viernes 22 noviembre 2024
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El primer y el último recuerdo de amor

Cuando eres pequeño, el amor se centra en el abrazo y los besos de abuelos, tíos y padres. Son los primeros recuerdos, los que permanecen en nuestras fantasías. Esos besos y abrazos robados hoy por la pandemia, ¡pero que recuperaremos!

Creces y el amor se dirige a esas relaciones platónicas o reales en clase, con la compañera, el estudiante del otro curso, la joven del otro instituto. El amigo, hoy de las redes sociales. 

Decía Pau Donés, de Jarabe de Palo que: “Por un beso de la flacadaría lo que fuera.Por un beso de ella aunque sólo uno fuera”.

El beso prohibido, lejano, soñado y deseado de la infancia que en la adolescencia se vuelve real, ya sea entre rincones, a oscuras, o al aire sin ningún complejo que esconder.

Un beso, un gesto en una cita donde recuperando lo que Jane Austen escribió  sobre Thomas Lefroy, su primer amor: “Hay menos amor y más sentido común en él del que había mostrado anteriormente”.

Ese amor idílico, de locuras de amor, de conocer la vida y encontrarte con el futuro donde coges el sitio de los que van por delante tuya. Amor de jóvenes a pasión de parejas que forman su núcleo, su casa, su familia.

Y sin pensarlo, vienen los hijos, el fin del amor, el cambio generacional, donde los padres son abuelos y los hijos, padres. Ya no son tus hijos, son los hijos de tus hijos. El ciclo cambia.

La ley de vida marca, establece que cuando unos llegan, otros se van. Es cuando se rompe la historia de los jóvenes que “se empezaron a hablar” y tuvieron hijos y uno de los dos se despide, tras una vida junta, como la que esta semana hemos admirado en las redes sociales donde en una habitación de hospital, se dan la mano y lloran en su despedida.

Se inicia el luto, el llanto, la soledad, los recuerdos del pasado, los anhelos y los deseos de volver a reunirse con él. Como relataba el propio Shakespeare: “¡Mi único amor, nacido de mi único odio! ¡Demasiado pronto le vi, sin conocerle, y demasiado tarde le he conocido! ¡Prodigioso principio de amor que tenga que amar a un aborrecido adversario!”.

Y tras días, semanas, años de color negro, llega un día, y llega esa llamada en la que el hijo encuentra trabajo, el cuñado supera la enfermedad, los nietos siguen los pasos y, entre tanto, vuelve a brotar el amor, en forma de una ecografía que marca la nueva alegría de la casa. 

Este domingo es el Día de los Enamorados, un día que debería estar presente todo el año. Pero no sólo en desventuras como las de nuestro Tello y Tagzona, sino en gestos de compañerismo, de acompañar a quien está solo.

En nuestro reportaje de portada hemos querido rendir homenaje para todas esas personas que, a pesar de la pandemia, las restricciones y las mascarillas, encuentran en el amor el aire que necesitan respirar para afrontar esta complicada situación.

Amor, amor, amor… que siempre reine. En sus diferentes formas, aunque lleves tiempo sin decirlo y ella te diga: “Lo sé”. Que aprovechemos cada día de nuestra vida para mostrar amor, decirlo y sentirlo. Es lo que se está sintiendo en esos hospitales, esas residencias, esos pisos en soledad. Que haya esperanza, y amor siempre, ya sea de parejas, de familias, de padres a hijos, de compañeros de sanitarios a pacientes.

Más información, próximas ediciones www.elsoldeantequera.com y de papel, el sábado 13 de febrero de 2021. ¡Suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción). 
 
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