No es algo nuevo, al menos así se recoge en estas páginas cuando hace 100 años, desde las autoridades locales recomendaban a las escuelas hacer lectura de Pérez Galdós. Años después, en repetidas ocasiones, Cervantes es la apuesta para llevar a los más pequeños a interesarse por la Lectura.
Tras Semana Santa, conocemos el trabajo de nuestros centros educativos de potenciar la Lectura, profundizando en algunos autores y obras, con actividades, trabajos, teatros, redacciones, dibujos e iniciativas en pro del 23 de Abril.
En más de una ocasión nos hemos referido al papel fundamental que desempeñan las familias y las escuelas. Entre ambas, enseñan, educan, ofrecen los conocimientos que luego los niños, ya jóvenes y adultos, salen a la calle para formar parte de la nueva sociedad.
Nos preguntamos: ¿quienes hoy están al frente de organismos, empresas, comercios, grupos de trabajo, colectivos, cualquier reunión… manifiestan lo aprendido?
Será la edad, pero tras el año padecido, comprobamos en muchos sectores que no hemos aprendido del tiempo perdido. No sabemos lo que los pequeños, el día de mañana, manifiesten en su día a día. Pero estamos hartos de comprobar que seguimos con dos mundos: el ideal que fabricamos públicamente y el real que es el que vivimos en los círculos más pequeños.
Recomendamos visitar la muestra de Trafalgar en el MAD, donde por medio de unas pinturas y unas pequeñas citas, nos adentramos en lo que sigue siendo nuestro día a día. Benito Pérez Galdós escribía: “Se me permitirá que antes de referir el gran suceso de que fui testigo, diga algunas palabras sobre mi infancia, explicando por qué extraña manera me llevaron los azares de la vida a presenciar la terrible catástrofe de nuestra marina.
Al hablar de mi nacimiento, no imitaré a la mayor parte de los que cuentan hechos de su propia vida, quienes empiezan nombrando su parentela, las más veces noble, siempre hidalga por lo menos, si no se dicen descendientes del mismo Emperador de Trapisonda”.
No creemos que haga falta comentar nada sobre estas frases del escritor. “La sociedad en que yo me crié era, pues, de lo más rudo, incipiente y soez que puede imaginarse, hasta tal punto, que los chicos de la Caleta éramos considerados como más canallas que los que ejercían igual industria y desafiaban con igual brío los elementos en Puntales; y por esta diferencia, uno y otro bando nos considerábamos rivales, y a veces medíamos nuestras fuerzas en la Puerta de Tierra con grandes y ruidosas pedreas, que manchaban el suelo de heroica sangre”.
Si actualizamos los términos y el contexto, poco ha cambiado el espíritu de la España de Trafalgar y Galdós a la de hoy. ¿Cambiaremos? Dependerá de los pequeños y jóvenes que se están formando, quienes deben de reaccionar ante esta sociedad donde nos creemos los mejores y en un abrir y cerrar de ojos, una pandemia nos puede paralizar y no hacernos ver lo débiles que somos.
Pero seamos optimistas y miremos a nuestro alrededor. Confiemos en los pequeños de la clase que ante el Día del Libro buscan un momento de tranquilidad para leer la adaptación del Quijote o expresar con sus dibujos sus sentimientos. ¡Que no perdamos lo que aprendemos en los mejores años de nuestra vida: los de la infancia y la escuela!