martes 21 mayo 2024
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VI Domingo del Tiempo Ordinario: el coronavirus contagia como la lepra

Llegó hace un año sin avisar y para quedarse ya entre nosotros. Al principio creímos que el “coronavirus” estaba muy  lejos. Pero llegó, nos contagió como al leproso del evangelio de hoy, nos encerró en nuestras casas, se llevó a nuestros familiares y amigos. Los sanitarios y médicos que están viendo y sufriendo el dolor de los pacientes con COVID nos zarandean para que prioricemos la salud sobre la economía. 

Como ocurría en tiempos de Jesús en que la lepra contagiaba ocurre hoy lo mismo con el “coronavirus”. Entonces en la mentalidad judía se creía que el leproso era un pecador y su lepra era el castigo de Dios. Y había que marginarlo para que no contagiara y sobre todo que no contagiará de su pecado. 

Frente aquella mentalidad judía  excluyente que no se preocupaba por el cuidado de sus enfermos, hoy a nadie se le ocurre pensar que el coronavirus es un castigo de Dios. Y ante esta pandemia universal hemos de aplaudir a miles de sanitarios profesionales que siguen al pie del cañón como otros “Cristos” arriesgando sus vidas por el contagio y transmitiendo vida a los pacientes del COVID.

En estos momentos  de miedo a ser contagiados por el coronavirus,  Jesús  con la curación de un leproso se nos presenta muy sensible al sufrimiento de quienes encontraba en su camino, marginados por la sociedad, olvidados por la religión o rechazados por los sectores que se consideraban superiores moral o religiosamente.

El evangelio dice simplemente: “Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas…” Ya eso era inaudito. Un leproso no podía acercarse a nadie. Jesús no le rechaza. “Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó”. Eso ya no es solo inaudito, sino que va en contra de las costumbres y contra la ley. Jesús incumple la ley, toca al leproso y lo cura. El milagro de Jesús es siempre signo exterior de una realidad interior, invisible y más importante. El leproso es símbolo de  la humanidad perdida: egoísta, obsesionada con las riquezas, incapaz de perdonar, sensual, sometida al sufrimiento, vengativa, mortal. El leproso significa un acento especial: el pecado de la humanidad crea grupos injustos, dominadores, que abusan de los más débiles, excluyen a los diferentes; el pecado crea enemigos, violentos, agresivos, destruyen la comunión humana.

En esta escena se manifiesta que lo más admirable de Jesús es su actuación. El rasgo más original y provocativo de Jesús fue su costumbre de comer con pecadores, prostitutas, gente indeseable y salir por los caminos al encuentro de los enfermos y pecadores.

El hecho es insólito. Nunca se había visto en Israel a alguien con fama de “hombre de Dios” comiendo y bebiendo animadamente con pecadores.Aquel leproso representa hoy la soledad y la desesperación de tantos estigmatizados por su pobreza, enfermedad, color y otras marginaciones. La misma pandemia y la llegada de las vacunas nos están llevando a que el asunto lo hayan politizado desde la economía marginando a los países pobres del Sur. Ellos  como aquel leproso tendrán que esperar a que pase otro Cristo cercano y generoso y también les cure ofreciendo las vacunas gratis como en los países del Norte. 

Finalmente recordemos que este domingo se está celebrando la Campaña de Manos Unidas y como aquel leproso marginado, hoy siguen  existiendo muchas personas marginadas: son los pobres del Tercer Mundo. Como misionero siempre recordaré el gran apoyo de Manos Unidas en dispensarios y colegios en Perú. Es la hora de unir nuestras manos a favor de los más pobres contagiados de coronavirus.

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