domingo 24 noviembre 2024
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Condes de la Camorra. IV Conde: Luis María Pareja Obregón (XIII)

Continuamos esta semana con la historia del IV Conde de la Camorra, Luis María Pareja Obregón.Días antes del 1 de enero 1841, fecha en que toma posesión el Conde de la Camorra, Luis María Pareja Obregón como alcalde por sexta vez, se habían cometido en Antequera varios asesinatos. Uno de ellos, marcó un plus de publicidad y alarma en la población al tratarse de una persona muy conocida perteneciente a la burguesía emergente de la localidad, Antonio Robledo Checa, hijo de Vicente Robledo Castilla, agricultor e industrial y unos de los mayores propietarios de la ciudad, que gozaba de gran prestigio y relevancia.

La víctima, Antonio Robledo, era tío del que posteriormente fuera uno de los políticos más importantes de la España de finales del siglo XIX, el antequerano Francisco Romero Robledo, ministro en varias ocasiones y carteras y también Presidente del Congreso. El asesinato ocurrió en el pórtico de la iglesia de San Pedro, la noche del 27 de diciembre de 1840. A raíz de su muerte, su padre Vicente Robledo, levantó un monolito en su memoria que aún sigue enhiesto en el centro de la plazuela de San Pedro, frente a la iglesia.

En la reunión del Ayuntamiento del sábado 2 de enero de 1841, se produjo un hecho relevante e inhabitual en las relaciones públicas entre las diferentes autoridades locales. Debido a la gravedad de la delincuencia en la ciudad y de los últimos asesinatos acaecidos, el Juez de Primera Instancia pidió autorización al Alcalde Presidente, Conde de la Camorra, para personarse en el Pleno del Ayuntamiento y exponer asuntos de sumo interés para la municipalidad.

Intervención en el pleno, del Juez, Síndico y Fiscal

Tras la petición judicial, se citó por parte de la Alcaldía al Juez para comparecer en el ayuntamiento el lunes 4 de enero a las 12 de la mañana y una vez en las Casas Consistoriales, se dirigió al pleno del consistorio y resumidamente dijo:

“Que los recientes homicidios y heridas cometidos en estos últimos días especialmente el asesinato horroroso perpetrado a la puerta de la Iglesia Parroquial de San Pedro en la persona del benemérito joven don Antonio Robledo y Checa, tenían consternados todos los ánimos, y arraigado la convicción de que era necesaria la concurrencia de todas las autoridades para reprimir unos males que terminarían con la disolución de la sociedad; que en tales circunstancias había creído de acuerdo con el promotor fiscal de su juzgado acercarse a esta muy honorable corporación y excitar su noble y acreditado celo, a fin de que se tomasen aquellas disposiciones propias de su autoridad gubernativa para refrenar la audacia desgraciadamente creciente de los malos…”.

Contestación del Conde de la Camorra

Se transcribe resumidamente las contestaciones del Conde, del Fiscal y del Síndico municipal que nos dan idea de la magnitud y gravedad de la delincuencia que operaba en nuestra ciudad a mediados del siglo XIX.

El Conde, Alcalde-Presidente contestó al Juez en relación a este crimen: “Que el Ayuntamiento Constitucional que tenía el honor de presidir, ocupando aquel puesto por la sexta vez con que le había distinguido el voto de sus conciudadanos, celoso en el cumplimiento de sus deberes, desde el momento en que fue instalado, adoptó las más enérgicas y efectivas medidas para sostener el orden y tranquilidad pública que le está encomendado, no sólo atendiendo al asesinato de don Antonio Robledo cuya importancia ha apreciado el señor juez, sino a otros recientemente cometidos que tienen afectados los ánimos, y no obstante que en el modo inesperado como se han ejecutado no era posible evitar… Es claro que para atajar tan perniciosos ejemplos, se necesitan disposiciones prontas y enérgicas tales como las que fueron tomadas sobre que se renovase lo preceptuado en el bando de buen gobierno para que ninguno se sentase en las casas de bebida después de oraciones, y que éstas se cerrasen a las nueve de la noche, conviniéndose el que tanto de día como de noche, se registrase a todo el que sea capaz de ocultar cualesquiera clase de armas prohibidas y aun no prohibidas que para hacer mal lo mismo sirven las unas que las otras” (…). “Para la ejecución de estas cosas se acordaron rondas nocturnas. Sabido es el resultado, todas las calles de la ciudad son transitables a los ciudadanos a toda hora y ni un arma ha sido aprendida en las noches que han transcurrido. Deber es en verdad de este Ayuntamiento vigilar incesantemente para asegurar la tranquilidad de los ciudadanos. A este fin conspirará perfectamente la constancia y el celo del señor juez de Primera Instancia y del promotor fiscal en la administración de justicia, estrictamente observada por todos la igualdad ante la ley, para la persecución y castigo de los delincuentes cualquiera que sea su clase o categoría.

