El 21 de septiembre de 1980 la portada de El Sol de Antequera titulaba: “Importantísimo yacimiento arqueológico en el Torcal de Antequera. Puede explicar cómo fueron los primeros pobladores de Antequera”. Se refería a los trabajos de un equipo de la Universidad de La Laguna de Canarias que investigaban la Cueva del Toro.
Dirigían la expedición los hoy catedráticos de Prehistoria, María Dolores Camalich Masseiu (Las Palmas, 1953) y Dimas Martín Socas (Mahón, 1949), marido y mujer, conocidos como Dodes y Dimas. Nuestro recordado Ángel Guerrero les entrevistó en exclusiva, compartiendo una noticia que forma parte del Patrimonio Mundial, al relacionar las poblaciones del paraje natural de El Torcal con su desarrollo en el espacio megalítico ante la Peña de los Enamorados.
Allí realizaron las primeras excavaciones donde descubrieron el primer asentamiento Neolítico en las Tierras de Antequera. 41 años después, volvemos a entrevistarles, esta vez en el interior del Museo de los Dólmenes, clasificando todo el material que se ha investigado y que formará parte de la colección permanente del museo. Al igual que le preguntamos en estas páginas en aquella ocasión, hoy volvemos a insistirles ¿cómo desde la Universidad de La Laguna vinieron a Antequera a estudiar estas poblaciones del Torcal? Ante ello, Dimas empieza destacando: “En primer lugar quiero destacar que la primera entrevista de la Cueva del Toro la realizó tu padre, Ángel Guerrero, que fue siempre un enamorado de la Cueva del Toro. En 1995 yo leo mi tesis y comienzo a trabajar en el Museo Arqueológico de Málaga, estudiando algunos de los elementos del Neolítico. En ese momento el director del museo, que en era Rafael Puertas, nos dice que hay un técnico que era espeleólogo y que conocía de un yacimiento que él creía que había mucho interés. Era la Cueva del Toro, vinimos y descubrimos que tenía una secuencia muy interesante y pusimos la solicitud de excavación, que aquel momento dependía del gobierno central”.
La primera campaña fue en 1977 “y no solo no nos defraudó, sino que dio una imagen mucho más potente de la que inicialmente habíamos previsto. El yacimiento marcaba una secuencia con sus periodos de vacío ocasional desde el Neolítico antiguo, desde los primeros momentos que se comienza con la agricultura en Andalucía, hace aproximadamente ocho mil años. A partir de ahí, el yacimiento aportó la suficiente documentación para iniciar un proyecto de iniciación a largo plazo, que se vuelve a retomar en 1980, en 1981, ya con las transferencia en las distintas comunidades, y continuamos en 1985, en 1988…”.
¿Qué se sabía del yacimiento de la Cueva del Toro antes de que vinieran a investigarla? Dodes comparte: “Obedecía a una cuestión superficial, derivada a cuestiones de espeleología que fue desarrollado por José Antonio Berrocal Pérez, que tuvo en ese momento no solo la amabilidad de mostrarlo, sino de colaborar con nosotros con esa primera intervención, ya que el conocimiento que se tenía era nulo. Pero como conocimientos previos no había ninguna información al respecto”.
Dimas insiste en que “no había información sobre el Neolítico en Málaga y en Granada. La Cueva del Toro era inexistente, entre otras razones porque en aquella época, hablo de años del inicio de las excavaciones, el interés estaba centrado en el mundo megalítico y no en el Neolítico”.
La Cueva del Toro: los primeros antequeranos en El Torcal hace 7.300 años
¿Hace cuántos años había pobladores en la Cueva del Toro? A lo que Dimas responde: “De acuerdo con las dataciones que tenemos podemos hablar de entre hace 7.300 y 7.200 años”. ¿Son entonces los habitantes más antiguos de las Tierras de Antequera? Dodes responde: “Dentro de lo que se entiende de las Tierras de Antequera, son las primeras poblaciones neolíticas”.
¿Cómo fue esa primera vez que entraron en la Cueva? Dimas recuerda que “fue entrar y excavar la primera campaña con lámparas de carburo. Una persona de nuestra época no lo entendería sin luz eléctrica… pero en aquel momento era la única posibilidad. Y gracias a José María González, que fue a visitarnos, se quedó asombrado del trabajo y dijo que tenía que poner luz y afortunadamente a partir de ahí las condiciones de trabajo cambiaron por completo”.
¿Qué encontraron dentro? Dodes señala: “Cuando hicimos la excavación nos encontramos en superficie materiales de diferentes épocas, ya que la cueva fue utilizada para vivir o como espacio de protección en momentos puntuales a lo largo de un etapa histórica muy prolongada. Desde el Neolítico la época medieval porque sirvió también de refugio para las actividades de pastoreo que todavía se realiza en lo que es la sierra del Torcal”.
