viernes 22 noviembre 2024
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Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Cuando leemos, no damos el mismo valor a las palabras de una novela, una ley, una poesía o una historia. Porque estamos ante distintos géneros literarios. 

En la Biblia también existen esos géneros. Y hay uno que resulta extraño: el género apocalíptico que aparece en las lecturas de este domingo. Género utilizado para hablar de épocas difíciles. Género muy antiguo. 

El profeta Isaías vivió unos tiempos crueles. Pero en mitad de aquel dolor consoló a su pueblo diciendo: “Cuando las estrellas del cielo y las constelaciones no alumbren ya, cuando esté obscurecido el sol en su salida y no brille la luz de la luna, Yahvé pasará revista al orbe por su malicia” (13,10).

Forma de escribir que la liturgia ofrece hoy. El evangelio habla del final de la historia con imágenes tomadas del Antiguo Testamento, entre las que sobresale la venida del Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad, quien enviará a sus ángeles para que reúnan a los elegidos de un extremo a otro del cielo.

Lenguaje que incluso oímos hoy en expresiones populares. Un día, una persona que pasa por un mal momento, dice: “Lo veo todo nublado, espero que esto pase y pronto salga el sol.” Y la entendemos.

Por lo que también debemos saber que, lo que la Biblia expresa es una enseñanza para nuestra fe. Nos está diciendo que hemos de creer en la vida más allá de los dolores, de los sufrimientos e incluso de la muerte: porque más allá de todo, Jesús es el Salvador. 

Y se nos dice que lo que ha de importarnos es el presente, pues en cada generación y persona se ha de cumplir la palabra de Jesús: “no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla”. 

Palabra que ha de vivir cada persona. Y por eso, la vida definitiva se la juega uno aquí, en este mundo y presente es donde hemos de comportarnos como hijos de Dios y hermanos.

Por lo que se nos está invitando a la esperanza: “Aprended de la higuera, dice Jesús, cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca”. Es decir: la vida está cerca de cada generación y de cada persona que escuche y haga suya la Palabra.

Por ello, decimos con el salmo: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”. Porque tú eres nuestro refugio. Gracias, Señor, esperanza nuestra.

 

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