De estas manifestaciones del Juez y del Alcalde, se puede deducir que la presencia del Juez en el pleno la motivó más el asesinato de Antonio Robledo que el resto de los acaecidos en esos días, hecho que el Conde sin dejar de apreciar lo execrable y sinrazón de aquel, le pone de manifiesto y le hace significar al juez cuando le dice que no fue el único asesinato cometido en esos días. Esto puede dar idea de su personalidad.

Intervención del Síndico

El señor José del Pino, síndico, dijo que: aplaudía con todas sus fuerzas el noble celo que había traído al seno de esta corporación, al señor juez de Primera Instancia y al promotor fiscal de su juzgado; que por desgracia era demasiado cierto que la audacia de los malos había tocado a su colmo; (…) que era muy bien visto que las autoridades se aproximasen unas a otras y se prestasen la más franca cooperación (…) y que en su representación felicitaba al señor juez y fiscal por el celo manifestado y a la vez al señor presidente e ilustre Ayuntamiento las acertadas disposiciones adoptadas, en cuya ejecución constante ve satisfechos los deseos de todos los buenos.

Intervención del Fiscal

El señor promotor fiscal José Fernández de Rodas expresó: “no podía menos de manifestar su complacencia después de haber oído al señor alcalde presidente y caballero síndico, las nobles disposiciones de que se hallan animados todos los individuos de esta dignísima corporación; que los excesos de que se ha hecho mérito eran tan graves en todos conceptos que no habían podido menos de causar una aflicción general entre todos los ciudadanos que a una voz clamaban a sus autoridades por protección y justicia (…) que la impunidad y la licencia habían llegado a un punto tan escandaloso, que todos los buenos se encontraban alarmados y recelosos de si la fuerza brutal prevalecería sobre el imperio de las leyes (…) y ofreciéndose mutuamente ambas autoridades civil y judicial, auxiliarse en sus respectivos círculos, se retiraron los señores juez de 1ª instancia y promotor fiscal”.

El Alcalde presentó en ese acto plenario, un proyecto de Bando de buen Gobierno de la ciudad comprensivo de cabecera, 18 artículos y pie, en el que se acomete y trata de solucionar la problemática administrativa en los diferentes servicios públicos incluido el de la seguridad pública.

Es de resaltar que durante este nuevo mandato del Conde de la Camorra y en el discurrir habitual de la actividad administrativa del cabildo, se  empiedran o se acondicionan los empedrados entre otros de las calles: Lucena, Alameda, Cantareros, Carreteros y Estepa, contratando para ello los servicios del empresario Esteban García, vecino de Lucena.

Como curiosidad y debido a la problemática del bandolerismo existente en la comarca significar que la población de Cuevas Bajas solicitó la creación de una partida para persecución de malhechores en la zona de la Venta Cisneros y puerto de las Albarizas, proponiendo que se sufragara por una cuota a pagar entre los arrieros y galeros que transitaban por la zona. 

El Conde contestó negativamente a esta petición de Cuevas Bajas argumentando que ya se formó en su día una partida para vigilar el camino de Málaga y finalmente la cuota provisional decretada para su mantenimiento se convirtió en forzosa, con notable incremento de gastos y protestas consiguientes por parte de los arrieros y carreteros que la pagaban, más aun cuando se encontraba en esta ciudad el Regimiento de Caballería del Rey, 1º de Línea, que podía encargarse de proteger esa zona. (Acta capitular 4-3-1841, Libro 1833).

