Estoy disgustado, hay días que es mejor no levantarse de la cama porque todo viene del revés.
Hoy, en el trabajo, he tenido una bronca con mi jefe porque él se equivocó al imprimir el archivo que le envíe, como si tuviese la culpa. A la hora del almuerzo, me han servido un plato distinto al que he pedido y sólo tengo 45 minutos para volver al trabajo. Cuando llego a casa por la tarde duermo un rato antes de salir a tomar algo con los amigos.
Abro los ojos, aún está oscuro, intento incorporarme en la cama pero no me responden los músculos, los siento como pesados sacos de arena, por mucho que me esfuerce no consigo mover ni una parte de mi cuerpo. Estoy consciente, siento frustración.
Dejo de luchar contra lo evidente, ahora me centraré en volver a dormir, dejo la mente en blanco sólo sigo el ritmo de mis latidos, me empieza a invadir el sueño y, poco a poco, voy dejando los pensamientos atrás. Caigo dormido.
Cuando despierto del todo, me levanto aturdido y miro el reloj, apenas han pasado veinte minutos, me siento cansado, ha sido demasiado real.