada. Su ciudad natal será la base de sus inquietudes literarias y a la que le dedicó varios libros, “Mi ciudad” y éste, sobre todo. Granada  le servirá para obtener un título académico y ejercer su única profesión remunerada que le mantuvo a él y a su familia  durante toda su vida: Abogado. Pero también le servirá “Para desarrollar una afición literaria, con lecturas y a través de sus colaboraciones periodísticas”.

Solía decirnos que perteneció a la generación “de los niños de la guerra” o “del silencio”, porque “éramos niños cuando la guerra  y, entre una algarabía de gritos, rencores y odio, nos mantuvimos sorprendidos  y escandalizados, callados, callados como muertos, cuando, en medio de la muerte que la teníamos alrededor, era la vida la que sentíamos germinar entre nosotros, en nuestro interior, en nuestra intimidad.” Preciosa metáfora para definir la realidad que vivía.

Su primer libro “Mi ciudad” es del año 1965 –ya celebramos sus 50 años en el 2015–,  y tuvo el mismo sentimiento de “la mujer que ve salir de sí un ser nuevo, tan suyo y tan extraño”. Libro que F. López Estrada califica de “confidencias, en las memorias de la adolescencia” y que lo compara con otras obras como “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez, “Ocnos” de Luis Cernuda  y “Las cosas del campo” de nuestro amigo común José A. Muñoz Rojas.

Famoso abogado, ha desempeñado siempre su trabajo con orgullo, responsabilidad y buen hacer, ocupando cargos de dirección en el Ilustre Colegio de Abogados de Antequera, desde el que ha formado a muchos futuros profesionales de la jurisprudencia  a través de numerosos cursos. También, movido por su afición periodística, fue Director del semanario El Sol de Antequera.

“Gastronomía  antequerana”, de 1972, le supuso el reconocimiento a una labor silenciosa, pero constante, como gastrónomo. Difícil de encajar la gastronomía en un abogado de profesión y escritor de vocación, es comprensible para los que lo conocíamos bien. F. López Estrada se preguntaba: “¿Se trata de un libro que se pueda considerar como de cocina, redactado de manera elemental, o es una obra escrita con dignidad literaria? El gran acierto radica en que se extiende hacia diversos aspectos –folklore de buena ley, recetario útil en aventuras culinarias, anecdotario y sociología– siendo un intento más para captar la escondida esencia de Antequera, esta vez sorprendida por la inesperada vía poética de la cocina”.  Un libro literario, en forma de recetario de cocina que puede satisfacer a ambos aspectos. Igual ocurre con el libro, que compartí con él, “Antequera: aquellos juegos antiguos” en el que recreaba, literariamente, seis juegos de su infancia  y lo mismo se repite en este libro que hoy comentamos, tan difícil de encajar en un género, como antes he destacado.

Por actualizar su recuerdo mencionaré otros libros: “Tres ensayos y medio”, acerca de Azorín, Manuel Halcón y José Antonio Muñoz Rojas;  “Pedro Espinosa y su época”, del que nos dirá algo Juan Campos;“Epístola inverosímil de J.J. Maderuelos, desde Antequera, a Pedro Espinosa, en la ultratumba”; “Elogio y nostalgia del viejo Instituto”, en el que revive su estancia, sus vivencias, sus recuerdos de joven que echaba  de menos el edificio donde cursó Bachillerato.

Nos sorprendió con unas obras muy entrañables y en las que se reflejaba todo su ser: “Las mujeres que amó un viejo poeta”, demostrando, en mi opinión, la diferencia entre el “yo real” y el “yo de ficción”, porque  todos sabemos que nuestro amigo Juan no conoció más amor que su mujer, a la que trató con sumo cariño hasta su muerte, cuidándola como si de un niño pequeño se tratara; “Memorial de villanería”, concebido como alabanza de villa –“tipo de población modesta donde se concentra una vida caudalosa y rica, relacionada con el campo y sus faenas”– y menosprecio de corte. “Mi corazón ha sentido ternura, comprensión, por estos pueblerinos que viven unas vidas silenciosas y humildes, donde a veces se instala un irrefrenable sueño de gloria, o que a veces han quedado dichosamente atravesados por la espada de un rayo de luz que es la esperanza”, nos dirá.Su último libro publicado, en el año 2014, fue “Memorial de retaguardia”, en el que  escribe sobre sus recuerdos infantiles de guerras y que califica a su generación “de impávidos, impertérritos, pero no por ello dejamos de conmovernos. Somos pacíficos y amantes de la naturaleza, no pacifistas, ni ecologistas”. Juan fue siempre joven y el secreto de su eterna juventud, según él, consistía en aprender algo nuevo cada día y que esa ilusión y esperanza por conseguirlo le mantenía joven. Por eso, no oyó a su gran amigo J.A. Muñoz Rojas cuando afirmaba: 