¿Qué elementos encontraron en las excavaciones?: “Materiales de gran importancia como cerámicas, resto de huesos, instrumentos de piedra, tallada o incluso pulimentada como hachas. Elementos de adornos como brazaletes, colgantes, semillas y fauna que nos permitía saber qué practicas agrícolas y ganaderas hacían y consumían con ese tipo de vegetales y animales. También ir definiendo la gestión que esas personas hacían del espacio interior de tal manera que supimos que este yacimiento podría marcar un paso muy importante en el conocimiento de las primeras sociedades del Neolítico que van a configurar como último término como la correspondiente a las personas que levantaron los grandes monumentos de los antequeranos. Es decir, la continuidad del tiempo antecedente de la ocupación de este territorio antes de la configuración de este gran conjunto dolménico”.
Y dentro de los restos, suponemos que algunos humanos. A lo que Dimas enumera: “De acuerdo con la documentación que tenemos ahora, entorno a unas 12 personas. El problema es que los restos que tenemos son restos derivados del abandono de un enterramiento secundario. Se entierran y en un momento determinado esos restos, una vez que se han esqueletizado, se trasladan a otro lugar. Y lo que nosotros nos encontramos son con los huesos pequeñitos, excepto una calota que está depositada en un lugar muy especial. Sabemos que esos restos fueron manipulados en la cueva porque nos encontramos dos elementos que casan en dos contextos completamente distintos. Y eso lo que nos permite es tener una información de una práctica que hasta el momento no se conoce o no se ha identificado en el mundo neolítico peninsular”.
Cuéntenos más sobre ese detalle de los cráneos con prácticas, entendemos que de canibalismo y tributo a la muerte: “La primera de ellas es la configuración de un cráneo humano que lo tallan, lo deshojan: le quitan el cuero cabelludo, lo hierven, y lo transforman en cráneo-copa. Entonces el tallado de ese cráneo que aparece en un contexto particular lo realizan donde se están efectuando las actividades para lo que es la alimentación donde viven las personas. Es decir que se configuran en ese espacio doméstico. Luego se coloca de manera muy ritual en un espacio muy particular en un contexto donde la gente vive. Y por otro lado, hay una serie de restos humanos que derivan de un proceso de esqueletización de difuntos. Seleccionan las partes más grandes, es decir, los huesos de brazos, de piernas; y lo que se quedan son los huesos pequeños, que normalmente perviven en los rosarios actuales”.
¿Y cómo descubren esa práctica?: “Aparecen en el contexto doméstico, en la cerámica, los deshechos de comida, nos encontramos como si también fueran deshechos algunos que fueron consumidos, es decir, que hay prácticas de canibalismo. Eso lo sabemos porque presentan cortes esos huesos, que están relacionados con el carneado, es decir, obtener la carne. Y porque algunos tenemos las mordidas humanas, la evidencia de que han sido mordidos. Por lo cual tenemos esos contextos, que probablemente puede ser una cuestión de ritualización, de los antepasados, lo que puede ser ese consumo de algunas de las partes de aquellas personas que son mis antecedentes y que presenta dentro del marco de las primeras sociedades neolíticas”.
Es decir, que más para alimentarse de ellos era un ritual. A lo que Dimas explica: “Sin lugar a duda, no es una necesidad, de tipo fisiológico, es una práctica vinculada a una ritualidad o a una mentalidad cuyo sentido no sabemos, pero sí que hay un detalle que me gustaría señalar. ¿Por qué se sabe que las mordidas son humanas y no de animal? Porque las huellas son bastantes diferentes. Eso nos llevó mucho tiempo para llegar a la conclusión de que eran mordidas humanas. Sin discusión”.
Cómo es la Cueva del Toro
Para los que no conozcan la Cueva del Toro, ¿cómo es y qué uso se le daba? Dimas dice: “Es una cueva que se habita, pero al mismo tiempo, se cohabita con animales; y se aprovecha en la misma circunstancia para enterrar a unas personas determinadas. Sabemos que corresponden a un mismo periodo cultural. Ahora, si se habita y se entierra en un mismo tiempo, pensamos que si no, no tiene explicación que algunos restos humanos se hayan convertido en basura. O que se tallaran en la zona de la habitación. La cueva tiene una triple función: la habitación, que parece ser la prioritaria; cualitación con estabulación de animales; y espacio para enterrar elementos que, curiosamente, no tienen ninguna vinculación genética, salvo dos. Son féminas, madre e hija, o hermanas”.
