Una de las grandes noticias para la Antequera de la época romana se produjo a comienzos de 2018, cuando el Ministerio de Fomento anunció la aprobación del proyecto de puesta en valor de la Villa Romana de la Estación, dentro del 1,5 por ciento cultural. Es decir, se invertirá cerca de un millón de euros en una villa descubierta en 1998 que podrá visitarse a corto plazo, estando en plena obra al escribir estas líneas a principios de 2020.
Los deseos de Roma de dominar Europa, la traen a Iberia donde iberos y fenicios habían fundado antes importantes poblaciones. Roma, de forma casi pacífica, fue dominando el conjunto, construyendo, en la que llamaron la Bética, una de las más importantes provincias del Imperio Romano. Entre los cuatro grandes núcleos romanos, Astigi, Hispalis, Ma-laca y Corduba, fundan, sobre el Siglo I, una población en alto al considerar esencial su emplazamiento en el centro de esos cuatro grandes lugares, sin importarles que a muy poca distancia de ella existieran otros grandes núcleos.
Para dar nombre a esa ciudad, quizá por su abundancia en vestigios históricos, no dudan en llamarla Anticaria. Lo hacen, seguro, al conocer los dólmenes que databan de dos mil quinientos años antes, fecha que aunque no conocieran sí que, por sus formas, les hacía pensar en una extraordinaria antigüedad. Esa Anticaria, estuvo situada en lo alto de la población actual, en el cerro hoy presidido por el castillo árabe levantado precisamente sobre la base romana de sus murallas, dominando los caminos hacia las actuales Málaga, Córdoba, Sevilla y Granada. Una prueba definitiva de esa situación la ofreció el casual descubrimiento en 1988, a los pies de lo que es la antigua Real Colegiata de Santa María de las Termas Romanas que se solían construir en las afueras del núcleo urbano.
Establecida su situación, no es obstáculo para que al tener tanta importancia esta Anticaria, y tener como vecinos a grandes figuras del Ejército y otros sectores de la vida romana, se encontrara rodeada de “villae” –lo que hoy serían cortijos– en que vivían grandes familias, que, aparte de surtir cereales y vino y, sobre todo, el rico aceite antequerano a Roma –la ciudad de las siete colinas, en realidad tiene una más formada con los cascotes de las vasijas de barro que transportaban el aceite hacia Roma-– se hacían rodear de grandes jardines, de preciosas estatuas, como El Efebo de Antequera, el Nero Germánico, o la bellísima Venus de Antequera… éstas en la Villa de la Estación reseñada al principio, tras el de Mérida uno de los núcleos romanos de Hispania que mejor conserva sus mosaicos.
Una referencia, siquiera, a la cercana Singilia Barba, población de las más importantes de la Bética, que llegó a disfrutar de fueros y privilegios especiales, con importantísimos templos, foros, plazas, anfiteatro y una enorme laguna en la que se hacían “batallas navales” y vestigios de una de las vías romanas principales que cruzaban la Bética.Pero la importancia de la Antequera romana era extraordinaria, según avala con sus estudios y trabajos un eminente romanista, el Catedrático de Arqueología Clásica de la Universidad de Málaga, Pedro Rodríguez Oliva, que nos decía: “Si uno mira el Imperio Romano, es difícil que en un entorno geográfico como el de la Comarca de Antequera haya tantas ciudades.
¿Cuáles son las razones para esto? No son sencillas de explicar, pero quizá porque esta comarca forme una auténtica unidad y tenga unas características comunes: la geografía”, como le preguntó nuestro anterior director Ángel Guerrero. Es claro, por lo tanto, que por Antequera tenían que pasar los caminos que conducían de un lugar a otro hasta llegar a las capitales en las que estaba dividida la Bética. «Si uno nombra ciudades como Gades, Astigi, Hispalis o Corduba, que en la actualidad son Cádiz, Écija, Sevilla y Córdoba, es decir ‘ciudades vivas’ pues, evidentemente, su centro geográfico era Antequera”. Antequera ya era, desde tan antiguo, un privilegiado lugar de paso, tal y como ocurre hoy en día.