El jueves trece de mayo en la reunión del cabildo se vieron “Boletines Oficiales de la Provincia y circulares, anunciando el Gobierno Político que reunidas las Cortes el día 8 del mismo habían acordado que la Regencia del Reino se componga de una sola persona, y nombrado para ocupar tan elevado puesto durante la menor edad de nuestra Augusta Reina Doña Isabel 2ª, al Señor Duque de la Victoria y de Morella. (General Espartero).

En base a su lectura, el Ayuntamiento quedó enterado y acordó se publicara hallarse constituido el Gobierno de la Nación, con repique general de campanas a decisión del Señor Alcalde Presidente”.

En ese mismo día de mayo de 1841 se decidió la apertura y uso del cementerio público que tantos años había demorado su construcción. 

Poco después, el veinticinco de mayo de ese año, los labradores del Partido de la Yesera y Arroyo Coches solicitan al Jefe Superior político de Málaga y a la Diputación Provincial a través del Ayuntamiento antequerano, que dio curso a su solicitud, la creación de una población en dichos terrenos, exponiendo sus razones para que el proyecto fuera aprobado: entre ellas la multitud de pasajeros que concurrían a diario por el lugar sin que hubiera posadas ni otros establecimientos donde pudiesen descansar, alimentarse y pernoctar, y también como prevención contra los malhechores que abundaban por la misma.

Solicitud de exoneración del cargo por parte del Conde

El Conde de la Camorra había solicitado en varias ocasiones a la Diputación, la exoneración del cargo de Alcalde por las dolencias que padecía. La petición se resolvió favorablemente por la autoridad  superior y en el pleno consistorial del diecinueve de agosto se leyó el dictamen de la Diputación accediendo a esa exoneración del cargo tras estudiar las razones personales alegadas por este. 

Pero en ese  mismo pleno, por la Comisión municipal creada en su día para informar sobre la citada petición, se manifestó que aún creyendo justas y ciertas las dolencias del Conde, debía tenerse en cuenta la situación en que quedaría la administración municipal y en consecuencia hicieron constar: “que en las actuales circunstancias era preciso e indispensable que Luis María Pareja Obregón, siguiera como Alcalde, cargo que tan dignamente desempeña, hasta que transcurran los cuatro meses que quedan para finalizar el año, porque ya que con tanta constancia y resignación ha sufrido los graves y pesados trabajos que traen consigo, se espera que su Señoría concluya su año con los compañeros que se honran de tenerlo a su cabeza”. 

Continuaba la Comisión diciendo “que no es fácil reemplazar al indicado señor Conde con otro sujeto que reúna su firmeza, su decisión y el gran prestigio que goza entre todas las clases de esta ciudad, justamente adquirido, porque tampoco es común encontrar un sujeto que lleve tan malos ratos, velando y patrullando a deshoras de la noche por las calles para evitar excesos y perseguir a toda clase de criminales”. Por eso esta comisión se inclina a pedir al señor Conde que continúe hasta la conclusión del año, haciendo este personal sacrificio por el pueblo y el ayuntamiento que con tanta satisfacción le tiene en su seno y que jamás olvidara los hechos de su larga vida pública. 

Todos los concejales aprobaron el dictamen por unanimidad y en vista de ello, el Conde de la Camorra no obstante dejar patente su delicado estado de salud decidió si así lo permitía la Diputación continuar en el cargo. (Acta 19-8-1841, Libro 1833).

Como curiosidad, es interesante traer a colación una de las acciones personales y argumentos de Luis María Pareja respecto a la inseguridad en Antequera, que pueden darnos idea de su carácter y personalidad. Así el 13 de septiembre, el Conde de la Camorra ante la multitud de robos y hechos delictivos que se cometían en la demarcación y que proyectaban una grave sensación de inseguridad a la población, transmitió a los concejales su opinión sobre el particular y dijo: “que achacaba estos hechos a la gran mayoría de vagos que pululan por la ciudad con determinados pretextos y simuladas ocupaciones para permanecer en ella y que  cree oportuno dictar nuevas medidas que deben ser tan rigurosas que no se atreve a dictarlas por si mismo sino que solicita el apoyo, auxilio y colaboración de todos los componentes del ayuntamiento para llevar a cabo tamaña empresa”.

Observamos en esta actuación del Conde, la rigurosidad de su carácter, pero también el ánimo de compartir y consensuar las difíciles decisiones cuando tocaba resolver problemas graves.

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