“Quedarse quieto sin pensar,

sintiendosólo el pasar el tiempo sin sentirlo”.

El día 20 de enero de 2015, por sorpresa e incredulidad de todos, nos dejó y Antequera perdió a un buen padre, gran  profesional de la abogacía, extraordinario escritor y mejor amigo.

Del libro que hoy celebramos el 30 aniversario de su publicación, destacaré que está en la línea de la manera de escribir de Juan: Una ficción literaria en la que va introduciendo la historia de Antequera, las leyendas y curiosidades de Antequera, en un estilo ameno y cargado de recursos literarios. Se dirige a unos hipotéticos amigos, posiblemente a los que citaré después, pero que muy bien podríamos decir que se dirige a todos los posibles visitantes de nuestra ciudad, adelantándose, así, a una realidad que ya empezó a vivirse en sus últimos años de vida: la gran afluencia de turistas que hoy constatamos nos visitan a diario. A esos visitantes les va enseñando, a través de esos paseos, reales o imaginados, su Antequera natal, a la que tanto amó, su historia, su arte, sus calles, sus monumentos, sus paisajes, su Torcal, su Peña de los Enamorados y sus costumbres. Cuando he dicho lo de “imaginarios” no es porque invente algo, sino porque la realidad que contempla o que le dicen la convierte en ficción literaria, convirtiéndola en atractiva para cualquier lector, como hizo con otros libros suyos.

El libro está cuidadosamente editado y cuenta con innumerables fotografías de Francisco Durán, Paco Durán, magníficamente seleccionadas para lo que se afirma en el texto y unos dibujos, posiblemente de Jesús Romero Benítez, aunque no van firmados por él, que lo hacen muy interesante para su lectura.

Del mentor, como lo he denominado del libro, Juan Manuel Gómez Serrano diré que nació en Jauja, un pequeño pueblo de Córdoba, de bellos paisajes, posible origen de su amor por los paseos para contemplarlos y que le sirvieron como modelos para hacer lo mismo en Antequera, en el año 1928 y murió en su ciudad de adopción, Antequera el año 1981. Murió joven y no pudo disfrutar mucho en la obra creada, pero dejó la semilla echada y su germen lo dejó a la familia que, presidida por su esposa, Patrocinio Gómez González,  no tuvo más que desarrollar unas directrices, seguir un impulso ya dado y mantener su espíritu.

A los 16 años se trasladó a Antequera, como afirma en el capítulo de “Ofrecimiento y declaración de intenciones”, posiblemente escrito por su hijo Rafael, aunque no lo firma, “determinado a abrirse paso en la vida” en donde se le pudo ver “veinteañero, brujuleando… con el pelo negro y frondoso, la mirada viva, brillante, y profunda, la risa abierta y franca. Fue perdiendo el pelo hasta mostrar una cabeza monda y lironda, según Juan Alcaide de la Vega, que llegó a caracterizarlo… y que más tarde sustituyó por una peluca, debido al azar de una broma. La mirada de hombre inteligente que revelaba un espejo natural y la risa de quien se complace en las cosas de la vida, nunca le abandonaron y las conservó siempre”.

