domingo 22 diciembre 2024
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Elogio a Antequera

Decía Séneca que “Nada es más honorable que un corazón agradecido” y el mío lo está, y mucho, a la Comisión de Honores y Distinciones de esta corporación y a su Presidente, el Alcalde de Antequera, porque, atendiendo a las muchas personas, según se me ha comunicado, que a título personal, con cartas muy emotivas y afectivas hacia mi persona, o a título representativo, como el Alcalde de mi pueblo Cuevas de San Marcos, al que le agradezco su presencia hoy aquí y  los directores de  instituciones u organismos como los Institutos “Pedro Espinosa” –del que fui profesor y Secretario durante diez años–,“Pintor José María Fernández –del que tuve el honor de ser su primer Director y ponerle el nombre y de jubilarme en él–, la Real Academia de Nobles Artes de Antequera –a la que tengo el orgullo de pertenecer como Académico Numerario de la Sección de letras y fui su Secretario General– y el centenario periódico El Sol de Antequera –del que me cabe el honor de ser el colaborador más veterano–, ha tenido a bien nombrarme Hijo Adoptivo de la Ciudad de Antequera. Hago mías las palabras de Cicerón cuando afirmó aquello de que “la gratitud no sólo es la más grande de las virtudes, sino la madre de todas ellas.” 

Pero un hijo, necesita una madre y es, sobre todo, a esa madre que hoy me acoge en su seno a la que quiero expresar mi agradecimiento, reproduciendo las palabras de Pedro Espinosa: “A ti, de mi pluma norte, madre Antequera nobilísima, rindo los corridos de mis obligaciones, desempeñando deseos en que tu amor me ejecuta”.

El próximo día 6 de octubre, hará cincuenta años que tomé posesión como profesor de Lengua y literatura, así se llamaba entonces, en el Instituto de Enseñanza Media “Pedro Espinosa” de esta bella ciudad y, referida a ella, pensé en la copla: 

“Por las noches eres rosa, 

y al medio día clavel; 

a la noche clavellina 

y lirio al amanecer”.

Creí llegar por un año, pero la tardanza en convocar oposiciones y el enamorarme de una bella antequerana:

“Azucena, rosa y lirio 

me has parecido al mirarte; 

y ahora me vas pareciendo 

perla engarzada 

en diamante”,

Mm hicieron cambiar de idea.

Luego nacieron mis hijos: “Cerré los ojos por un instante y los pequeños niños que érais os convertisteis en hombres. Ya no puedo teneros en mis brazos, pero os tendré siempre en mi corazón. Me habéis dado incontables razones  para estar orgulloso de vosotros, pero lo que me da mayor orgullo es que seáis mis hijos.”. 

Después se marcharon con sus parejas: “Le habéis entregado a mis hijos la contención, el cobijo cuando decidieron partir. Habéis dado apoyo y aliento, iluminando momentos, custodiando su vivir”. Posteriormente, nacieron mis dos nietas: Nunca olvidéis, preciosas,  que en mí tendréis un abuelo que os querrá siempre  con todo su ser.

Cuando obtuve la plaza en propiedad en el mismo centro y luego la Cátedra de Lengua Castellana  y Literatura,  entendí que, como dice la copla:

“A Antequera la llana, 

tengo que irme a vivir; 

porque dicen que se gana 

la gloria antes de morir”,

hasta el extremo de renunciar a la Inspección porque tenía que salir de la ciudad y provincia.

Desde entonces, he trabajado ininterrumpidamente por recopilar todas sus tradiciones orales, he investigado su rica literatura y la he dado a conocer. Tengo que reconocer, que poco a poco, me fui enamorando de esta gran ciudad y deseé, como lo hizo  Jerónimo Jiménez Vida, en su “Canto a Antequera”:

“¡Antequera!

No fueras tú mi madre, 

y yo te bendijera. 

No fueras tú mi reina, 

y yo te cantaría. 

No fueras tú mi diosa, 

y yo te veneraría. 

¡Antequera!”

No en vano, Ben-al-Jatib dijo de Antequera que: “Era un lugar de hermosa apariencia, sitio de prosperidad, de sembrados y de rebaños y de abundantes alimentos y de numerosa población,  que no había tierra que la superase en los dones…”.

Luego, comprendí, recopilando Coplas de Murgas o Comparsas, con mi amigo Juan Campos, por qué,en esas obligadas canciones que tenían que dedicar a Antequera y a sus mujeres,  la saludaban tan emotivamente:

“Yo te saludo Antequera, 

más que ningún andaluz;

pues en toda Andalucía,

no hay población como tú”.

“Antequera, te saludo, 

por ser la tierra 

de la alegría; 

y con mujeres tan bellas 

que son las flores 

de Alejandría”.

“Antequera tiene fama 

de ser una bella ciudad,

porque tiene buenas gentes 

que se la saben dar”.

