El Triduo de la Cofradía del Santo Entierro concluyó el sábado 13 de marzo, con la última misa, presidida por el sacerdote antequerano Juan Manuel Ortiz Palomo, vicario episcopal para la Acción Caritativa y Social de la Diócesis de Málaga.
Final para un Triduo diferente, distinto, en el que se respiraba la pandemia por la limitación de aforo, los espacios, las mascarillas, los carteles y los botes de gel hidroalcóholico.
Tras los dos primeros días, presididos por el carmelita Antonio Jiménez y el arcipreste Antonio Fernández, cerró el sábado el vicario episcopal Juan Manuel Ortiz Palomo. Las misas fueron a las 20 horas terminando con ejercicio del Triduo.
y la Salve cantada a la Virgen de La Soledad.
Imponía contemplar el Altar montado, para el que aprovecharon el impresionante retablo barroco, trasladando a la Virgen del Carmen a la Capilla de la Virgen de las Angustias, y componiendo un duelo con el Cristo Yacente en la parte alta del camarín, a cuyos pies se encontraba la Virgen de la Soledad.
El catafalco del Señor en un cabecero de estilo rococó, compuesto por piezas talladas y doradas de la época.
El sábado se llenó el aforo del templo, causando una gran impresión que jóvenes se sentaran en los bancos de la Capilla de la Soledad, sin las imágenes que presidían el Altar Mayor. Muestra del respeto y del cumplimiento de las normas.
El vicario episcopal saludó a los paisanos, profundizó en las lecturas de la Eucaristía y abordó la esperanza del cristiano, a pesar de tiempos duros como el que estamos viviendo por la pandemia, en la Resurrección.