Si repasamos muchas veces la historia de nuestra ciudad nos damos cuenta que lo que pensamos que vivimos sólo ahora en nuestra época, ya había ocurrido con anterioridad, como es el caso de la epidemia de gripe española de 1918 y la que ahora ocupa prácticamente toda nuestra existencia.
Sin duda, las circunstancias de 1918 marcaron un antes y un después en el desarrollo de nuestro país, y claro, en nuestra población que vivió con la pobreza y hambruna y el miedo a la reproducción de la misma en los años siguientes, topándose posteriormente, con la guerra de Marruecos en el segundo semestre del año 1921. En medio de todo, se vivió el Carnaval, uno muy diferente del que estamos acostumbrados.
La Semana Santa de 1921 se celebró entre el 20 y 27 de marzo, por lo que el Miércoles de Ceniza, el 9 de febrero, dio comienzo la Cuaresma. Antes de estas fechas marcadas en el calendario, estaba el Carnaval que en Antequera se vivió de forma especial atendiendo al edicto municipal del 13 de enero de dicho año emitido por el alcalde de entonces Fernando García Gálvez.
Ya en nuestra edición del 30 de enero de 1921 advertía el redactor de nuestro periódico ante anteriores celebraciones que “las circunstancias especiales por que atravesamos, ha dado lugar a que por el Poder central, se dicten disposiciones evitando el uso de la careta y determinadas expansiones del público, en las próximas fiestas de carnaval.
Esperamos pues, que nuestras autoridades locales, darán las órdenes oportunas para que se cumplan las citadas disposiciones, evitando, que la crónica negra ocupe su lugar acostumbrado en esas fiestas, y se vea el medio de que las expansiones de esos días se localicen en puntos cerrados y con la garantía y responsabilidad de los organizadores, de cuanto ocurra en dichos locales. Es una ocasión propicia para que desaparezca lo que esa fiesta tiene de grotesca y chabacana”.
Nuestra ciudad además atravesaba momentos complicados en la organización de festejos, algo que de continuado se reflejaba en las ediciones de nuestro periódico dirigido entonces por Francisco Muñoz Burgos.
El edicto municipal del 13 de enero de 1921
Dicho edicto al que hacen referencia en nuestras páginas se establece también para el año siguiente, el de 1922, donde se publica el mismo en su totalidad el cual les reproducimos para que se percaten de la petición municipal que se hacía a los vecinos a cumplir entonces.
“Hago saber: Que subsistiendo para las próximas fiestas de Carnaval, lo ordenado en la Real Orden Circular de 13 de Enero del pasado año, he de recordar en consonancia con la citada disposición legal que queda terminantemente prohibido fuera de la calle Infante D. Fernando, la circulación por otras vías, de máscaras con careta.
Asimismo, espero, ha de cumplirse estrictamente lo preceptado en las Ordenanzas Municipales vigentes, que prohiben el uso del antifaz desde las 8 de la noche en adelante, como llevar en ningún momento clase de armas alguna aún cuando el traje lo requiera; el uso de disfraces que simbolicen instituciones, autoridades, vestiduras sacerdotales, o que sean ofensivas a la moral o a las buenas costumbres.
La autoridad local y sus agentes podrán exigir que se quite la máscara a personas que no guarden el decoro, debido, cometan alguna falta o causen molestias al público, como también no será permitido arrojar objetos, que puedan molestar a los transeúntes.Confío en que todos los antequeranos, por el buen nombre de la ciudad, han de ser fieles cumplidores de lo ordenado por mi autoridad, no dando lugar a violencias de ningún género, que sería el primero en lamentar.
Lo que se hace público para general conocimiento. Antequera a 23 de febrero de 1922. Fernando García”.
Se celebró el Carnaval en el 21 y Antonio de la Cruz quien firmaba la crónica de la celebración escribió: “Es ya vieja la observación de que la fiesta decae de año en año. El hecho resulta contrariador para unos, indiferente para otros y grato para nosotros. El punto es opinable. Desde luego, para nosotros, esta decadencia de la bullanga callejera, es una patente prueba del progreso de las costumbres populares. Sí estimamos deseable el fomento de ciertos regocijos y fiestas privadas que por desenvolverse en el seno de asociaciones de personal escogido, dan ocasión para que se manifiesten el buen gusto y el ingenio”.
Era el redactor crítico con el Carnaval, eso quedó claro y como señala, “opinable” según el prisma con el que se mire, como todo en esta vida.
Mirada a la Semana Santa de 1921
Pero no debe sorprendernos la crítica que desde nuestras páginas se realiza al Carnaval, ya que la Semana Santa tampoco se queda sin su pequeño repaso en las páginas de nuestro periódico.Y es que nuestra ciudad no realizó procesiones de Semana Santa, sí que las celebraciones litúrgicas como tal. Nada más lejos de la realidad que vivimos en el 2020 y viviremos en este 2021.
Entonces nuestro periódico firmaba una irónica crítica a esos días que bien podían haber servido a una letrilla carnavalesca. Del Viernes Santo apunta “Oficios como el Jueves. Por la tarde, como no hay procesiones, ni música en el Paseo estos días de misticidad y recogimiento, los obreros, en general, se recogen en círculos, cafés y tabernas… y así de este modo, es como se trabaja en pro de la cultura y prosperidad de la amada patria chica”.
Y al Domingo de Resurrección: “Magnífica corrida de toros, en la que alternarán los arraigos famosos hijos del pueblo, la dejadez, la apatía y el abandono”.