A los 65 años de edad, subía al cielo un querido amigo, una persona servicial –eficiente empleado de una oficina de Corredores de Comercio primero, luego de Notaría–, amable, afectuosa, siempre dispuesta a hacer favores, y fervoroso cofrade de “Abajo”, por cuyos titulares suspiraba.
Su simpatía, su carácter amable, su permanente buen humor, le granjearon el afecto de cuantas personas trató, y han sentido su larga y cruel enfermedad, cristianamente soportada y que hizo crisis del día 4, que le causó su fallecimiento.
Impresionantes las muestras de afecto recibidas por sus hermanas Herminia y Teresa y demás familia, a las que sumamos la nuestra sincera y agradecida por sus deferencias cada vez que precisamos de su ayuda. Descanse en paz y que disfrute teniendo, “en persona” a su Virgen de la Paz y su Dulce Nombre de Jesús, cuya cofradía acusará también tan sensible pérdida.
Nuestra profunda condolencia a sus hermanas, hermanos políticos y demás familia, así como a la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y Nuestra Señora de la Paz, que en los últimos años, no dudó en parar sus tronos en el balcón de su piso en calle Infante don Fernando, cuando ya no podía bajar a acompañar a su cofradía, a admirar la belleza de las imágenes y el fervor cofrade que él siempre dispuso en su participación en la cofradía del Viernes Santo.
Nos deja un caballero antequerano, un ejemplo de cofrade bondadoso, que lo dio todo por su Cofradía, por su trabajo, por su familia, amigos y cofrades. Descanse en Paz.