Dodes amplía: “Lo que están es realizando las tareas domésticas como la principales. De hecho lo que es para la alimentación, el sostenimiento del grupo, mantenimiento de su actividad económica fundamental que es el ganado. El cuidado de las cabras es fundamentalmente la base de la ganadería, como ocurre todavía en el Torcal. Y por otro lado, se desarrolla una serie de actividades artesanales que van a garantizar que ese ambiente doméstico puedan desarrollarse y no colapsar. Por ejemplo; la cerámica, que es indispensable en esos momentos para lo que es la transformación de los productos alimenticios o lo que es el almacenaje. Y al mismo tiempo hay un tratamiento a las personas que mueren que duran un tiempo. Porque esos depósitos llegados en el punto en que pueden ser manipulados, los trasladan a otro sitio porque no aparecen en la Cueva del Toro”.
¿Qué restos de animales se han encontrado? Dimas enumera: “Los típicos que corresponden a esos momentos, es decir: cabras y ovejas. Más tardíamente aparecen algunos bóvidos. Estamos hablando de una sociedad de montaña, entonces la ganadería es la práctica más adecuada”. Aparte de esos restos neolíticos que se han encontrado, ¿puede haber más? ¿la excavación ha terminado?: “Hay más, no mucho, pero nosotros siempre nos hemos mantenido en el sitio donde hemos trabajado, de no agotar los yacimientos. Por la misma razón de que podemos presumir de que con el paso del tiempo, la incorporación de nuevas técnicas de investigación, nuevos investigadores, nuevas posibilidades científicas, la cual en la Cueva del Toro ha dado un salto cualitativo muy importante que cuando nosotros empezamos a trabajar”.
¿Aconsejan la visita permanente o debe de conservarse?: Dodes puntualiza: “Pienso que se puede conciliar lo que es la conservación con la puesta de uso público. Es decir, teniendo en cuenta que la Cueva del Toro tiene la declaración de Patrimonio de la Humanidad porque es el sitio donde está El Torcal y teniendo presente que la base de la población es de la etapas que pueda estar más vinculada a nuestro momento actual, lo que ya son sociedades agrícolas y ganaderas, entendemos y eso siempre lo hemos planteado”.
¿Qué otros restos de civilizaciones se han encontrado? Dimas expone que “hay evidencia además de la época del cobre contemporánea de los megalitos, de la época romana y medieval. Es verdad que ha sido refugio puntualmente sin la intensidad del neolítico a lo largo de la historia”.
En ese romanticismo antequerano dentro de lo que se ha encontrado, ¿qué nos dice de la Venus del Torcal? A lo que Dodes detalla y nos dice que fue Ángel Guerrero quien la denominó de esa forma: “Representa una figura femenina esquematizada que además representa lo que es la conexión y la vinculación de las personas que la elaboraron con un objetivo muy claro. Basada en ese principio femenino que se aprecia en la parte central con una vulva muy bien definida con lo que es el paisaje del Torcal. La pieza está dividida en nueve segmentos, donde la parte central donde está representado ese elemento femenino se le superpone por la parte superior e inferior toda una serie de segmentos como si estuviera reflejando lo que actualmente es ese monumento nacional del Tornillo. De tal forma que expresa una vinculación y una expropiación ideológica de lo que es el entorno de esa comunidad donde se desarrollan en todas sus actividades. Además, está realizada de pequeño tamaño en una concha que no sabemos por qué está muy transformada, pero debió de ser una concha de grandes dimensiones”.
Desde allí se veía la hoy conocida como Peña de los Enamorados, ¿hubo un movimiento sísmico, qué hace que esas supuestas poblaciones del Torcal bajen hacia la vega, con el peñón como referente y el inicio de la cultura del megalitismo? Dimas apunta que “es evidente que la población del Neolítico reciente en la Cueva del Toro corresponde a un cambio radical, sobre todo nivel tecnológico, económico, y eso trae la necesidad de nuevas tierras, la necesidad de expansión. Y además de eso creemos que la zona de la vega ya estaba siendo ocupada. Es el sustrato que va a cimentar ese cambio de mentalidad de la producciones neolítica al mundo megalítico”.
¿Y qué diferencia hay entre la cultura neolítica y la megalítica? “Un mundo megalítico está planteando por tres cuestiones: una apropiación del territorio como poder; mientras que esa representación femenina está marcando la identificación con ese territorio que es el que le provee ese sustento. Y para que quede bien claro, se debieron a una serie de construcciones funerarias, donde lo que se está marcando es que el que está enterrado ha sido capaz de conciliar una masa de población que trabaja para ese enterramiento. Además para que quede bien claro, lo elevan sobre la superficie para que siempre quede evidencia”.
