Continuamos esta semana con la historia del IV Conde de la Camorra, Luis María Pareja Obregón. Electrizada la corporación municipal al conocer el contenido de la nota que el Marqués de Fuentepiedra, coronel del ejército José María Casasola, había enviado al Secretario del Ayuntamiento, consideró heroico el valor, el patriotismo y demás virtudes cívicas y militares del Marqués y no pudo menos que formar una comisión para que se personara en su casa y a pesar del estado de su salud tomara posesión de la Alcaldía.
El Marqués, acto seguido y acompañando a la Comisión se personó en el ayuntamiento y tomó posesión de la Alcaldía tras tomársele juramento.
La junta Provincial de Gobierno de Málaga, alabó el comportamiento del nuevo Alcalde y a continuación ordenó que se concentraran en esta ciudad los milicianos de Archidona, Casabermeja y Colmenar, los cuales junto a los de Antequera debían hacer frente a la posible llegada de los carlistas a la ciudad.
Se redactó un escrito por los componentes de la Guardia Nacional con la anuencia de su Comandante, ahora el Conde de la Camorra Luis Pareja Obregón y del Comandante de las Armas de la ciudad, en el que se hizo saber a la población que:
1. Todo el que no sea miliciano debe entregar las armas que posea, bajo pena de vida si no lo hace. Deben entregarlas en el principal de la Milicia sito en convento de Los Remedios.
2. Se acuerda pedir la pólvora existente en los almacenes nacionales.
3. Debe invitarse a unirse a la Milicia a todo buen ciudadano por si hay que salir a defender las libertades, en el concepto del que no lo hiciese se le tendrá por sospechoso.
4. Se pide al ayuntamiento asegurar la persona del cura de San Juan, secuestrando todos sus papeles, por el mal comportamiento que ha tenido y tiene este mal español.
La situación de seguridad en Antequera era tan grave que el Capitán General de Granada la declaró en estado de sitio el 29 de septiembre.
A fin de dar optimismo a la población, el diecisiete de octubre, se solicitó por el Comandante de Armas de la ciudad, la celebración de una solemne función religiosa en Santa María, llevándose en procesión las imágenes de Nuestra Señora del Rosario y Santa Eufemia en acción de gracias por haberse recuperado Córdoba para el Ejercito Nacional y haberse despejado de facciosos las inmediaciones de la población, evitándose con ello a este pueblo los horrores de una guerra civil.
Esta situación de inseguridad y de peligro de guerra volvió a repetirse semanas después tras la llegada a las cercanías de Fuentepiedra de las tropas carlistas del general Gómez, con la supuesta intención de ocupar Antequera. La ciudad resistió la presión, aunque multitud de personas pudientes y cargos públicos abandonaron la ciudad ante el peligro inminente de invasión, a quienes por cierto, no se les reprendió por ello, obligándoles únicamente a nombrar representantes a su marcha.
El riesgo de guerra civil en la ciudad se despejó a finales de diciembre, si bien España continuaba enfrascada en la lucha entre los dos bandos en contienda, el Carlista y el Cristino o Isabelino, que aún duraría dos años más y que finalizaría con la victoria del General liberal, Baldomero Espartero, con el llamado acuerdo o Abrazo de Vergara en 1839.
Luis María Pareja, alcalde por quinta vez
En el Cabildo antequerano se sucedieron con normalidad cada año, como era costumbre, los cambios de sus regidores tras la Revolución de 1836, y en la renovación efectuada en el mes de abril de 1838, se nombró Alcalde por quinta vez a Luis María Pareja Obregón.
Todos los componentes electos del ayuntamiento tomaron posesión y juraron los cargos bajo las premisas de la nueva Constitución de 1837.
Hay que decir que esta Constitución tuvo su origen en la nueva situación política derivada de las revoluciones de 1835 y 1836.
A nivel nacional, tras la Sargentada de la Granja en 1836, que obligó a la Reina Regente a suspender el Estatuto Real de 1834 y proclamar la Constitución de 1812, ésta no tuvo otra opción que apoyarse en los liberales progresistas y llamó a presidir el Gobierno a José María Calatrava como representante de dicho sector y a Mendizábal como hombre fuerte en el Ministerio de Hacienda.
La voluntad de los progresistas como Mendizábal, Argüelles y Olózaga era promulgar una nueva constitución reformando la de 1812 y que ésta obtuviera el consenso del partido moderado cuyos miembros consideraban inaceptable la Constitución de 1812.
