lunes 18 agosto 2025
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Domingo VI del Tiempo Ordinario: El Sermón de la montaña de Jesús

Estimados lectores: En este VI Domingo del Tiempo Ordinario, seguimos con el Evangelio de San Mateo, con el llamado “Sermón de la montaña” de Jesús. Después de las bienaventuranzas y de manifestarnos que somos la sal de la tierra y la luz del mundo a todos los hombres, viene una serie de correcciones y exhortaciones para los que realmente queremos seguir a Jesús pobre y crucificado.

En muchas ocasiones he predicado que Jesús no solo ha venido al mundo para decirnos que Dios es muy bueno y que quiere salvarnos y perdonarnos a todos. En este texto encontramos a un Jesús que no es solo compasivo y misericordioso y tiene buenas palabras para con todos, sino que también corrige y señala el camino que Dios quiere para los que le aman con el corazón y no con los labios. 
 
En estas décadas pasadas, la sociedad ha pasado claramente de una rigidez moral cristiana a una permisividad escandalosa. De un “todo es pecado” a una “inconsciencia del pecado”. El pecado es todo lo que nos aleja del amor de Dios. Jesús es claro en sus palabras: “Antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley”; Jesús no solo nos levanta del tropiezo debido a nuestras debilidades y pecados, sino que quiere que no caigamos en el error, la falta, el mal. 
 
No matarás, no llamarás a tu hermano imbécil o renegado, perdonarás a tu hermano antes de adorar a Dios en el altar, no cometerás adulterio, no jurarás en absoluto…Jesús quiere que todos encontremos en la Ley de Dios una suave carga para encontrarnos con el Padre y con el hermano que nos acompaña en el camino, no existen rivales ni enemigos, sino hermanos y amigos. 
 
Los mandamientos no son pesados, éstos nos lo ha enseñado Dios desde el Sinaí para que encontremos en ellos la verdadera intención que Dios desea de nosotros que no es otra que la de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. 
 
La libertad del hombre es tan inabarcable que puede hacer lo que le plazca, es el mayor don que nos ha dado Dios desde Adán y Eva; sin embargo, podemos hacer de nuestra libertad un mundo mejor o un caos, una tierra donde hay (y existen) opresores y oprimidos, ricos y pobres, clases de primera y segunda, separación según raza, color, religión, hombres y mujeres, etc. O una tierra feliz, fraterna y sin egoísmos, teniendo gestos de amor los unos con los otros.
 
Hermanos todos, busquemos un mundo mejor empezando por nuestro corazón, haciendo caso a lo que Jesús nos pide: ser mejores cristianos. Él nos ama especialmente cuando caemos en el pecado, pero también le place más si cabe cuando cumplimos y enseñamos sus mandatos y preceptos, porque así “seremos grandes en el Reino de los Cielos”.
 
Hermano capuchino Raúl Sánchez 
 
  
 
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