Dedicado desde principio a la industria se fue abriendo su camino empresarial poco a poco. Primero empleado en una panadería, luego en una tienda de ultramarinos despachando, haciendo pedidos y llevando la contabilidad de la Mallorquina, hasta que pasó a ser agente comercial representando algunos productos, y se independizó, desde el originario núcleo de la calle Calzada, llegando a montar el primer establecimiento y almacén dedicado a la distribución y venta de los artículos representados, que eran siempre del ramo de la alimentación y del hogar. Posteriormente, creó, con su mujer Patrocinio Gómez González la entidad Almacenes Gómez Serrano, S. A.  que la integró en el grupo Centra y que abastecía a la mayoría de las tiendas de la comarca. Del resto de su herencia, ya se encargaron sus hijos de invertirla y hoy forma parte, como socio accionista, de Mercadona.

Siempre rindió culto a la familia y a la amistad con sus dotes innatas dejando huella perdurable en la memoria de los que lo tuvieron por amigo. Persona afable y muy cordial, pronto hizo amistad en Antequera, uno de sus primeros amigos fue Juan Alcaide de la Vega. Tenía la costumbre de pasear con sus amigos tras la semana de intenso trabajo,  recorriendo todos los rincones de Antequera  y alrededores, disfrutando de la ciudad y de sus gentes. 

Entre sus amigos estaba, además de  Juan, el abogado como solía llamarlo y del que admiraba su cultura y su manera de expresarse, Frasquito, el taxista, Pepe, el sastre, Paco Ríos y Paco Pérez compañeros de paseos que realizaban tras tomar su buena copa de Machaco. Con ellos, acostumbraba compartir espléndidos y opíparos desayunos, tras estos paseos, a la vista de todos los antequeranos que admirábamos cómo, con su buena botella de vino, daban buena cuenta del “pío antequerano” que solía hacer Frasquito, una buena tripa de salchichón o chorizo, que solían cortar con una buena navaja de Albacete, un calabozo como se le llama,  y unos buenos huevos fritos: Los vi en muchas ocasiones, en el Madrona, hoy Arte de Tapas. En el libro se nos expresa, muy claramente, “confluyen, felizmente, unos bellos sentimientos: el amor a Antequera que sintió Juan Manuel Gómez Serrano y que caracteriza al autor de estas páginas, Juan Alcaide de la Vega; la amistad que les unió a ambos y que le hizo compartir excursiones y paseos domingueros, junto con los amigos citados, sobre todo Pepe, el sastre y Frasquito, el taxista, por las calles de la ciudad, anejos de su territorio y veredas, arroyos o ríos, Torcal y Peña de los Enamorados y cortijos de su vega y de su monte.

En el libro se reitera la intención de la empresa Gómez Serrano de testimoniar a un tiempo ese heredado amor hacia Antequera que la propia entidad siente por ella y la fidelidad a la memoria de su eficaz artífice, cada vez más enaltecido a medida que el tiempo transcurre y se empeña en hacerse más lejano”.El propósito de Almacenes Gómez Serrano, S.A. no fue otro que: “contribuir a partir de hoy con cierta periodicidad al patrocinio de alguna obra cultural, que lleve de alguna manera a sus colaboradores, amigos y favorecedores, el testimonio de su gratitud y la memoria fiel de quien fuera su creador y animador constante en una tarea hecha con rendido amor y dedicación fervorosa”.

A lo primero responden los Premios “Patrocinio Gómez” que se conceden con una periodicidad anual, con el objetivo de destacar y alabar los valores y la entrega generosa en labor asistencial y atención sanitaria en Antequera y a lo segundo contribuye este acto de homenaje merecido a estas dos grandes personas a las que les unió el amor a Antequera y una gran amistad que unió  a las dos familias mientras vivieron los dos protagonistas que hoy homenajeamos. La pena es que, en mi modesta opinión, no hayamos podido ofrecer una edición facsímil o una nueva reedición de este libro que bien se lo merece y que sería de gran utilidad en estos tiempos que tantas personas de fuera de nuestra ciudad nos visitan. No obstante, el libro mereció una serie de cinco capítulos en vídeo, obra de Telecomunicaciones Antequera, S. A. con imagen de Antonio Arjona, que nos dejó hace un tiempo,  y  con voz de nuestro amigo Antonio Navarro, Navi,  que, a partir de mañana, viernes, a las diez de la noche, se emitirán por la Televisión de Antequera, gracias a las gestiones que he llevado a cabo. Se emitirán en los próximos viernes y serán presentados por los tres Académicos de esta Real Corporación que estamos en la mesa.

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