A este fin intentaron los progresistas atraerse a los moderados, accediendo a determinadas concesiones a los mismos que se integraron en la redacción de la nueva Constitución de 1837. Con ello se quiso dar cierta estabilidad a la alternancia política y que no se derogara o reformase la constitución vigente con cada cambio político.
Por este motivo cuando el Ayuntamiento de Antequera se renovó en 1838, los nuevos componentes con el Conde de la Camorra a la cabeza, tomaron posesión de sus cargos jurando la Constitución de 1837.
El Conde, en su toma de posesión, pronunció un discurso agradeciendo a los electores de su nombramiento, aunque volvió a poner de manifiesto su mala salud e hizo loas como no podía ser de otra forma, dada su trayectoria política, del nuevo gobierno liberal y de la Constitución de 1837.
Durante su mandato y continuando con su visión personal sobre la importancia que tenía para él, la seguridad pública en la vida cotidiana de los vecinos y en la administración municipal, el día veintidós de septiembre de 1838 se repartió entre las poblaciones de la comarca el presupuesto de una nueva partida de persecución de malhechores que se había creado con la finalidad de erradicar la delincuencia que no cesaba en la misma. Los gastos se repartieron entre los pueblos de Antequera, Fuentepiedra, Humilladero, Bobadilla, Valle de Abdalajís, Mollina y Cauche.
Las cuadrillas de los bandidos Rabaneda y Rivero cometían hechos delictivos incesantemente en la zona y esta partida de persecución tenía la finalidad de exterminarlas. De hecho se prorrogó su actividad, que había cesado a principios de año, hasta tanto el Capitán General de Granada enviara otra Partida oficial prometida, de veinticinco soldados a caballo para combatir el bandolerismo de la comarca.
Prosiguiendo con su actividad pública, el once de octubre de 1838 el Conde Luis María Pareja da orden de disolución del Batallón de la Milicia por ciertos actos acaecidos, recogiéndose las armas y expulsando a los individuos que eran solamente “proletarios”. Como justificación de esta actuación municipal, se dice que los expulsados eran gentes que no tenían nada que perder y que carecían por ello de la necesaria responsabilidad, procediendo a la reestructuración del Cuerpo con gente de “buena conducta”.
A principios de diciembre se publica por parte de la Comisión formada para tratar la problemática del agua, de un cuadernillo informativo sobre la conclusión del acueducto de la Magdalena, en el que se relata toda la problemática de la traída de aguas a la ciudad. (Acta 3-12-1838).
El Conde de la Camorra preside los cabildos hasta finales del año 1838 y en la nueva remodelación municipal de 1839, le sustituye como alcalde, el Coronel Fernando Fernández de Rodas, no obstante Luis María Pareja continúa como Comandante del Batallón de la Milicia, aprobando meses después varios dictámenes sobre dicho Cuerpo, su Comandancia, Consejo de Subordinación, disciplina, plana mayor, ayudante, oficiales, etcétera; en los que tiene gran relevancia y autoridad el Conde.
Regencia del General Espartero
A finales de 1839, se renueva de nuevo el Consistorio y es nombrado Alcalde de Antequera, Antonio José Bilbao Varona, Conde del Castillejo, quien en unión del resto de concejales electos toman posesión el día uno de enero de 1840.
A lo largo de la primera mitad de este año se habían producido en toda España revueltas y disturbios, que culminaron en el mes de septiembre con una sublevación generalizada contra María Cristina la Reina Gobernadora en las ciudades más importantes como Barcelona, Zaragoza y Madrid. La sublevación estalló finalmente por la aprobación de la nueva ley de ayuntamientos y por las disputas de unos partidos contra otros sobre el papel que debía jugar la Milicia Nacional.
El deterioro de la situación condujo a la renuncia del poder por parte de María Cristina y a entregarlo al general Espartero, que se convertía en Regente, marchando aquella al exilio en Francia.
En el nuevo contexto político y como anécdota curiosa el lunes día 10 de agosto de 1840, en la reunión del cabildo antequerano, se hace constar y se inserta en el acta capitular una copia de la felicitación del Ayuntamiento de Gerona, a la que suma el de Antequera, al Duque de la Victoria General Baldomero Espartero, recién elegido Regente, por su decidida actuación a la hora de poner fin a las intrigas moderadas que pretendían minar las libertades. (Fotografía: wikipedia).