El pueblo de Israel, liderado por Déborah y Barac, había vencido al pueblo cananeo del rey Jabín y de Sísara. Disfrutaron de un período de paz. Pero los hebreos volvieron a desobedecer las leyes que Yaveh les había dado y adoraron a dioses cananeos. Como consecuencia, los madianitas los oprimieron, reduciéndolos a la pobreza. Los israelitas clamaron a Yaveh. El ángel del Señor se presentó ante Gedeón y le dijo: “Yaveh sea contigo, valiente héroe”. Gedeón le contestó que, si Dios estaba con su pueblo, no debían estar oprimidos por Madián; más bien, Dios los había abandonado. Entonces, el ángel le dijo: “Ve y, con esa fuerza que tú tienes, libra a Israel de las manos de Madián; ¿no soy yo quien te envía?”. Pero Gedeón no lo creyó, pues él era el hijo menor de la familia más débil de su tribu, la de Manasés –en repetidas ocasiones vemos en la Biblia que Dios elige para realizar su voluntad a alguien en apariencia débil–. Le pidió al ángel unas pruebas para asegurarse de que Dios lo ayudaba. El ángel accedió. Le pidió que lo esperase hasta que le llevara una ofrenda de carne de cabrito, caldo y unos panes ácimos. El ángel lo esperó. Cuando se presentó Gedeón, el ángel le ordenó que pusiese la carne y los panes sobre una piedra y que vertiese el caldo encima. Después, el ángel tocó con un báculo la carne y los panes. Surgió un fuego que lo consumió todo. El ángel desapareció.El pueblo de Israel, liderado por Déborah y Barac, había vencido al pueblo cananeo del rey Jabín y de Sísara. Disfrutaron de un período de paz. Pero los hebreos volvieron a desobedecer las leyes que Yaveh les había dado y adoraron a dioses cananeos. Como consecuencia, los madianitas los oprimieron, reduciéndolos a la pobreza. Los israelitas clamaron a Yaveh. El ángel del Señor se presentó ante Gedeón y le dijo: “Yaveh sea contigo, valiente héroe”. Gedeón le contestó que, si Dios estaba con su pueblo, no debían estar oprimidos por Madián; más bien, Dios los había abandonado. Entonces, el ángel le dijo: “Ve y, con esa fuerza que tú tienes, libra a Israel de las manos de Madián; ¿no soy yo quien te envía?”.
Pero Gedeón no lo creyó, pues él era el hijo menor de la familia más débil de su tribu, la de Manasés –en repetidas ocasiones vemos en la Biblia que Dios elige para realizar su voluntad a alguien en apariencia débil–. Le pidió al ángel unas pruebas para asegurarse de que Dios lo ayudaba. El ángel accedió. Le pidió que lo esperase hasta que le llevara una ofrenda de carne de cabrito, caldo y unos panes ácimos. El ángel lo esperó. Cuando se presentó Gedeón, el ángel le ordenó que pusiese la carne y los panes sobre una piedra y que vertiese el caldo encima. Después, el ángel tocó con un báculo la carne y los panes. Surgió un fuego que lo consumió todo. El ángel desapareció. Pero Gedeón requirió de Dios otras dos señales para saber si lo ayudaba. Tendió un vellón de lana en la era. Pidió a Dios que, al día siguiente, el rocío cubriese solo el vellón, quedando el suelo seco. Así sucedió. Gedeón se levantó muy temprano, exprimió el vellón y llenó una cazuela con el agua del rocío. Para asegurarse más, pidió otra prueba a Yaveh: que el vellón se quedase seco y el resto del suelo se mojase con el rocío. Dios accedió y eso ocurrió.
Convencido ya de que Yaveh estaba con él, Gedeón reunió un ejército. Pero, para que no hubiese duda de que la victoria se debía a la ayuda de Dios, éste ordenó al hebreo que lo redujese. Quedaron trescientos combatientes. Y, de noche, asaltaron el campamento madianita de un modo muy peculiar. Lo rodearon por sorpresa. Tocaron las trompetas. Rompieron unos cántaros y empuñaron las teas encendidas que contenían. Gritaron: “¡Espada por Yaveh y por Gedeón!”. Los madianitas, presa del pánico, empezaron a gritar, a correr. Mientras sonaban las trompetas, Yaveh hizo que los de Madián luchasen y se matasen unos a otros. Algunos huyeron. Los israelíes los persiguieron. Los supervivientes trasladaron el campamento al otro lado del río Jordán. Gedeón cruzó el río, atacó el campamento, los derrotó y mató a sus príncipes.
Los israelitas le ofrecieron a Gedeón ser su rey. Pero él lo rechazó, aduciendo que el rey de los hebreos era Yaveh.