viernes 22 noviembre 2024
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El ascensor

 Era extremadamente quisquilloso, exageradamente pequeño, bueno hasta que llegaron los dueños del edificio acompañados de la ley y tuvieron que hacer una cabina de seguridad. Pero conservando su esencia pues le permitieron quedarse con un herraje antiguo en el dintel de la puerta. Cuántas veces había visto el ascensor  guardar en su interior  besos robado a un chasquido de luz en un tic tac de reloj de esfera. Pensamientos furtivos transgresores, acomodados y acomodaticios,  e incluso pensamientos vacíos que eran los más difíciles de soportar  por su naturaleza hueca. 

Tenía aquel ascensor  olfato de detective,  reconocía  a un intruso enseguida y hacia un retrato robot que guardaba en su memoria electrónica. En algunos días ha echado de menos un libro de reclamaciones  para exigir un trato más justo, una limpieza más exhaustiva, unos botones más niquelados y un respeto a  su capacidad de carga.

Lo que ha oído el ascensor. Mentiras, bulos, medias verdades, critiqueos de telebasura, chismorreos y silencios incómodos. Aunque en estos días la cosa ha cambiado un poco. Ha dejado de ver al doctor Martínez que siempre venía a la consulta corriendo y casi sin haberse afeitado  o a la  hija de la vecina del quinto que algunas veces se arregla el maquillaje  en la pared de espejos de la cabina cuando venia  del gimnasio por no hablar de los clientes del bufete de abogados que despotrican una barbaridad de la minuta.  o de su fastidioso jefe, ve pacientes. 

De  hecho ahora  no ve a casi nadie sube y baja medio vacío o vacío del todo.   También tendría que  reclamar esto porque ahora está muy aburrido.  Por  cierto ¿ qué habrá sido de los hermanos  del tercero aquellos que siempre andaban a la gresca por las chucherías? Sorpresivamente se ha hecho amigo del perro de segundo que se llama Bruno  y es  perezoso y holgazán,  pero a falta de pan,  buenos son chuchos.  Pero no habla mucho así que está a cero de noticias, ni conversaciones de móviles oye. Pero como a observador no hay quien le gane sí que ha visto caras con mascarillas y manos enguantadas pulsando botones. Debe ser una nueva moda. 

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