La Real Academia de Nobles Artes de Antequera ha celebra durante este mes de mayo sus I Veladas Musicales, coordinadas por la académica María Teresa Díaz Mohedo. En ellas, “se ha querido realizar una labor divulgadora a personas que no son especialistas en la materia”.
“La idea es que cada año se aborde una temática, y este año nos hemos decantado por las Cantigas porque es una obra de la que todo el mundo ha escuchado hablar, pero de la que se conoce muy poco. Pocos saben realmente donde reside su valor, en qué consiste o cuales son sus características”, señala Mohedo, para quien “es un buen tema por ser una parte muy importante del patrimonio español para arrancar este ciclo”. “La intención final de estas veladas es bajar al nivel del público llano y explicar todo con un fuerte carácter didáctico”, puntualiza la profesora titular de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Granada.
La experiencia ha sido “muy gratificante, y con una gran respuesta de público que ha ido creciendo. Se ha querido dejar muy claro que no se trataba de conferencias especializadas, sino charlas en las que profundizar en el conocimiento de estas obras, pero a un nivel accesible para cualquiera”. Así, a modo de “masterclass”, los participantes han ido planteando sus dudas y se han ido poniendo ejemplos prácticos hasta cumplir con los objetivos planteados “en un ambiente muy distendido”.
“Las Cantigas están consideradas por músicos y musicólogos como un tesoro de la música medieval europea, por su valor no solo musical sino también literario e iconográfico”, expone la coordinadora para justificar esta elección: “Es una obra maestra del siglo XIII, del estilo conocido como Ars Antiqua”.
De este modo, los participantes han podido descubrir “un muestrario buenísimo de cómo era la música profana de esa época, con más de 400 composiciones escritas por músicos muy diferentes”. “Creo que hemos conseguido que los asistentes a las veladas hayan abierto los ojos ante esta joya de nuestro patrimonio”, asegura satisfecha.
Estamos hablando “de los últimos coletazos de la Edad Media, un tiempo en el que la escritura estaba muy limitada, solo a las clases altas y fundamentalmente al clero; por lo que la mayoría de las obras que se conservan provienen de ciudades grandes, y en el caso de este cancionero por estar vinculado a la corte del Rey Alfonso X”.
“Que se sepa, información sobre lo que era el devenir de la música medieval en Antequera de esa época no se conserva”, pero de lo que sí que ha encontrado mucha documentación a lo largo de sus múltiples investigaciones es de la música en la Iglesia Colegial de Antequera, fundamentalmente del siglo XVIII. “Afortunadamente, se está despertando el interés por estudiar sobre la música en Antequera desde una perspectiva histórica, pero cuando lo defendí mi tesis doctoral en 2003 no había prácticamente nada sobre la capilla de música de la Iglesia Colegial lo único que había era los estudios del Padre Llordén, pero no pudo profundizar y se dedicó a hacer fundamentalmente una relación de nombres”, indica María Teresa Díaz Mohedo.
La música de la Iglesia Colegial de Antequera
Influenciada por su director de tesis, “aunque la Colegiata estaba fundada en el siglo XVI, nos centramos en el XVIII”. “Luego se unió el hecho de que, al investigar todos los documentos originales que había en el Archivo encontré un maestro de capilla, que al final fue el que se convirtió en el protagonista de mi tesis, que permaneció en Antequera prácticamente medio siglo, y esto era algo rarísimo en esa época”. “Los maestros de capilla solían moverse mucho, porque cambiaban de una iglesia o una catedral a otra, siempre intentando ascender en consideración profesional y social”.
“Que José Zameza y Elejalde, que procedía del País Vasco, se instalara definitivamente en Antequera hasta su muerte, nos pareció suficientemente importante como para dedicarle la tesis”, relata la académica, que dedicó varios años a investigar en diferentes fuentes “desde las actas capitulares hasta el resto de documentos de diversa índole”. “Tuvimos la suerte, en el caso de Antequera, que el Archivo esté bastante bien conservado”, reconoce.
Recuperar esa música de capilla ha sido una de las inquietudes de Díaz Mohedo, que ha tenido una función decisiva en la catalogación de una documentación “que estaba arrumbada en un cuarto de la torre de la iglesia de San Sebastián”. Tras limpiarlas y ordenarlas, fueron depositadas en el Archivo Municipal, donde hoy son conservadas en óptimas condiciones. “Ahora ya sí que están listas para poder recuperarlas y volverlas a interpretar”, señala.
Otro de los proyectos desarrollados por María Teresa Díaz Mohedo gracias a tres premios de investigación que consiguió de la Junta de Andalucía se centró en ahondar en el patrimonio musical de las cofradías, más concretamente en el de la Cofradía del Socorro. “Es algo totalmente diferente, pero tiene un gran interés por ser el único que se conserva”, explica para detallar que “es un fondo más pequeñito que el de la Colegiata, porque las cofradías no podían pagar esa música, pero a pesar de eso, teniendo en cuenta la época de la que hablamos, finales del XVIII y fundamentalmente el XIX, es un fondo bastante interesante, con un tipo de música diferente: todo dedicado a la Virgen, obras escritas expresamente para todos los actos del Socorro”.
Evidentemente, esta música cofrade nada tiene que ver con la que hoy en día conocemos. “La música cofrade que hoy asociamos a las bandas y a las procesiones nada tiene que vez con las celebraciones que se hacían en la época”, un aspecto en el que ahondará en un libro que está preparando la Cofradía para su publicación próximamente. “Lo que sí que es muy curioso es que la calidad de las piezas es muy similar a la que se componía en la capilla, porque algunos de los músicos pertenecían a la capilla o eran músicos muy importantes para la época”.
De cara al futuro, Díaz Mohedo señala una línea interesante en la que desarrollar nuevas investigaciones de “arqueología musical”. Aunque en el fondo de la Iglesia Colegial “aún hay numerosas partituras que deberían ser motivo de investigación, sobre todo porque falta un estudio cronológico desde sus orígenes”.
Sin embargo, señala que “si yo tuviera tiempo, y si no invito a cualquier persona que esté interesada en el patrimonio musical de la ciudad a hacerlo, me centraría en la música de los conventos, porque seguro que en sus archivos y bibliotecas se tienen que conservar fondos muy interesantes de estudiar”.