Pero fue precisamente estudiando su rica literatura épica, siempre he afirmado y creo haberlo demostrado en mis charlas y conferencias, que Antequera es la ciudad del mundo que más literatura épica ha generado, cuando me di cuenta, siguiendo a mi admirado maestro Francisco López Estrada y consultando el rico archivo de mi gran amigo Antonio Del Bello, de lo importante que era esta ciudad:

“De Antequera 

partió el moro, 

tres horas antes del día,

con cartas en la su mano 

en que socorro pedía…” 

O el más conocido: 

“La mañana de san Juan 

al tiempo que alboreaba, 

gran fiesta hacen los moros

por la vega de Granada…

“Con licencia, buen Rey, 

diré una buena mala: 

que ese Infante 

don Fernando 

tiene a  Antequera 

ganada…”

O el romance del caballero Orbaneja:

“En una de las ciudades, 

que la Andalucía encierra, 

no es Sevilla ni Granada 

ni Córdoba ni Lucena… 

que es la Antequera 

la noble centro 

y honor de nobleza…”

Y tantos y tantos otros romances y leyendas que narran la pérdida de Antequera, el amor del rey moro de Granada por una bella antequerana,  el romance de Vindarraja, el de Ben Zulema, el del moro cautivo y los muchos que generó Abindarráez y la hermosa Jarifa, el Abencerraje, el Poema Heroico del Asaltoy Conquista  de Antequera, de Rodrigo de Carvajal y Robles, la Peña de los Enamorados, las Coplas de Juan Galindo, la Mora Garrida…

Por eso, no es de extrañar, que fuesen muchos los viajeros que te visitaron, Antequera, atraídos por tu riqueza monumental, tu vega, tu literatura, tus tierras y tus gentes. Citaré algunos viajeros que se han prendado de ti, Antequera, como lo hice yo también, siguiendo los trabajos de mi compañero y amigo Jesús Majada, en sus libros de viajeros por la provincia de Málaga:

¿Hablaría Andrea Navaggiero en su viaje hecho por España y Francia, en 1526, cuando visitó Antequera y que tanto la elogió, con algún Preceptor de la Cátedra de Gramática y Latinidad, aunque hasta el año siguiente no tenemos documentos de que lo hubiese,  o con algún poeta y por eso en esta escuela se han escrito tan buenos endecasílabos y sonetos, antes de convencer a Boscán para que Garcilaso los aclimatase al castellano?

¿Por qué en 1576 el escritor de Piacenza, Dionigi di Carli estuvo alojado diez días en el Convento de Capuchinos de Antequera, si no fue para empaparse y aprender de lo que aquí se escribía?

Todos destacaban algo de esta ciudad. Digno de reseñar es lo que dice un escritor anónimo que visitó Antequera, probablemente en 1725 de que: “Los pequeños comerciantes no visitan Antequera, si no es para comprar lana, cera, miel, frutos secos y esos vinos que sólo se usan para hacer aguardientes”.

Años más tarde, en 1729, Etienn Silhouette, afirmaba que “Antequera le pareció una hermosa ciudad, en la que se construían grandes orzas de barro, que sirven para guardar aceite, vino, agua y todo lo que se quiera.

”Williams Bowles, en 1760, también visitó Antequera y señaló “su emplazamiento, la abundancia de molinos y la variedad de su flora.”

No fue menos, FrançoitMiot en 1761 que visita Antequera y proporciona en sus escritos una concisa, pero completa información de su historia y monumentos más significativos y Clerjon de Champagny, en 1823 le dedica su litografía número 32 y afirma que:

“El pánico y el terror le hicieron conocer uno de los sitios más hermosos y las gentes más espirituales de Europa… Llegamos a Antequera y nos encontramos una hermosa ciudad, bordeada de una llanura de las más fértiles, regada por mil cursos de agua serpeteantes que surcan las verdes praderas. Llegamos en domingo y grupos de hermosos paisanos, vestidos todos igual nos recibieron compitiendo entre sí para decidirnos en nuestro alojamiento”.

Lo mismo ocurre con Isidore Severin Justin Taylor, 1789, tras su lámina 57 sobre Calle estepa, hace, también, un poco de historia de la ciudad y dice que está construida con “piedra blancuzca” que abunda en los alrededores y señala una peculiar costumbre antequerana: la de criar en las iglesias pájaros (alondras y canarios enjaulados), porque afirma: “Nada hay más delicioso que el gorjeo de estos pájaros mezclado con los cantos de los niños del coro”.

No tengo tiempo de citar a tantos viajeros que visitaron esta noble ciudad, como lo demuestra mi compañero y amigo Jesús Majada, al que le agradezco su permiso para seleccionar estos datos, pero no puedo dejar de aludir a dos importantes viajeros. En 1829 Washington Irving llega a Antequera, ciudad antigua y de renombre guerrero que descansa en el regazo de una enorme sierra, cruzando un manso río, maravillándose de los setos y jardines que contempla con un vago rumor de ruiseñores, para atravesar una hermosa calle y alojarse en la posada de San Fernando, haciendo una bella descripción de la misma.

Casi por las mismas fechas, el escritor madrileño, que venía de Sudamérica, Ciro Bayo en sus capítulos “Semianacleóntica” y “Anacleóntica entera”, -mi amigo Don Juan Alcaide de la Vega nos explica elporqué estos títulos-, de su libro “El lazarillo español” nos hace una buena descripción de Antequera, nos demuestra ser un buen conocedor de su historia, de sus gentes, principalmente  de Romero Robledo y, sobre todo, del herborista que vendía sus hierbas a los boticarios para elaborar medicamentos.

Con esta citas, podría añadir muchísimas más, sólo he querido hacer un elogio de Antequera, esta gran ciudad que hoy me acoge como  madre. Me ilusiona ser tu hijo y parafraseando a mi gran y admirado amigo José Antonio Muñoz Rojas, quiero confirmarte que siempre has sido, lo eres y lo seguirás siendo, “Norte de mi pluma”. Muchas gracias.

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