Dodes amplía que “lo que planteaban efectivamente en la Cueva del Toro se produce un colapso de la cavidad, justo en ese neolítico reciente. En 1988, fue cuando nos percatamos que se había producido un colapso y establecemos dos posibles hipótesis; de una cuestión más general de un movimiento sísmico o bien podría ser el resultado del propio proceso de transformación que es inherente al paisaje kárstico. En estos momentos la inclinación mayor que se motivó fue de la propia naturaleza, en cualquier caso es una cuestión que está en investigación. Que coincide probablemente con el levantamiento del Dolmen de Menga, según las dataciones. Y también, porque es momento de la cronología de hace unos 5.000 años cuando Andalucía, dentro de una serie de regiones, se está produciendo un proceso que va a ser vital para el desarrollo y la comprensión de la sociedad a partir de ese momento; que es el proceso de sedentarización, es decir, de la fijación de las poblaciones humanas en un territorio para un explotación agropecuarias que han ido controlando muy bien las técnicas. Y por ello comienza el desarrollo de los grandes asentamientos de superficie. Y ya las cuevas quedan más relacionadas con actividades pastoriles que se mantienen hasta en la actualidad”.
La custodia de los materiales en Canarias
Después de la excavación, ponen custodia, siempre con el respaldo público, de todo lo que encuentran, y como no había un lugar apropiado en esta zona, lo trasladan hasta sus tierras, donde lo estudiaron, clasificaron y ahora partieron de regreso el 18 de mayo. Dimas subraya que “cuando nosotros comenzamos a excavar, estaba todavía el Museo de Alcazaba, que no cumplía y había que cerrarlo como museo, porque se iba a construir un gran complejo en La Trinidad. Como no había espacio, como nos pasó en Almería, nos ofrecimos a trasladarlo y conservarlo en la Universidad de La Laguna, siempre con el compromiso que en el mismo momento que hubiera un museo que lo reclamara o que tuviera las condiciones adecuadas para el material, volvía aquí”, como así han cumplido. ¿Cuántas piezas? “Superan las 20.000”. Y obviamente serán parte de la exposición permanente. “Ahora mismo, con todo el tema de la museología, lo que sí podemos avanzar es que se están seleccionando las más representativas que van a estar expuestas. La idea es una parte para la exposición permanente y promover muestras temporales”.
¿Qué puede suponer este museo para la investigación? Dodes considera: “En nuestra opinión al respecto, es que éste va a ser un sitio clave por lo que representa desde lo que es el Neolítico, de la fase más antigua que viene de alguna manera vinculado a lo que es la Cueva del Toro. Y por lo que ese Neolítico reciente con el desarrollo de lo que es megalitismo. No podemos olvidar que además en su diseño de investigación se ha logrado, para lo que es un centro museístico vinculado a lo que es un espacio arqueológico concreto. Está relacionado con esa capacidad de gestión que ha tenido el director del conjunto, Bartolomé Ruiz en lo que es la convicción de que un bien que se proponía para una declaración de Patrimonio Mundial tenía que tener un punto de base fundamental y muy sólido que era la investigación”.
Dimas insiste: “Bartolomé Ruiz siempre ha tenido muy claro tres conceptos; primero un museo tiene que ser una institución dinámica. Segundo, un museo tiene que servir como plataforma de investigación para ampliar el conocimiento. Y en tercer lugar, esos conocimientos no tienen valor si no se transfieren a la sociedad. Porque un conocimiento que no se transfiere es un conocimiento vacío. Porque al final se queda entre los tres investigadores cuando realmente es la sociedad la que ha aportado la financiación para hacer la investigación. Y es una responsabilidad moral que tenemos los investigadores, por supuesto, y el museo como defensor de la ampliación del conocimiento. En el bien entendido ideal que sea transferido de manera que todo el mundo lo entienda”.
En 1975 cuando empezaron con las excavaciones, ¿imaginaban llegar a estar seleccionando las piezas para este museo? Dimas no tiene duda: “Personalmente, no. La idea que nosotros teníamos es que este material iba a ir al museo de Málaga, que tiene un neolítico rico. Toro iba a complementarla con las piezas más llamativas a la exposición permanente si la dirección del museo lo consideraba. Pero nunca imaginábamos que iba a ver un museo, con el sustento de los Dólmenes, con un reconocimiento de Patrimonio Mundial y con una capacidad de gestión como ha quedado”.
Dodes culmina completando: “Yo desde luego siempre lo he pensado y lo hemos reflexionado mucho, la ciudadanía antequerana lo tiene clarísimo que esto no hubiera sido posible sin Bartolomé Ruiz”.