El libro de Josué contiene dos hechos extraordinarios: la conquista de la ciudad de Jericó y la detención del Sol.En la conquista de Canaán, Josué y los israelitas han acampado frente a la amurallada Jericó.
Según la Biblia, Yahvé le dice al jefe hebreo la forma de realizar la conquista. Durante seis días, deben dar una vuelta alrededor de la ciudad, yendo los hombres de armas delante, después siete sacerdotes tocando unas trompetas, luego los sacerdotes que portan el Arca de la Alianza y, a continuación, la retaguardia. El pueblo, entre tanto, no debe gritar ni hacer ruido. El séptimo día, han de rodear siete veces la ciudad del mismo modo. Pero, en la séptima y última vuelta, cuando los sacerdotes tocan las trompetas, el pueblo debe gritar. Entonces, las murallas se derrumbarán y Josué y sus huestes podrán conquistarla sin dificultad.
Eso fue lo que sucedió, según las Escrituras.Acerca de este asalto tan peculiar, los historiadores opinan que las murallas debían de estar hechas de adobes, lo que las hacía relativamente accesibles al asalto. Además, los israelitas no se hubieran limitado a dar vueltas, sino que habrían abierto huecos en las murallas por donde habrían entrado después el grueso del ejército, terminando de derribar las murallas.
El suceso, después, se idealizó en la tradición hebrea de modo que las murallas se desploman con el solo sonido de las trompetas y el grito del pueblo de Israel.Posteriormente, los habitantes de la ciudad de Gabaón, valiéndose de un engaño, consiguieron que Josué hiciese con ellos una alianza de paz y que les respetase la vida.Ante esto, el rey de Jerusalén y otros cuatro atacaron Gabaón. Ésta pidió ayuda a Josué, quien acudió en su auxilio, entablando una cruenta batalla con los atacantes de Gabaón.
Una vez más, la victoria fue para Josué y su ejército. Los derrotados huyeron de forma desorganizada. Como era costumbre, Josué los persiguió para que la victoria fuese completa. La Biblia dice que cayeron del cielo grandes piedras de granizo que mataron a muchos de los que huían. Y, sobre todo, Josué pidió a Yaveh, y éste aceptó, que el Sol se parase en el firmamento para que se prolongase la luz del día y tener tiempo suficiente para derrotar del todo a los enemigos que huían.
¿Qué podemos decir a esto? Si algún astro se hubiese detenido, no habría sido el Sol, sino la Tierra en su movimiento de rotación. La explicación más plausible es que una fortísima tormenta de granizo ocultó unos instantes el Sol, pareciendo que se había hecho de noche. La tormenta terminó y volvió a lucir el Sol, lo que se interpretó en la mentalidad de aquella época como que el día se había prolongado de forma milagrosa.