La apertura del museo, unido al cierre del centro de recepción de visitantes y al resultado de una auditoría que exponía que había duplicidad de servicios, ha llevado al traslado, desvinculación y reubicación del personal, provocando protestas.
Hasta el viernes 5 funcionó el edificio de atención al visitante, gestionado por la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales que además de personal propio, contrataba a empresas privadas para la atención a los visitantes, y demás servicios.
Los cuatro trabajadores de la Agencia (que hacían de guías) se han trasladado a varios centros de Málaga. Y los cuatro de la empresa externa (que llevaban el control de acceso), se les comunicó el sábado que ya no tenían su sitio de trabajo. Y un tercer grupo, los llamados “custodios”, sí se han mantenido en la visita al conjunto monumental.
Sara Luque, una de las afectadas de la empresa externa, expuso el sábado que al llegar a su lugar de trabajo, el personal de seguridad les comunicó que “tenemos orden de no abrirnos”, ante lo que piden explicaciones, ya que seu empresa, a través de un centro especial de empleo de minusválidos, no tenía notificación alguna.
El alcalde Manuel Barón expone que “me recuerda a la unidad del Colegio de los Patos. Creo que esto va a ser lo mismo”. Aunque no depende del Ayuntamiento, han actuado por estar varios vecinos afectados. “La pésima gestión de la anterior Junta de Andalucía, hace poner la gestión no en Cultura, sino en una agencia que se crea para organización de eventos culturales”. Al ponerse en marcha el museo, cinco empleos se subrogan y los cuatro que han protestado, “deseo que lleguen a buen puerto, al menos los tres de Antequera sean subrogados también por la empresa que lleve el conjunto”.
Y los dos de los cuatro de la agencia que son antequeranos, espera que se haga una encomienda de gestión para que sean reubicados en Menga y Viera, una vez que se reestructure el museo y la visita al conjunto dolménico.
