Leo con agrado que alguna empresa de restauración, propone cerrar la Alameda, los fines de semana, por la noche, claro está. Puede ser una idea magnífica porque de esta manera, las aceras, se verían libres para la circulación de transeúntes, sin necesidad de ir sorteando mesas y personas congregadas en torno a las reuniones. Si las mesas acera o calzada, son las mismas en tamaño y cantidad, no tiene porqué haber mayor problema.
En cambio, sí que evito, en la medida que puedo, caminar por la calle Diego Ponce, lo estrecha que es, la cantidad de circulación y la porquería que nos vamos tragando los transeúntes, amortiguada con mascarilla en estos tiempos, en otros, añorados, a pelo seco, pero siempre me ha parecido una calle que tendría que estar más libre de coches.
No es la primera vez, que desde estas líneas, manifiesto mi ilusión por llegar a conocer Antequera Centro, sin coches, reducidos a residentes y servicio público. Ir dando mayor protagonismo al peatón e ir adaptando las calles a la gente, un paso importante son las aceras sin bordillos, que ya se están considerando a la hora de la remodelación de cualquier calle ¿Cómo sería la calle Estepa peatonal? Pues la arteria principal como siempre, mucho más mejorada, sobre todo, en sus tramos más estrechos, probablemente surgirían negocios que animarían la actividad comercial.
Hay que darse cuenta de la terraza exterior que tiene el Casino, aparte de dar sensación de encierro, está, literalmente, en lo alto de los coches, no es agradable compartir un rato de ocio, respirando CO2 como plato obligado del menú a degustar.
Quien dice el Casino, cualquier bar que tenga su terraza adaptada para no irrumpir la calzada, siempre pensando en los coches, casi nunca en el peatón.
Quizá no se tarde mucho en ver al viandante dueño de la calle, nos daremos cuenta de las grandes posibilidades que ofrece esta ciudad, queramos o no, la hostelería es la animadora y todos los comercios alrededor de ella resultan beneficiados.