Con la mediocridad instalada en el poder, los programas basuras copando en televisión las franjas “prime time”, y los telediarios ofreciendo continuamente imágenes bochornosas de jóvenes y adultos en los campos de fútbol, se ha marchado Gómez Borrero. Nunca tuve la suerte de conocerla a pesar de las numerosas ocasiones en que visité el Vaticano, pero sus lecturas, sus maravillosos libros y su trabajo como periodista siempre despertaron mi curiosidad. Gómez Borrero era una de esas personas que no se deberían ir nunca.
Se ha marchado con 82 años y con una vitalidad fuera de lo normal. Se nos ha ido una de las personas que deberían estar siempre presente, una de esas mujeres que con su ritmo frenético, su pasión por su profesión y por su familia son los buenos ejemplos que tanto se vienen echando en falta, máxime cuando muchos –que rondan los 40– no son capaces de aguantar cinco minutos en la cola de la oficina del desempleo a la que van a solicitar una ayuda, pero si tres horas esperando para sacar la entrada del fútbol.
Desconozco cuánto tiempo habrán dedicado las cadenas a realizar programas en favor de la memoria, del trabajo bien hecho y de la honradez de toda una señora. Son unos momentos donde muchos de este país no entienden este mensaje porque todo les resbala, o porque todo lo que otros digan se la bufa…
Se haría difícil enumerar los valores, el trabajo y las aportaciones de una mujer que octogenaria deja atrás un trabajo envidiable para los que amamos la cultura, una huella imborrable para los que somos amantes de la seriedad y un legado al que muchos, cargados de títulos, nunca sabrán acercarse porque tanto trabajo despierta mucha envidia.
Espero que los numerosos grupos de feministas que extienden a lo largo y ancho del territorio español estén preparando numerosos homenajes para poner a esta mujer donde se merece. Habrá que ver si hay nivel suficiente para entender el trabajo que realizó, pero no cabe duda que quienes la conocieron hablan de su valía tanto humana como profesional. Por la tanto sea este mi particular y pequeño recordatorio para toda una gran mujer del periodismo, de las que cada día más se echa en falta, y de toda una gran señora de las que ya no existen.